Versos del 1 al 5
La orden de YEHOVAH DIOS, es fundamentalmente para los Sacerdotes, ya que ellos eran los que inmolaban los sacrificios rituales para los hijos de Israel.
Cuando los israelitas salieron de Egipto, salió con ellos un gran grupo, principalmente compuesto de egipcios.
Era una “multitud de toda clase de gentes” (Éxodo 12, 38) o “la gente extranjera que se mezcló con ellos” (Números 11, 4).
Es razonable suponer que esta multitud de extranjeros procuraría continuar sus fiestas religiosas paganas.
En Egipto, se encontraban algunas de las formas más envilecidas del paganismo.
Entre éstas, el culto a los demonios era probablemente el peor (Vs 7), en él se sacrificaban machos cabríos o “sátiros”.
Estos abusos habían comenzado a extenderse entre los israelitas y se necesitaba una reforma.
Antes de que se estableciese el Santuario, el padre de familia era el sacerdote de la misma y como tal, ofrecía sacrificios.
Cuando se erigió la Tienda de las Citas, Tienda del Encuentro o Tabernáculo, los Sacerdotes se hicieron cargo de los sacrificios y ocurrió un gran cambio en la vida de Israel.
El padre de familia, debió entregar algunas de sus anteriores prerrogativas a los Levitas y esto puede haber causado cierto malestar.
Lo que ocasionó más problemas, fue la regla que todos los animales, de ahí en adelante, debían ser sacrificados en el Santuario.
Y también, las Fiestas que normalmente acompañaban tales sacrificios debían realizarse allí.
Esto en sí, no debía causar dificultad a Israel, pues el Santuario estaba ubicado en el centro del campamento y era igualmente accesible para todos.
Pero esta orden, haría que terminaran automáticamente todas las fiestas de camaradería de los extranjeros, que habían sido entusiastamente adoptadas por muchos en el pueblo de Israel.
Versos del 6 al 9
Esta razón, presupone que la costumbre de dedicar a los animales degollados como sacrificios a alguna deidad, a la cual se le ofrecía una porción, estaba ampliamente extendida entre los israelitas.
Para desarraigar esta costumbre idólatra de entre los israelitas, se les mandó a sacrificar todo animal delante del Tabernáculo, como un presente de sacrificio a YEHOVAH DIOS.
Por otra parte, el que también trajeran las ofrendas degolladas, las cuales habrían matado en el campo abierto al Sacerdote en el Tabernáculo, como ofrendas de alabanza y de agradecimiento.
Para que el Sacerdote, pudiera rociar la sangre sobre el altar y quemar la grosura como olor grato a YEHOVAH DIOS (Levítico 3, 2-5).
En los versos del 1 al 7 se presenta una legislación que tenía por objeto, separar a los israelitas de la influencia contaminadora de los egipcios (Levítico 18, 3).
Por el castigo que debía seguir a la transgresión, se hace evidente que YEHOVAH DIOS consideraba este asunto como de gran importancia.
En el caso de ciertas infracciones de las leyes concernientes a las impurezas físicas, YEHOVAH DIOS ordenó los ritos de purificación.
En otros casos, se requería un sacrificio o restitución.
Pero en este caso, prescribe la misma severa pena de “excomunión”, que pesaba sobre el pecador que no se humillara, en el Día de la Expiación.
Los “extranjeros” estaban incluidos en esta legislación (Vs 8).
Por lo menos, en el caso del extranjero, el “ser cortado” probablemente significaba la exclusión de los privilegios de la Comunión con el pueblo de YEHOVAH DIOS (Ver comentario de Génesis 17, 14 y Éxodo 12, 15).
Versos del 10 al 16
YEHOVAH DIOS le prohibió estrictamente que comieran sangre, tanto al israelita como al extranjero (Vs 12). Por dos hechos se ve claramente, que no es puramente una ordenanza judía.
1. La orden fue dada por primera vez a Noé, progenitor de toda la raza humana luego del diluvio (Génesis 9, 4).
2. La primerísima legislación adoptada por la iglesia del N.T. incluía esta prohibición: en Hechos 15, 29, aunque es discutido este pasaje en la crítica textual.
El verso en hebreo se refiere a cuando se sacrifica un animal, permitido para comer, debe primero degollarse su pescuezo y vaciar su sangre, luego prepararlo y comerlo, no comerlo con sangre dentro de él.
No hay base en las Escrituras, para no permitir que se hagan transfusiones de la sangre, para salvar la vida humana.
El alma como es la creencia tradicional no es transferida a la otra persona al pasar parte de la sangre.
La prohibición de comer sangre se repite siete (7) veces en los libros de Moisés (Génesis 9, 4; Levítico 3, 17; 7, 26.27; 17, 10; Deuteronomio 12, 16.23.24; 15, 23).
La razón para no comer sangre, es que la sangre representa la vida.
Esta debe haber sido una lección impresionante para el cazador. Después de haber cazado un ave, recuerda la orden de YEHOVAH DIOS de tratar la sangre con respeto.
La vierte en la tierra y reverentemente la cubre. Por supuesto, esto no se hacía a causa del ave.
Tenía el objeto de enseñarle al hombre el valor y la importancia de la vida (Mateo 10, 29).
Aunque no se prohibía comer carne de animal mortecino o despedazado, la persona que la comiese quedaría contaminada.
Se entiende que la razón de esto, estaba en que la sangre no había sido debidamente drenada.
El término en hebreo “גר, guer” que se traduce como “extranjero”, hace alusión al hebreo “גר צדק, guer tzedek” , el prosélito que ha aceptado la Ley de Israel y la cumple, por lo tanto, está en pie de igualdad con el nativo de Israel.
Mientras que cuando la Ley nos dice en Deuteronomio 14, 21 que el “guer”, “extranjero” que reside entre nosotros puede consumir carne de animal cadáver.
Allí el término “guer” hace referencia al hebreo “גר תושב guer tosháb”.
Quiere decir “extranjero residente que no vive de acuerdo con la instrucción de Israel, ni se ha convertido a YEHOVAH DIOS de Israel”. Si come alguna cosa sacra o ingresa al Santuario en estado de impureza.