Mosqueteros de Yehovah

Judit Capítulo 7

Versos del 1 al 3

Al día siguiente de haber deportado a Ajior a Betulia, Holoferenes obra rápidamente mandando que su ejército marche en dirección a esta ciudad, para que se ocupen de las vertientes de las montañas y que establezca contacto con el enemigo.

Hemos hablado ya del emplazamiento de esta heroica y enigmática ciudad (Judit 4, 4-6), que disponía de unas murallas levantadas precipitadamente al anuncio de la llegada del ejército de Holofernes.

Teniendo en cuenta todos los datos en el libro, no se llega a identificar el lugar de Betulia, puede ser a la entrada de Esdrelón, al norte de Samaría.

Otra dice que salió una procesión de Betulia en dirección a Jerusalén, lo cual significaría que los participantes en ella recorrieron un centenar de kilómetros (Judit 16, 18).

De ahí que algunos exegetas dudan incluso de la existencia real de una ciudad con este nombre.

Obsérvese la pasividad de las otras ciudades frente al ejército invasor.

Ninguna le hace frente, ni se ponen obstáculos a las maniobras tácticas del mismo. Holofernes tiene la obsesión de Betulia, en donde cree radica la máxima resistencia por parte de los judíos.

Versos del 4 al 5

Desde la ciudad contemplaron los de Betulia la marcha del ejército asirio, que estrechaba el cerco.

Al ver tanta muchedumbre, les asalta la idea de que el enemigo devorará toda la faz de la tierra (Números 22, 4) y de que el suelo cederá a su paso.

Aunque las noches en Palestina sean algo más frescas que el día (Marcos 14, 54; Lucas 22, 55), no es probable que tuvieran necesidad de fuego los centinelas de las murallas, dada la estación en que se produjo el asedio (Judit 4, 5).

Más bien encendieron hogueras, para divisar los movimientos del enemigo en torno a los muros o para darle la sensación de que los habitantes de la ciudad estaban alerta (1 Macabeos 12, 28-29).

Versos del 6 al 7

Exploró Holofernes personalmente los accesos de la ciudad, reconoció los manantiales que surtían de agua a Betulia y los ocupó.

Antes en el verso 3 se dijo “que el ejército acampó en el valle, junto a Betulia, cerca de la fuente”.

Desde este momento Betulia se encuentra cercada por todas partes, no quedándole más dilema que entregarse o resistir.

No cabe esperar ayuda de las otras ciudades, ni de la misma ciudad de Jerusalén, que contemplan la heroica resistencia de Betulia, apoyando su causa con ayunos y oraciones, pero sin enviar soldado alguno.

Versos del 8 al 15

El designio de Holofernes era atacar la ciudad y acabar con ella, confiado en su superioridad. Considerando las cosas humanamente, ésta era la mejor solución.

Pero mercenarios de los pueblos vecinos de Israel, los príncipes de Esaú (idumeos), jefes de Moab y capitanes de las ciudades filisteas de la costa mediterránea, aconsejan al generalísimo de Nabucodonosor que estreche el cerco y espere a que los habitantes de Betulia se entreguen, acosados por el hambre y la sed.

Estos consejeros conocen bien la geografía de Betulia.

Versos del 16 al 22

Señala la Vulgata el detalle de que se pusieron cien centinelas en cada fuente. Los edomitas y parte de los amonitas ocuparon las cumbres de los montes vecinos, “frente a Dotán”.

Un tercer destacamento fue enviado por el “frente a Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente de Mojmur”.

Los comentaristas de Judit identifican generalmente a Egrebel con Aqrabeh, a 14 kilómetros al sudoeste de Naplusa, que bajo la dominación romana fue capital de la toparquía Acrabatene.

A 8 kilómetros al noroeste de Acrabe se encuentra Quzah, la antigua Jus. El torrente Mojmur debe identificarse con algún valle o río seco al frente a la capital samaritana.

Allí Holofernes cortó toda comunicación, ocupando un inmenso territorio al frente, este y norte de Betulia.

En todo este despliegue de fuerzas no encuentra Holofernes ninguna oposición de parte de los israelitas.

Los habitantes de Betulia comprendieron que estaban completamente cercados.

Al cabo de treinta y cuatro días se agotaron las provisiones de agua. Cortado el acceso a las fuentes, sus habitantes se vieron obligados a utilizar exclusivamente el agua recogida en las cisternas durante el tiempo de lluvia.

También estas reservas se agotaron, sin que hubiera posibilidad de ser rellenadas en breve plazo por razón de hallarse en los meses 4 y 5 (Judit 2, 47; 4, 5), en cuyo tiempo no llueve en Palestina.

Versos del 23 al 29

Betulia no estaba preparada para sostener un largo asedio.

Además de la falta de provisiones, no estaban dispuestos sus habitantes a morir por la defensa de Su YEHOVAH DIOS y de su ciudad.

La orden de resistir emanaba del sumo sacerdote Joaquín (Judit 4, 6), pero no iba acompañada con la promesa de una ayuda bélica eficaz.

Versos del 30 al 32

Desde el punto de vista puramente humano, la guerra de Holofernes contra Betulia puede compararse a la lucha de un elefante con una hormiga.

Ya hemos visto que Betulia no cuenta con ninguna ayuda militar exterior de parte de sus hermanos de raza, a pesar de “ser un pueblo numeroso” (Judit 5, 10).

Los guerreros de la villa son casi inexistentes, no se señala su número, no se dice que disparen una sola flecha ni que intenten una salida desesperada.

Su población se compone de mujeres quejumbrosas, de niños y hombres débiles, cuya aspiración es rendirse al ejército invasor antes que morir por su fe.

Las mismas autoridades de Betulia se muestran incapaces, débiles, oportunistas y de poca fe.

De una parte temen los alborotos del pueblo y de otra, la justicia de los sitiadores.

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