Versos del 1 al 10
El banquete se había prolongado y todos estaban rendidos por el sueño y el vino.
Holofernes, no pudiéndose valer por sí mismo, fue arrastrado a la tienda donde dormía, quedando tendido, inconsciente, sobre el lecho, vomitando el vino en cantidades hasta bañarlo.
Bagoas, que ejecutaba puntualmente el plan prefijado por su amo, despidió a todos los presentes, menos a Judit, que debía pasar aquella noche en compañía de Holofernes.
Antes de retirarse tiró la cortina (Judit 14, 15) de la alcoba para no violar la intimidad de aquel encuentro del general con la joven viuda de Betulia.
Judit recordó a Bagoas que como en noches anteriores, saldría también aquélla para hacer oración.
Judit cree llegada la hora de actuar aprovechando el estado inconsciente de Holofernes.
En su oración no se vislumbra ningún odio personal ni deseo de venganza, en aquellos momentos Judit obra por puro patriotismo y por motivos piadosos.
Jerusalén, la capital teocrática, está en peligro, la herencia de YEHOVAH DIOS puede pasar a manos extrañas.
Una vez asegurado el auxilio del YEHOVAH DIOS de Israel, Judit avanza, se coloca junto a la columna del lecho, descuelga de ella su“ cimitarra” que es un “sable con una hoja curva larga, originario de Oriente Medio”.
Se aproxima hasta rozar su cuerpo, agarra con la izquierda la cabellera desgreñada del general y con la cimitarra en su mano derecha descarga dos certeros golpes en el cuello de Holofernes, quedando la cabeza separada del tronco.
El cuerpo del general rodó al suelo (Judit 14, 15), envolviéndolo Judit con las ropas del lecho, para contener la sangre que a borbotones salía de la herida.
Como trofeo y para que empapase la sangre que chorreaba de la cabeza, se llevó consigo el dosel (cubierta ornamental que ennoblece y decora la cama de los nobles”, que cubría las columnas del lecho, verso 15.
La cabeza de Holofernes fue entregada a la sierva, que la colocó en la alforja (pera) de las provisiones. Era llegada la hora de la oración y ambas salieron como de costumbre.
Versos del 11 al 13
No dice que se purificara esta noche Judit en las aguas del torrente ni que se acercara a ellas.
En Judit 11, 17 y Judit 12, 6 alega Judit que debía salir a “orar a mi YEHOVAH DIOS”, en Judit 12,7 se dice que salía cada noche “para bañarse en el agua de la fuente”.
La alegría que produjo su llegada a Betulia fue indescriptible. A pesar de la hora intempestiva, todos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, grandes y pequeños, corrieron a las puertas de la ciudad.
La presencia de los ancianos era necesaria, tanto para dar la orden de abrir las puertas como para ser testigos del triunfo de Judit.
En contra de lo que dice el texto, debían todos esperar la vuelta de Judit, en cuanto expiraban las horas concedidas para entregar la ciudad.
Versos del 14 al 17
Judit reclama para YEHOVAH DIOS toda la “Gloria” de haber triunfado sobre los enemigos.
YEHOVAH DIOS no ha olvidado todavía a su pueblo, hoy como ayer y como siempre, YEHOVAH DIOS mantiene fielmente sus promesas mientras el pueblo se hace digno de ellas.
La cabeza de Holofernes y el dosel de su cama atestiguan su victoria sobre el general asirio.
La heroína quiere salir al encuentro de posibles torcidas interpretaciones, afirmando que sería blasfemo pensar que permitió YEHOVAH DIOS, que ella saliera triunfante comprometiendo su honor y su virtud.
Con energía vuelve a insistir diciendo que Holofernes no cometió contra ella pecado alguno.
De ahí que no debe avergonzarse de su hazaña, porque no se ha repetido en ella la aventura de Dina (Judit 9, 2; Genesis 34).
Versos del 18 a 20
Ozías pone de relieve que, en momentos difíciles para el pueblo, Judit no duda en exponer su vida para salvarle.
Esto y su inquebrantable confianza en YEHOVAH DIOS la ha exaltado sobre todas las mujeres (Jueces 5, 24; Lucas 1, 42). La escena recuerda a Génesis 14, 19.