Mosqueteros de Yehovah

Judit Capítulo 12

Versos del 1 al 4

Agasajos y atenciones recibidas, había llegado la hora de retirarse a descansar después de una noche de ajetreo.

En la tienda de Holofernes había muchos aposentos (Judit 10, 20-22). Por deferencia, Judit fue alojada en la “cámara de los tesoros”, en la cual se guardaba la vajilla de plata.

Se le señala una habitación con carácter permanente, porque opina Holofernes que Judit será su huésped por muchos días.

Ella aceptó el alojamiento, pero rehusó los ofrecimientos que le hacía respecto de los alimentos y de la bebida “para que no haya escándalo”.

Los manjares impuros serían un tropiezo para ella, porque aun en el supuesto de comerlos inconscientemente, transgredía con ello una regla que concernía a la pureza ritual, alejando a YEHOVAH DIOS de ella (Daniel 1, 8; Tobías 1, 12; 2 Macabeos 6, 18-7, 2).

La simple transgresión material de una prohibición era ya un pecado, una ofensa hecha a YEHOVAH DIOS.

Versos del 5 al 9

Judit inicia su plan de vida, los acontecimientos se suceden rápidamente, era necesario aprovechar el tiempo para cumplir su misión antes del plazo fijado para la rendición de Betulia (Judit 7, 31).

Judit se entrevistó con Holofernes a altas horas de la madrugada, una vez hecha la presentación, tanto Holofernes como ella fueron a sus respectivas cámaras a descansar.

Ella durmió hasta media noche, no se concibe que durmiera hasta esta hora y que, al despertar, mandara recado a Holofernes para que le autorizara a salir al campo.

Alega Judit motivos religiosos para salir a bañarse a aquellas horas intempestivas y en un sitio vecino a Betulia.

En el verso 7 se dice que salía para bañarse y de esta manera purificarse de las impurezas que pudo haber contraído en el trato con los gentiles (Éxodo 30, 17-21; Salmos 26, 6).

Es curioso ver a una viuda joven y de extremada belleza deambular sola, de noche, por el campamento asirio y tomar sus baños en la fuente custodiada por “cinco mil asirios” (Judit 7, 17).

No se comprende tampoco cómo Holofernes accedió a una petición, que podía poner en peligro su estrategia.

Esta circunstancia del baño fue creada para realzar más la pureza de Judit y para facilitar el regreso a Betulia después de la muerte de Holofernes.

Versos del 10 al 14

Bagoas el anfitrión, entre los antiguos orientales se encomendaba a los eunucos la custodia del harén, y no pocas veces se les conferían cargos de gran responsabilidad.

A Holofernes le hastiaba la vida cenobítica de la joven judía y no veía la hora de poseerla.

Buscando una ocasión propicia, pensó en celebrar un gran banquete, al cual se invitaría a Judit y a los íntimos colaboradores del general.

Pudo excluir del banquete tanto a los oficiales del ejército como a los de los servicios auxiliares y admitir tan sólo a los de su guardia personal.

Judit acepta sin titubear, convencida de encontrar en este festín la ocasión propicia para acabar con Holofernes.

Coincidía aquel banquete con la noche del cuarto día, terminaba al día siguiente el plazo señalado por Ozías (Judit 7,31).

Nótese que también en este libro, como en el de Ester juegan un gran papel los banquetes, que deciden situaciones muy comprometidas.

Versos del 15 al 20

Debía Judit en este momento crucial herir el corazón de Holofernes con sus encantos juveniles.

Asiste al banquete, pero, a pesar del ambiente sensual, supo mantenerse digna de su misión.

Se recuesta sobre las pieles de su uso, come y bebe de lo que trajo consigo.

Esta manera de instalarse en la mesa era considerada como un lujo en Israel antes del exilio (Ezequías 23, 41).

Antiguamente, los judíos se sentaban para comer (1 Samuel 20, 24).

Ester se tendió en un diván durante el banquete (Ester 7, 8).

Holofernes se halla en el paroxismo de la pasión, que iba “in crescendo”, enardecida por la presencia de la hermosura de la joven.

Con la pretensión de quebrantar su entereza con el vino, Holofernes la invitaba a beber, lo que hizo él copiosamente.

Mientras él acariciaba el pensamiento de poseerla en breve, se alegraba ella pensando que su misión salvadora estaba para realizarse de un momento a otro.

Los sendos vasos de vino que ingería Holofernes serían el principio de su ruina.

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