Versos del 1 al 3
Oración sacerdotal de Yeshúa. Este capítulo narra la más extensa oración de Yeshúa; fue calificada por D. Citreo (s. XVI) como “oración sacerdotal” y con este título se lo conoce en toda la tradición de la Iglesia.
Trata de la profunda interacción entre un Padre, todo amor y un Hijo, del todo obediente.
Yeshúa ora por su glorificación que es la gloria del Padre (vs 1-11a).
“Ha llegado la hora”: Toda la vida de Yeshúa se orienta hacia esta hora final.
La gloria que Yeshúa pide coincide con la resurrección, que incluye también a los discípulos y a todos los que acogen la revelación con Fe y dan fruto de Amor como lo dio el Hijo.
La expresión “vida eterna” más que aludir a su duración indefinida, se refiere a la comunión con el Yeshúa Resucitado ya sobre esta tierra.
La vida eterna será una realidad completa en los últimos tiempos, pero es también una realidad “penúltima”, escatología que se anticipa ya en el momento presente.
Todo gesto de amor legítimo, hecho a imagen del amor de Yeshúa, es expresión de eternidad, que derrota el tiempo.
Versos del 4 al 10
La vida de Yeshúa es contemplada en su conjunto como “glorificación del Padre”, realizada para llevar a término la obra que YEHOVAH Dios le ha encomendado hacer.
Pero, ¿cómo, dónde y cuándo se da el cumplimiento de esta obra del Padre?.
La respuesta la ofrece el evangelio (Juan 19, 28-30); en la hora suprema de la cruz, Yeshúa cumple perfectamente la obra del Padre.
Versos del 11 al 19
Yeshúa ora por sus discípulos. YEHOVAH de la lejanía y del terror (Éxodo 3, 1-6) se hace definitivamente Padre gracias a la presencia de Yeshúa, el Hijo.
Yeshúa pide al Padre que conserve a los discípulos “en tu nombre”. Significa conservarlos en una fidelidad dinámica, orientada a la plenitud y unidad con YEHOVAH: “para que sean uno”.
Los discípulos no pueden ser uno si no es a través de la comunión con el Hijo, por un nuevo nacimiento de YEHOVAH Dios (Juan 1, 13; 3, 3-5).
El fundamento y modelo es la unidad de amor del Padre y del Hijo.
El versículo 14 habla del don de la revelación y del odio del mundo.
Entiéndase por mundo todo aquello que se opone a Yeshúa, desde esta perspectiva mundo y comunidad de Yeshúa son dos realidades contrapuestas e irreconciliables (Juan 15, 18-19).
El centro de la oración es la súplica por la santificación de los discípulos en orden a la misión (vs 17-19). Esto justifica lo que precede y sigue.
Versos del 20 al 26
La glorificación de Yeshúa pasa a través de la santificación y misión de los discípulos Yeshúa ora por los futuros creyentes.
Yeshúa extiende la plegaria que va desde el grupo apostólico que ha enviado al mundo (Juan 17,18) hasta aquellos que creerán mediante su misión y su palabra.
Se puede descubrir la unidad profunda de toda la oración mediante el tema de la misión.
Ésta tiene su origen en el Padre que envía a Yeshúa, él envía a sus discípulos para comunicar su acción salvadora al mundo.
El mundo tiene aquí sentido antropológico, indica la humanidad entera.
La misión histórica de Yeshúa está por llegar a su fin; la misión de la Iglesia, en cambio, está apenas iniciada y se abre a la historia y al futuro.
Sin embargo, la Ekklesía no se encuentra sola: el Padre la santifica y guarda; el Hijo la reúne con su palabra y su presencia vivificante; el Espíritu la hace fuerte con el poder de su testimonio y profecía.
“Para que sean uno como nosotros”.
El perfeccionamiento en la unidad implica dos aspectos.
El primero es eclesial (ad intra): que la comunidad profundice en la Fe, el amor y en la santidad y tienda a una unión siempre mayor en Yeshúa y desde Yeshúa con el Padre.
El segundo es misionero (ad extra), tal como viene explicitado con rotundidad un poco más adelante: “y el mundo conozca que tú me enviaste”.
En la comunidad, congregada en unidad de amor, el mundo podrá reconocer la presencia del Hijo, Yeshúa glorioso, enviado por el Padre.
El final de la oración (vs 26) se relaciona con el comienzo del discurso de despedida, iniciado en el capítulo 13, a manera de conclusión.
Efectivamente, en Juan 13, 1 el evangelista había introducido la cena con estas palabras: “después de amar a los suyos, los amó hasta el extremo”.
Ahora, en el verso 26: “les di a conocer tu Nombre para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo en ellos”. Esta acción: “les haré conocer” se refiere a un futuro inmediato.
Se orienta decididamente hacia la pasión, en donde Yeshúa manifestará de forma patente, sin claroscuros ni reservas, su amor al Padre hasta el final, que es la muerte.