Introducción
Autor y fecha de composición Joel, hijo de Fatuel, cuyo nombre significa “el Señor es YEHOVAH”.
Es la época en la que actuó, el “enemigo del Norte” (Joel 2, 20) Asiria, que destruyó a Israel y Babilonia, también Judá.
La dispersión entre las naciones (Joel 4,2) es el destierro y está vista como un acontecimiento ya pasado.
La mención de los griegos (Joel 4, 6) nos lleva a una época tardía, así como su concepción escatológica.
La principal razón para colocar al profeta en el período preexílico es que se encuentra entre Oseas y Amós, ambos profetas del s. VIII a.C.
Tema. El profeta toma como punto de partida una catástrofe ciudadana, una terrible plaga de langosta, fatal para una cultura agrícola.
También él ha tomado parte en la situación, conoce las diversas variedades del insecto desolador, ha observado cómo se suceden las olas o nubes invasoras, contemplando con detalle los efectos destructores en las plantas.
En su revelación de YEHOVAH, la plaga de langosta se convierte en un ejército aguerrido y ordenado que asalta y conquista una ciudad.
La catástrofe nacional pide una acción religiosa de expiación, una jornada de ayuno y penitencia para suplicar la compasión divina.
Y aquí se nos presenta un aspecto de la religiosidad israelita, sus actos de culto, la proclamación del profeta, la participación de sacerdotes y pueblo en sus puestos respectivos.
Estos elementos litúrgicos están en el libro en su estado natural, sin transformación poética.
Todo culmina en el oráculo con que YEHOVAH Dios responde al pueblo, anunciando la liberación de la plaga y las bendiciones tradicionales que retornan sobre la tierra.
En este ambiente Joel presenta el “día de YEHOVAH”, momento de la historia en que YEHOVAH interviene soberanamente, usando como instrumento los fenómenos atmosféricos y los ejércitos humanos.
En “esos días” YEHOVAH DIOS hace juicio público, castigando y salvando. Éste, que es un “día de YEHOVAH DIOS”, es fácilmente el definitivo y futuro “día de la ira de YEHOVAH DIOS”, en cuanto lo anuncia y prefigura.
Mensaje religioso, es la visión escatológica del “día de YEHOVAH DIOS” lo más destacado del mensaje de este profeta, fiel al culto litúrgico de YEHOVAH DIOS.
Un “día” cuya principal característica, será la restauración definitiva por la efusión del Espíritu de YEHOVAH sobre todos y todas, sin discriminación: “sus hijos e hijas profetizarán, sus ancianos tendrán sueños, sus jóvenes verán visiones” (Joel 3, 1-2).
La expresión literal que usa, “toda carne”, abre sin límites su profecía, que será recogida por Lucas en los Hechos de los Apóstoles 2.
Capítulo 1
Verso 1
Identificación del autor y acreditación de la procedencia de su Palabra.
La Palabra es de YEHOVAH DIOS y está dirigida a Joel y por su medio a los demás miembros del pueblo, comenzando por sus ancianos y sus líderes.
Versos 2 al 12
Descripción y llanto. La descripción de un doble desastre natural hace de marco histórico a estos versos, una invasión de langostas ha invadido al país dejándolo todo arrasado (vs 4-9).
La imagen de la destrucción cuyos efectos han alcanzado hasta la misma casa de YEHOVAH, interrumpiendo la libación ofrenda de vino y la ofrenda del grano, es completada con los estragos de otra calamidad natural, la sequía (Joel 10-12.16-20).
Versos del 13 al 20
Duelo y súplica. La reacción ante la calamidad natural es la convocatoria al duelo y a la penitencia, “todo” proviene de YEHOVAH DIOS, lo bueno y lo malo.
Lo bueno como bendición y lo malo como castigo (Joel 2, 5) por tanto, estas catástrofes son vistas como señal que algo anda mal y que hay que convocar al ayuno y a la penitencia para aplacar a YEHOVAH.
Muchos de nuestros pueblos aún conservan estas convicciones y por eso no es raro ver que cuando hay una sequía, por ejemplo, salen en procesión con el santo de la localidad haciendo “rogativas” a YEHOVAH DIOS para que envíe el agua.
Si llueve, el “santo” es muy poderoso, si no llueve el “santo” no es tan poderoso o el pueblo tiene “cuentas” muy graves que resolver con YEHOVAH.
En estos contextos son comunes expresiones como “aplaca Señor tu ira y tu rigor”.
Compete a los evangelizadores orientar estas actitudes de nuestros pueblos.