Versos del 1 al 4
“¿Comprendes o dominas a la cabra montés?” (Gamuza en la Biblia Latinoamericana). YEHOVAH DIOS siguió bajando el nivel de conocimiento para Job, ya que podía posiblemente, conocer hechos de la naturaleza por simple observación.
Sin embargo, incluso este nivel relativamente bajo de conocimiento superaba a Job.
Las crías de una cabra montés, a diferencia de los niños humanos que necesitan de años de cuidado, pueden pararse a minutos de su nacimiento y pronto se van brincando a desarrollarse en lo salvaje.
YEHOVAH DIOS le recordaba a Job del arreglo de crecimiento y madurez. ÉL había diseñado el orden natural. ¿Diseñó Job esto o siquiera conocía mucho al respecto?.
Versos del 5 al 8
“¿Conoces o dominas al burro salvaje?” Job no tenía conocimiento de estos hechos de la naturaleza, mucho menos tenía poder sobre los animales.
Estas cosas pertenecían a YEHOVAH DIOS y no a Job. YEHOVAH DIOS sabía cómo vivía y se le proveía al burro salvaje; Job evidentemente no.
Versos del 9 al 12
“¿Conoces o dominas al búfalo?” Nadie dudaría de que Job era más listo que un búfalo.
Sin embargo, un búfalo no le serviría. Job carecía de conocimiento y de domino sobre el mundo natural.
Comprendiendo la imponente naturaleza de este antiguo búfalo, YEHOVAH DIOS crea aquí una imagen graciosa para Job.
Podría fácilmente imaginar a Job utilizando un rinoceronte para arar su campo o poniéndolo en su granero.
Versos del 13 al 18
“¿Comprendes al avestruz?” YEHOVAH DIOS hablaba del orgulloso agitar de alas del avestruz.
Tal vez, Job podía explicar por qué un ave que no podía volar tiene alas o por qué una criatura alada no puede volar.
YEHOVAH DIOS le recordaba a Job que ÉL es el que da la sabiduría, da o priva como le plazca.
Versos del 19 al 25
“¿Entiendes o dominas al caballo?” Como muchos, Job podía impresionarse con la majestuosa fuerza del caballo.
Sin embargo, no tenía fuerza para dar al caballo, ésta venía de YEHOVAH DIOS y no de Job o algún otro hombre.
Job no podía dar explicación para la naturaleza guerrera de un caballo, la cual opera contra la razón y el interés propio del caballo.
Versos del 26 al 30
“¿Entiendes o dominas al gavilán o al águila?”. Después de considerar a varios animales terrestres y la sabiduría y el misterio que los rodea, ahora YEHOVAH DIOS se vuelve hacia un ave majestuosa, el gavilán.
Job no podía explicar, mucho menos crear las mecánicas de vuelo para esta noble ave, era igualmente incapaz de explicar al águila y sus formas, muchos menos darle órdenes.
Pudiera parecer que YEHOVAH DIOS estaba siendo duro con Job, pero uno debe comparar lo que DIOS le dijo con lo que sus acusadores pensaban que DIOS debía decirle.
YEHOVAH DIOS no vino a Job como juez, ni siquiera como policía, vino a Job como un maestro, un maestro amoroso, encantador, alegre y poderoso.
Con sentido del humor YEHOVAH DIOS estaba una vez más con Job en su relación apropiada, por supuesto y eso era suficiente para él.
Lo que estos discursos no contienen es casi tan importante como lo que sí. Los discursos no revierten la opinión de YEHOVAH DIOS en el prólogo sobre Job.
Satanás estaba equivocado al impugnar las razones internas de Job para ser recto y los amigos de Job estaban equivocados sobre que la conducta externa de Job, fuera la razón de su sufrimiento.
Job no recibió ni la formulación de cargos ni tampoco el veredicto de inocencia que deseaba, pero tampoco fue humillado con una lista de pecados que hubiera cometido por los que estuviera siendo castigado.
Si nos parece exasperante que YEHOVAH DIOS nunca le da a Job ninguna razón para su prolongada y dolorosa experiencia, entonces nos habremos perdido el punto de estos capítulos finales.
Mientras que es verdad que la respuesta del Altísimo para Job no es ni lógica ni teológica, no es lo mismo decir que no le da respuesta alguna. El Altísimo sí da una respuesta, su respuesta es ÉL mismo.
Un pensamiento y sólo uno, es traído al primer plano. El mundo está lleno de misterios extraños, inaccesibles, misterios abrumadores que no podemos entender.
Confía, confía en el poder y en la sabiduría, la bondad de ÉL, el Omnipotente que lo gobierna.