Versos del 1 al 3
El profeta vaticina, entonces, cuál sería el castigo que debía sobrevenir sobre una ciudad que ha mostrado el comportamiento de ofrecer sacrificios humanos y cómo, de ese pueblo, no deberían quedar ni siquiera los huesos para el recuerdo.
Versos del 4 al 17
No quieren convertirse. En este nuevo mensaje contra los habitantes de Jerusalén y de Judá, YEHOVAH reprocha al pueblo su resistencia a convertirse.
Pero la conversión no es posible sin el reconocimiento humilde y sincero de las culpas, ahí está justamente el problema del pueblo y de sus dirigentes, no se convierten porque no ven de qué convertirse.
Para ellos era suficiente con “tener la Ley del Señor” y pensaban que eso bastaba para creerse sabios y buenos, pero el profeta hace ver una realidad distinta y el castigo que se acerca cada vez más.
En muchos ambientes cristianos se constata esta misma realidad, se consideran buenos, sabiendo que solo Bueno es YEHOVAH porque conocen unas citas bíblicas o porque llevan la Biblia debajo del brazo o la tienen entronizada en sus casas, pero cuán lejos se encuentran del ideal de vida que propone la Palabra.
Versos del 18 al 23
Llanto del profeta. Jeremías es el hombre compenetrado y comprometido con su pueblo
Pero como hombre de YEHOVAH que es, también está fuertemente ligado y comprometido con la causa del Señor.
El profeta sueña con una realidad diferente, con un pueblo que obedece y vive el proyecto de su Dios, por eso, al confrontar el ideal con la realidad, el profeta sufre y se lamenta por su pueblo.