Versos del 1 al 15
Contra Egipto. En la Biblia, Egipto es siempre un símbolo negativo para Israel por el recuerdo de su esclavitud, de ahí que ningún profeta recomienda coaliciones con este país.
Este oráculo predice la ruina que sobrevendrá a los egipcios.
Dada su desorganización interna (vs 2-4).
El mal manejo económico (vs 5-10).
Y la corrupción e incompetencia de sus funcionarios (vs 11-15).
En estas condiciones nada se puede esperar de Egipto, según el profeta.
No es difícil deducir que un reino débil en su interior sea presa fácil de los invasores. No es que el Señor entregue el país a un dominador duro, sino que las mismas circunstancias de ese pueblo lo hacen vulnerable al dominio extranjero.
Recuérdese que para el hombre antiguo y en este caso, para el israelita, todo procede de Dios, todo es obra suya.
Por eso, en la mentalidad del profeta, toda la anarquía y el desastre interno de Egipto son consecuencia del espíritu de vértigo, que ha infundido el Señor a quienes dirigen aquel país.
Versos del 16 al 25
Conversión de Egipto y Asiria. Estos versos probablemente fueron añadidos al oráculo anterior en una época muy posterior y diferente a la del primer Isaías, cuando ya incluso habitaban judíos en Egipto.
Encontramos aquí seis anuncios proféticos sobre ese país introducidos cada uno con la expresión “en aquel día” (16.18.19.23.24).
No hay que entender aquí una anticipación de lo que sucedería en el futuro, sino la constatación de lo que está viviendo en su tiempo el autor de estos versos, es decir, colonos judíos establecidos en Egipto (Jeremías 44, 1).
Se subraya la reconciliación entre Egipto, Israel y Asur y la bendición de la que son objeto gracias a la propia bendición de Israel. La reconciliación conlleva de por sí muchas bendiciones.