Versos del 1 al 27
Proceso ante Félix. La situación ha cambiado. Ahora los judíos tienen que desplazarse a la capital del poder romano local, Cesarea, a 100 Km. de Jerusalén, someterse a un tribunal extranjero y emplear a un abogado experto en derecho romano.
Todas estas diligencias son ejecutadas con rapidez. En sólo cinco días están preparados para la acusación, tal era la prisa que tenían en deshacerse de Pablo.
Como buen abogado, Tértulo comienza con las fórmulas protocolarias de alabanzas al juez Félix por esto y por aquello. Era una zalamería descarada.
Los judíos odiaban a Félix por su mano dura en la represión de las revueltas y por los onerosos impuestos.
El astuto Tértulo pone inmediatamente el dedo en la llaga: alude a la paz romana de la que gozan gracias a Félix y que ahora podía estar en peligro.
La paz romana era el centro de la ideología del imperio, su razón de ser.
Una vez captada la benevolencia del juez, el abogado judío presenta tres acusaciones:
1. Provocar por todas partes agitaciones y sediciones entre los judíos.
2. Ser jefe de la secta de los “nazarenos” (2, 22; 6, 15).
3. Haber intentado profanar el Templo que los romanos se han comprometido a defender.
Las tres acusaciones están ágilmente manipuladas como delitos contra la paz romana.
La primera es clara: agitación y sedición.
La segunda es más sutil. Aunque a los romanos no les importaban en absoluto las sectas judías, el nombre del “nazareno” Yeshúa sí que podía levantar sospechas en el juez.
Si Yeshúa fue condenado por los romanos como sedicioso, sus seguidores podían ser también considerados como tales.
La tercera sigue el mismo camino: si los romanos se han comprometido a defender el Templo, los que conspiran contra el temploT conspiran contra los romanos.
Al retirarse el abogado judío, Félix da la palabra a Pablo.
Éste comienza su defensa, pero no sólo es Pablo el que habla. A través de sus palabras, Lucas está respondiendo a las mismas acusaciones y sospechas que eran objeto las comunidades cristianas extendidas ya por todo el imperio, incluso en Roma, varias decenas de años después que ocurrieran los hechos.
En aquella sala del juicio estaban en confrontación: Roma, el judaísmo y Pablo, el cristianismo.
Lucas por boca de Pablo, responde y aclara.
Respecto al imperio romano, éste no debe tener ningún motivo de queja contra los cristianos, éstos, ni provocan desorden ni perturban la vida ciudadana, al contrario, son ciudadanos ejemplares.
Las acusaciones, son falsas. Respecto al judaísmo, Pablo el cristianismo no pertenece a ninguna secta rebelde.
El “Camino” es continuación y culminación del judaísmo. El DIOS YEHOVAH que adora Pablo es el de sus antepasados. Admite y venera las Escrituras, la Ley y los Profetas, y cree, como sus enemigos, en la resurrección. La alusión es clara: la resurrección de Yeshúa.
En cuanto a profanar el Templo, se trata de una invención de unos advenedizos de Asia.
Lo lógico habría sido dejar completamente libre al encausado. Félix, juez corrupto que espera dinero de Pablo, prefiere dar largas al asunto y deja al reo en prisión menor para complacer a los judíos.
Félix está colaborando al designio de YEHOVAH que quiere llevar a Pablo hacia Roma.