Versos 1 al 15
Cuando Jacob entró en la Tierra Prometida, se instaló en Siquem, ellos pasaron allí diez (10) años. Lo extraño es que Jacob decidiera quedarse en Siquem, al norte de Israel y no siguiera directamente al sur, donde vivían sus padres.
Ahora bien, las tragedias que se suscitaron en Siquem, a saber, la violación de Dina y la subsiguiente venganza por parte de Simeón y Leví, obligaron a la familia de Jacob a salir de ese lugar.
Finalmente, continuaron su camino hacia el sur. Jacob no sólo debía visitar a sus padres, sino que tenía otro propósito en esa dirección: regresar a Betel, donde había hecho un voto a YEHOVAH DIOS.
La gran tragedia de Siquem, fue porque Jacob se dirigió a esa localidad, en vez, de ir directo a Betel, donde se suponía que debía estar.
Génesis 34 no menciona a YEHOVAH DIOS una vez y es uno de los capítulos más tenebroso en la Historia de Israel.
Ahora bien, en Génesis 35 menciona a YEHOVAH DIOS una y otra vez, más de diez (10) veces, además, once (11) veces más, que nombres como Betel e Israel.
Recordemos que Jacob había demorado en cumplir la Promesa del Diezmo y por esto le vinieron los problemas con Dina y sus otros hijos.
Los hijos de Israel debían hacer tres cosas antes de poder subir al Lugar Santo de Betel, que eran quitar los dioses extranjeros o ídolos, purificarse y mudar los vestidos.
Impacta en gran manera, saber que la familia de Jacob tenía ídolos paganos. Eran costumbres, producto de la transculturización que habían adquirido en Aram, al igual que en Siquem y Jacob lo había permitido.
Jacob tuvo que enterrar en Siquem toda su vida pasada, ahora estaba a punto de comenzar una Nueva Etapa.
A pesar de ser peligroso para Jacob dirigirse a Betel, lo más peligroso era desobedecer a YEHOVAH DIOS.
No importa cuáles sean las circunstancias más apremiantes, el lugar más seguro, es hacer la voluntad de YEHOVAH DIOS.
Es muy llamativo que la Escritura diga que “volvió de Padán-Aram”, cuando en realidad venía de Siquem.
Esta es una forma de decir que Jacob había desobedecido, debió ir directamente a Betel en su regreso a la Tierra Prometida, en lugar de haberse quedado en Siquem.
Si lo hubiese hecho, seguramente se habría ahorrado el gran dolor que su familia acababa de pasar, con la violación de Dina y la venganza de Leví y Simeón.
Notemos que, el nombre Jacob simboliza la naturaleza “humana” del Patriarca, mientras que Israel es su naturaleza “Profética”.
Siempre vamos a tener que enfrentar la naturaleza “natural humana” que tenemos, hasta que venga el Mesías y finalmente, nos transforme definitivamente para que no quede nada de “Jacob” en nosotros, con ello, prevalecerá “Israel” en nosotros.
Jacob, ya tenía once (11) hijos y una hija. Ahora YEHOVAH DIOS TODOPODEROSO le ordena multiplicarse, más todavía, en “una nación”, se refiere a Benjamín que todavía no ha nacido.
La expresión “una congregación de naciones” se refiere a Efraím y Manasés que iban a ser adoptados como hijos de Jacob.
De igual forma, podemos discernir el término Escritural en el sentido más profundo, diciendo que de Jacob iba a venir un pueblo, el pueblo “judío” y también una congregación de “gentiles”, puesto, que la palabra usada aquí para “naciones” es “goyim” que también significa “gentiles”.
En la primera ocasión que YEHOVAH DIOS le cambió el nombre, Jacob estaba contendiendo y resistiéndose. Pero ahora Jacob ya no tendría que luchar más con los hombres ni con YEHOVAH DIOS.
En Peniel, Jacob luchó con YEHOVAH DIOS, pero en Betel lo encontró. Allí conversó con ÉL.
Versos 16 al 26
Cuando salió de Betel, Jacob prosiguió su camino hacia el sur, en busca de sus padres, quienes habitaban en Hebrón.
Pero en el camino, aconteció algo que trajo tanto alegría como tristeza a Jacob: Raquel su esposa preferida dio a luz a su segundo hijo, pero ella, murió en el parto.
Antes de dar su último aliento, Raquel llamó a su hijo “Ben-Oní” que significa “hijo de mi pena”. Sin embargo, Israel le cambió después el nombre y le puso “Benjamín” que significa “hijo de mi mano derecha”.
Así nombró al hijo que estaba dedicado a ser la “mano derecha” del padre, éste permanecía a la par del padre en todo momento y le servía en todo lo que necesitaba.
A través de su pecado, tanto Rubén, Simeón y Leví se “descalifican” a sí mismos del supremo llamamiento de la Bendición de Abraham. Sería entonces el cuarto hijo, Judá, quien traerá al futuro Mesías.
Después de esto, Jacob decidió proseguir a la casa de su Padre Isaac. Llegó a tiempo, antes que su padre muriera, pero Isaac falleció poco tiempo después, como si estuviera esperando a ver a su hijo para descansar en paz.
Concretamente, aquí termina el proceso de selección, todos los hijos de Israel serán elegidos para la Promesa Divina. Todos los hijos de Jacob, se convertirán en una “nación” que se llamará ISRAEL.
YEHOVAH DIOS le prometió a Jacob, que su descendencia sería “una NACIÓN y un CONJUNTO DE NACIONES”.
De sus hijos vendría una nación, a saber los judíos descendientes de Judá, Benjamín y Leví y por otro lado, el conjunto de naciones, que lo integran los gentiles creyentes, de las diez (10) tribus perdidas que fueron asimiladas en las naciones.