Versos 1 al 18
Para empezar en este capítulo observamos los sucesos del reencuentro entre Jacob y Esaú, transcurridos veinte años cuando Jacob se marchó huyendo de la cólera de su hermano.
Tenía expectativa por saber si Esaú se vengaría como lo había anunciado o si, por el contrario, lo había perdonado.
Todo daba a entender, que se acercaba para cumplir su promesa de darle muerte, porque venía al encuentro equipado con cuatrocientos (400) hombres.
Jacob, por su parte, ideó una estrategia para proteger a su familia de una inminente arremetida de Esaú.
Su mayor aprecio por Raquel y el bebé José se hizo evidente al colocarlos de últimos, en el cuarto grupo en la caravana, para que tuvieran mayor opción de ponerse a salvo o hallar la misericordia de su hermano.
Jacob actuó con mucha astucia para aplacar la ira vengativa de su hermano, que se traduce en la gran amargura de Esaú, quien no optó por oponer resistencia, aunque tampoco tenía forma.
Jacob, estaba emigrando con su familia, criados y rebaños, ni queriendo, tenía como hacerle frente a Esaú, con posibilidades de subsistencia, por lo cual, su estrategia de guerra consistió en la humildad.
Así mismo, en las costumbres de la época cuando se acercaba a un rey, debían inclinarse siete (7) veces.
Es posible, que Jacob tuviese conocimiento que Esaú se había constituido rey de Seir, a la que le cambió el nombre a Edom.
Cabe destacar, que las Santas Escrituras nos revelan que Esaú, se marchó de la tierra de Canaán, para ocupar el territorio de Seir.
Esa era una región de desiertos y despoblada, pero Esaú, con sus descendientes la poblaron, constituyendo así el reino de Edom.
Esaú, tenía la certeza que en el territorio de Canaán no lograría ser influyente, por cuanto vivían como extranjeros entre las poblaciones amorreas, con derecho a trabajar las tierras pagando impuestos, pero sin derecho a adquirirlas como propiedad.
Esto lo impulsó a dejar la Tierra Prometida rumbo al desierto, para emplazar un reino en un lugar que en principio era inhóspito. Esaú, no era paciente, por lo que no estaba en la posición de esperar el cumplimiento de Promesa alguna.
Además, por lo que se constata en la Biblia de su carácter, él anhelaba continuamente, la gratificación inmediata, dando poca importancia a la Recompensa Eterna.
En pocas palabras, Esaú se propuso abandonar la Tierra Prometida persiguiendo el sueño de “mejores oportunidades”.
Como hemos constatado, su vida se caracterizó por el menosprecio a la Herencia Divina y por eso él no fue contado entre el pueblo de YEHOVAH DIOS.
Las Escrituras afirman que YEHOVAH DIOS rechazó a Esaú, como consecuencia de su rechazo al Señor y a su Herencia.
La Herencia que Esaú escogió fue ser rey de los “chacales del desierto”, en lugar de ser un “Doulos del Altísimo YEHOVAH DIOS”, por esta razón, lo vemos fuera de la Tierra Prometida.
Retomando, leemos que Jacob se inclinó ante Esaú siete (7) veces, como se dijo, no es extraño si Esaú era rey.
El Todopoderoso, aplacó tanto la ira en el corazón de Esaú por el Arrepentimiento de Jacob, que su reacción fue totalmente opuesta al verlo, se apiadó de su hermano y lo abrazó. Luego se interesó en conocer a su familia.
En el Medio Oriente existe una cultura peculiar, en lo que respecta a los regalos. Estos, se otorgan principalmente por dos motivos esenciales, a saber:
Obsequios de Reconocimiento
Son los regalos que se dan como compensación por una deuda, aplica también a los regalos para alguien que se considera como superior, reconociendo su señorío.
Obsequios de Compromiso
Su finalidad es obtener un favor a cambio. Esto es un tipo de pago anticipado, la compra de un favor o el emplazamiento de un Pacto.
Ahora bien, comprendiendo lo anterior, podemos ver el sentido de la pregunta de Esaú. Él estaba preguntando cuál era la intención de Jacob, al enviarle tantos regalos.
Esaú, no deseaba establecer ningún tipo de Alianza, no quería comprometerse con Jacob y por eso le dijo que él tenía suficiente y no necesitaba nada.
Pero Jacob le explicó que los regalos eran de Reconocimiento y no de Compromiso.
Resulta interesante comparar las distintas reacciones que tienen Jacob y Esaú al respeto de sus bienes y riquezas.
Esaú afirmó “tengo bastante”, en hebreo es “Rav” y también significa: “mucho, abundante”. “Bastante” implica abundancia, pero “no me pongo bravo” si consigo que me den más.
En contraste, Jacob declaró “tener mucho”, en hebreo es “Kol” significa: “todo, plenitud”.
Esto implica que tiene todo lo que necesita y por lo tanto, no requiere más nada.
Existe un refrán judío que dice: “Rico es aquel que está satisfecho con lo que tiene”.
Al oír Esaú creyó que su hermano se estaba convirtiendo en su súbdito, pero esa no era la intención de Jacob. Él lo reconoció como “rey de Edom”, pero no como “su rey”.
Jacob no quiso ir a Edom, sino a la Tierra Prometida, no le importó si como peregrino o extranjero, porque esa era la tierra que YEHOVAH DIOS le había prometido darles a sus descendientes.
“Esa era la tierra que anhelaba como su Herencia Eterna”.
El pequeño detalle consistió en que Jacob no sabía cómo explicarle esto a Esaú, porque quería evitar que su hermano se molestase con ese tema.
En fin, mientras Esaú regresó a su tierra en Seir al sur de lo que es hoy Jordania, Jacob emprendió su camino rumbo hacia la Tierra Prometida. Pero antes de cruzar el Río Jordán, se asentó temporalmente en Sucot.
Curiosamente, es el término hebreo para “tabernáculos o cabañas”, este es el nombre de la última Fiesta de Redención que celebra la vida de los israelitas en el desierto, justamente antes de entrar a la Tierra Prometida (Visitar en este sitio web las Fiestas del Señor, Fiesta de Tabernáculos, para más detalles).
Versos 18 al 28
Por último, llega a la Tierra Prometida después de un viaje planificado para pocos días que se convirtieron en los veinte (20) años de exilio, por lo cual, era un momento muy significativo en la vida de Jacob.
Lo primero que hizo fue comprar la segunda propiedad de la familia de Abraham, recordemos que la primera, fue la Cueva de Macpela, donde enterraron a Sara y posteriormente sepultaron a todos los Patriarcas.
Recordemos nuevamente, que en la antigüedad no se solía permitir a los extranjeros comprar tierra, por razones de seguridad.
Sin embargo, a Jacob se le concedió comprar tierra, probablemente por un Pacto que él hizo con los líderes del lugar, lo cual veremos en el próximo capítulo.
Posteriormente, otro acto importante el cual, hizo Jacob al entrar de regreso a la Tierra Prometida, fue levantar un Altar a YEHOVAH DIOS de Israel.
Jacob, hizo este reconocimiento cuando se cumplió en su Totalidad la Promesa que YEHOVAH DIOS le había hecho el día en que había salido huyendo.
Aunque Siquem era ideal para el oficio de Jacob como ganadero, en realidad no era donde debía establecerse.
Pronto YEHOVAH DIOS lo va a llamar para que siga su camino, tras los pasos de su abuelo Abraham.