Versos del 1 al 2
Nuestro Señor Yeshúa Ha Mashiaj, se refirió a los mandamientos como el camino por el cual se puede alcanzar la vida eterna (Mateo 19, 16-19).
Son adecuados para toda forma de sociedad humana; son aplicables y están en vigencia mientras dure el mundo (Mateo 5, 17, 18).
Nunca pueden volverse anticuados pues son la expresión inmutable de la voluntad y del carácter de YEHOVAH DIOS.
Con buena razón, el Altísimo los entregó a su pueblo tanto oralmente como por escrito (Éxodo 31, 18; Deuteronomio 4, 13).
Como en las Escrituras el número diez (10) representa la totalidad, estas diez (10) a palabras representan toda la instrucción.
La Torá o Ley, nos enseña que estas diez palabras, estaban escritas en dos tablas de piedra.
La tradición muestra, que en la primera tabla habían cinco palabras y en la segunda habían otras otros cinco.
Los cinco (5) primeros palabras tienen que ver con la relación entre el hombre y YEHOVAH DIOS y los cinco últimas tienen que ver con la relación entre el hombre y su prójimo.
En las cinco primeros palabras, aparece el nombre YEHOVAH ocho (8) veces, pero en las últimas cinco (5), no aparecen.
Las diez (10) van desde la más importante hasta lo menos importante.
La primero es la más importante pero la último es lo más difícil, porque es más fácil controlar las acciones que los pensamientos.
Las primeros diez (10) palabras empiezan con “Yo soy…” el Altísimo se presenta como el Eterno tu DIOS TODOPODEROSO, de forma singular.
Cada una tiene que tener una relación personal y singular con ÉL.
La base de nuestra relación con ÉL es la “redención” que hemos experimentado, tanto la primera, que se hizo por medio de Moisés, como la segunda, que se hizo y se hará por medio de Yeshúa Ha Mashíaj.
Versos del 3 al 6
Literalmente “delante de mi faz” o “dioses fuera de mi”, forma idiomática hebrea con frecuencia significa “además de mí”, “en adición a mí”, o “en oposición a mí”.
Siendo el único YEHOVAH DIOS verdadero, el Señor requiere que sólo ÉL sea adorado.
Este concepto de un solo YEHOVAH DIOS era extraño a la creencia y práctica politeísta de otras naciones.
YEHOVAH DIOS nos exhorta para que lo coloquemos delante de todo lo demás, colocándolo de primero en nuestros afectos y en nuestras vidas, en armonía con el requerimiento de Yeshúa en el Sermón del Monte (Maeo 6, 33).
La mera creencia no bastará, ni aún el reconocimiento de que ÉL es el único Dios.
Le debemos una lealtad de todo corazón, una Consagración como a un Ser personal a quien tenemos el privilegio de conocer, amar, en quien confiar y con quien podemos tener una Comunión bendita.
Es peligroso depender de algo que no sea YEHOVAH DIOS, ya sea riqueza, conocimiento, posición o amigos.
Es difícil luchar contra las seducciones del mundo y es muy fácil confiar en lo que es visible y temporal (Mateo 6, 19-34; 1 Juan 2, 15-17).
No es difícil violar el Espíritu está palabra en nuestra era materialista, poniendo nuestra fe y confianza en alguna conveniencia o comodidad terrenal.
Al hacerlo, podemos olvidarnos de Aquel que creó las cosas que disfrutamos (2 Corintios 4, 18).
El Todopoderoso castiga la idolatría de los padres sobre sus hijos hasta la tercera y cuarta generación, cuando no hay arrepentimiento en los hijos por la conducta de sus padres y cuando los hijos siguen esa conducta.
En el momento del arrepentimiento es rota esta maldición.
El verdadero amor a YEHOVAH DIOS se muestra mediante la Obediencia.
Puesto que YEHOVAH DIOS es Amor y sus tratos con sus criaturas son motivados por el Amor (1 Juan 4, 7-21).
YEHOVAH DIOS no desea que lo obedezcamos como una obligación sino porque elegimos hacerlo (Juan 14, 15. 21; 15, 10; 1 Juan 2, 5; 5, 3; 2 Juan 6).
Verso 7
Para esta palabra, la prohibición no se refiere a no usar el Nombre, sino usarlo vanamente y sin sentido.
Esta prohibición también se aplica sobre aquellos que dicen que son de YEHOVAH DIOS y no lo son, dando apariencia de piedad mientras que sus corazones tengan otra realidad (Ezequiel 36, 21-23; 39, 7).
La prohibición de pronunciar el Nombre de YEHOVAH DIOS es de origen rabínico, no de la Ley.
Por eso los judíos no pronuncian el Nombre YEHOVAH DIOS, sino lo sustituyen por Adonai (Señor), HaShem (El Nombre) o el Eterno.
La palabra así traducida significa “iniquidad“, “falsedad“, “vanidad“, “vacuidad“.
Inculcar reverencia es el principal propósito de la segunda palabra (Salmo 111, 9; Eclesiástico 5, 1, 2).
Es una secuela apropiada de los dos que lo preceden. Los que sólo sirven al verdadero YEHOVAH DIOS y le sirven en Espíritu y en Verdad, evitarán cualquier uso descuidado, irreverente o innecesario del Nombre Santo.
Esta palabra, también prohíbe el juramento falso o perjurio, que siempre ha sido considerado como una grave falta social y moral digna del más severo castigo.
Versos del 8 al 11
En el Vs 8 cuando muestra el verbo “acuérdate” en hebreo está escrito en la forma “paol”, la cual implica algo constante, como el español gerundio “guardando”.
Implica que uno se acuerde del Shabbat durante toda la semana. Al comprar algo bonito se destina para el Shabbat.
Esta palabra no la hace más importante a las otras. Todas son igual de importante para YEHOVAH DIOS.
Quebrantar una, es quebrantarlas todas.
El espíritu de la verdadera observancia del reposo, nos inducirá a aprovechar sus horas Sagradas procurando comprender más perfectamente el Carácter y la Voluntad de YEHOVAH DIOS.
Es un día para apreciar más plenamente su Amor y Misericordia y a cooperar más eficazmente con Él, ayudando a nuestros prójimos en sus necesidades espirituales.
Cualquier cosa que contribuya a esos propósitos primordiales, es apropiada para el espíritu y la finalidad del Shabbat.
El Shabbat es para dedicarse a YEHOVAH DIOS, no para otra cosa.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “obra” es “melajá”, que significa “obra”, “tarea”, “oficio”, “fabricación”.
La primera vez que aparece es en Génesis 2, 2-3 donde habla de la obra de la Creación.
“Melajá” tiene que ver con trabajo creativo, productivo y todo lo que interviene en la creación.
Esto no prohibe las obras de misericordia o el trabajo esencial para la preservación de la vida y la salud que no puede realizarse en otros días.
Siempre “es lícito hacer bien en Shabbat” (Mateo 12, 1-14; Marcos 2, 23-28).
El descanso que aquí se habla, no ha de ser considerado meramente en términos de la cesación del trabajo ordinario, aunque por supuesto esto está incluido.
Debe ser un descanso santo, en el cual haya Comunión con YEHOVAH DIOS.
Verso 12
La palabra de honrar a los padres, está entre las cinco primeras que tienen que ver con la relación con YEHOVAH DIOS.
La relación con los padres es un reflejo de nuestra relación con el YEHOVAH DIOS.
El que no honra a sus padres, no honra a YEHOVAH DIOS. El que honra sus padres honra a YEHOVAH DIOS.
Las cinco primeras palabras , están resumidas en Amar a YEHOVAH DIOS con todo el corazón, mente y fuerzas (Deuteronomio 6, 5; Mateo 22, 37-38).
Las cinco últimas están resumidas en el mandamiento de Amar al prójimo.
Debido a que antes de la edad cuando se tiene responsabilidad moral, los padres son para sus hijos como los representantes de YEHOVAH DIOS.
Es lógico y adecuado que nuestro primer deber que atañe al hombre, se refiriera a ellos (Deuteronomio 6, 6, 7; Efesios 6, 1-3; Colosenses 3, 20).
Otro propósito de esta palabra, es crear respeto por toda autoridad legítima.
El respeto comienza con el concepto que los niños tienen de sus padres.
En la mente del niño, esto se convierte en la base para el respeto y la obediencia que se deben a los que tienen una autoridad legítima sobre él para toda la vida.
Particularmente en la comunión con los hermanos y en la comunidad (Romanos 13, 1-7; Hebreos 13. 17; 1 Pedro 2: 13-18).
Está incluido en el espíritu de esta palabra el pensamiento, del que gobiernan en el hogar o fuera de el, debe conducirse de manera que sean digno del Respeto y de la Obediencia de quienes dependen de ellos (Efesios 6: 4, 9; Colosenses 3, 21; 4, 1).
Versos del 13 al 17
Para la palabra “No matarás” (Vs 13), lo primero es la muerte que causa al espíritu del hombre la desobediencia a la Palabra de YEHOVAH DIOS.
Lo que sigue es que somos incapaces de verlo reflejado en el prójimo porque el pecado nos separa de ÉL.
Estar muerto espiritualmente es sembrar la muerte en el prójimo.
Aquí, no se trata de la ejecución de un juicio divino sobre una persona, que ha sido condenada a muerte, sino de un asesinato.
El que mata a un ser humano que ha sido creado a imagen de YEHOVAH DIOS, es como si matara a Dios mismo.
El castigo por un asesinato es la pena capital (Levítico 24, 17).
Cualquier comprensión correcta de nuestra relación con nuestro prójimo, indica que debemos respetar y honrar su vida, pues toda vida es sagrada (Génesis 9, 5,6).
Yeshúa magnificó este mandamiento al incluir, como parte de su violación, la ira y el desprecio (Isaías 42, 21; Mateo 5, 21, 22).
Más tarde, el apóstol Juan añadió a su violación, el odio (1 Juan 3, 14-15).
Esta palabra no sólo prohibe la violencia física, sino lo que es de consecuencias mucho mayores: el daño hecho al alma.
La violamos, cuando inducimos a otros al pecado por nuestro ejemplo, nuestra conducta y contribuimos así, a la destrucción de sus almas.
Los que corrompen al inocente y seducen al virtuoso “matan” en un sentido mucho peor que el asesino y el bandido, pues hacen algo más que matar el cuerpo (Mateo 10, 28).
En el Vs 14 No cometarás adultero, se refiere el adulterio a ser infiel en el Pacto Matrimonial mediante una relación sexual con una tercera persona (Ezequiel 16, 32).
Con ese acto se quiebra el Pacto. El castigo por Adulterio es la pena capital (Levítico 20, 10).
Esta prohibición no sólo abarca el adulterio, sino también la fornicación e impureza, de toda y cualquier clase, ya sea en hechos, palabras y pensamientos (Mateo 5, 27, 28).
Es nuestro deber para con nuestro “prójimo”, significa respetar y honrar el vínculo sobre el cual se edifica la familia, la relación matrimonial, que para el creyente es tan preciosa como la vida misma (Hebreos 13, 4).
El casamiento hace del esposo y la esposa “una sola carne” (Génesis 2, 24).
Ser desleal a esta unión sagrada o inducir a otro a serlo, es despreciar lo que es sagrado y es también cometer un crimen.
Vemos ahora en el Vs 15 No robarás.
Aquí se interpreta como una prohibición para secuestrar una persona ya que en Levítico 19, 11 aparece otro mandamiento que prohíbe el hurto en relación con los bienes materiales.
El castigo por secuestro es la pena capital (Éxodo 21:16).
Para la Palabra del Vs 16, se refiere en primer lugar a no testificar falsamente contra una persona en un tribunal.
Pero también implica, no decir cosas contra el prójimo a otras personas y en general no mentir.
Una de las formas más graves de dar falso testimonio, es cuando una persona dice algo en el nombre de YEHOVAH DIOS que ÉL no ha hablado.
Esta prohibición frecuentemente es violada hablando mal de otro, con lo que su reputación es manchada, sus motivos son tergiversados y su nombre es denigrado.
Son demasiados, los que hallan que es insípido e insustancial alabar a sus prójimos o hablar bien de ellos.
Encuentran una emoción maligna en hacer resaltar los defectos de conducta de otros, en juzgar sus motivos y criticar sus esfuerzos.
Por impíos, muchos siempre están listos y ávidos para escuchar esta supuesta sabiduría, se aumenta la emoción y se exalta el yo egoísta y pecaminoso del detractor.
Esta palabra también puede ser quebrantada, por los que se quedan en silencio cuando oyen que un inocente es calumniado injustamente.
En el Vs 17 se define la codicia, como el querer algo que sea del otro.
Está prohibido hacer cualquier intento para obtener algo que pertenece a otro, cuando uno mismo desea poseerlo.
Está prohibido convencer a alguien a vender algo que no deseaba vender, por medio de presión, incluso si se dé el pago total.
El deseo de tener las cosas de otros puede llevar a la violencia y al asesinato (1 Reyes 21).
Finalmente, se puede decir que la codicia es la raíz de la cual crece el robo, y toca las raíces de las otras Palabras dadas por YEHOVAH DIOS.
Representa un avance notable, más allá de la moral de cualquier otro antiguo código.
Versos del 18 al 21
Los terrores del Sinaí los truenos, los relámpagos, el sonido de la trompeta, la montaña humeante, la nube y la voz que hablaba desde ella, llenaron al pueblo de santo temor (Deuteronomio 5, 23-31).
Moisés tranquilizó al pueblo con la serena seguridad de que no necesitaba temer.
Era el propósito de YEHOVAH DIOS impresionar en forma indeleble en sus mentes, un concepto de su majestad y poder como un freno para el pecado.
Los israelitas tenían todavía embotada su comprensión de YEHOVAH DIOS y por lo tanto, necesitaban la disciplina del temor hasta que llegara el tiempo, cuando estuvieran listos para ser guiados por la Tierna Voz del Amor.
Moisés se acercó a YEHOVAH DIOS. En contraste con el temor de sus compañeros israelitas, que los apartó de DIOS Todopoderoso.
El siervo de YEHOVAH DIOS, con la osadía de la Fe y de la Consagración, fue atraído al Señor. Él estaría donde estuviera YEHOVAH DIOS.
Versos del 22 al 26
Es comprensible esta repetición de la prohibición del Vs 3, debido a la prevaleciente idolatría de ese tiempo.
Se muestra cuán fuerte era esa presión idolátrica por el hecho de que, cuando el pueblo pensó que Moisés lo había dejado, inmediatamente hizo un becerro de oro.
Que éstas se introdujeran aquí sin explicación previa, indica que los sacrificios ya eran conocidos y ciertamente era así (Génesis 8, 20; 22, 9, 13).
No mucho antes Jetró había ofrecido un sacrificio dentro del campamento de Israel (Éxodo 18, 12).
Aunque durante muchos años los Israelitas no habían ofrecido sacrificios a YEHOVAH DIOS en Egipto, evidentemente preservaron la idea de hacerlo.
Movido por el Amor y en su ardiente deseo de que su pueblo no se corrompiera por la idolatría, otra vez, YEHOVAH DIOS prohibió la talla de altares adornados con objetos que los indujeran a la idolatría.
Esto sugiere el pensamiento adicional de que, si intentamos poner algo nuestro, en el sacrificio como un motivo para su aceptación, lo ofrendamos en vano.
La intromisión del yo, por bien intencionada que sea, es contaminación. El Altar es una expresión de la voluntad de YEHOVAH DIOS.
No es suficiente, que la ofrenda sea hecha con un motivo puro, debe ser ofrecida de una manera pura y reverente.
En el Vs 26 no se refiere a la desnudez del miembro del hombre, puesto que los sacerdotes llevaban calzoncillos de lino (Éxodo 28, 42), sino de la desnudez de las piernas.
Por respeto al Altar no se puede mostrar las piernas desnudas.