Mosqueteros de Yehovah

Éxodo Capítulo 19

Versos del 1 al 2

Llegaron el mes tres (3) de su salida de Egipto, llamado Siván. Comparable con la parte final del nuestro mayo o principios de junio.

Los versículos 1 y 2 tratan de la última parte del viaje de los israelitas al monte Sinaí.

En el Sinaí ocurrió uno de los acontecimientos más grandes de la historia de Israel:

La incorporación de Israel “como iglesia y como nación” bajo la teocracia.

Esa forma de gobierno continuo, hasta que los judíos se apartaron de ella con las palabras, Juan 19, 15 – “…No tenemos más rey que César…”

El proceso de organización en el Sinaí incluyó la proclamación de los Diez (10) Mandamientos, la ratificación del Pacto, la construcción del Tabernáculo, la promulgación de las leyes ceremonial y civil y la enunciación de varios procedimientos civiles y militares.

Se efectuó una relación única entre YEHOVAH DIOS y los descendientes de Abraham, en la que nunca entraría ninguna otra nación.

Tenía el propósito de preparar el camino, para la venida de Cristo como Salvador del hombre.

La palabra frente al monte, es la palabra hebrea, que ha sido traducida como “delante del” significa siempre en el lado oriental.

Antes, había muchas peleas entre diferentes grupos dentro de Israel, pero ahora habían llegado a un estado de unidad, de manera que es presentado como si fueran una sola persona.

La unidad, fue necesaria para que se entregara la Torá (LA INSTRUCCIÓN) desde el cielo. Ya habían pasado cuarenta y seis (46) días desde la salida de Egipto.

Cada uno de esos días representa una subida de Santidad del pueblo.

El máximo nivel de santidad es el cincuenta (50), que son los días entre Pésaj y Shavuot (Pascua y Pentecostés).

Cuando iba a ser renovada la entrega de la Torá (la instrucción) con el derramamiento del Espíritu de Santidad.

Vemos que los creyentes en Yeshúa del pueblo de Israel, estaban todos unánimes juntos, como está escrito en Hechos 2, 1.

Versos del 3 al 6

En el versículos 5, aparece una de las palabras más importantes de las Escrituras, “si” (condicional).

La invitación ha sido dada del cielo, pero requiere una respuesta por parte del hombre.

Si el hombre responde, recibe las Bendiciones del Pacto. Si el hombre no responde, no hay ni Pacto ni Bendiciones.

Hay condiciones, para poder obtener los Beneficios de los Pactos.

Muchas personas quieren los Beneficios sin cumplir las condiciones. El que no Escucha, ni Obedece, no será parte de ese pueblo especial, que es un tesoro para YEHOVAH DIOS.

La condición es la Obediencia.

Mi propiedad personal “especial tesoro” es la Palabra hebrea “segulá”, que significa un tesoro bien amado. Implica algo que uno no puede vivir sin ello.

YEHOVAH DIOS se ha atado al pueblo de Israel. No puede cumplir sus propósitos sin su pueblo.

Todo el plan de redención está unido a ese pueblo. Sin el pueblo el Plan de redención del mundo fracasará.

La palabra “kohanim”, “sacerdotes”, aquí significa “ministros”. Sin embargo, en estos dos términos se encierra todo el ministerio de Israel ante YEHOVAH DIOS y ante las naciones.

Israel tiene el llamado de ser un reino, una nación de gobernantes, que van a regir sobre el resto del mundo.

Versos del 7 al 8

El pueblo contestó por la tarde el segundo día de haber llegado al Sinaí, cuando Moisés había bajado del monte.

En la mañana siguiente, el tercer día de haber llegado al Sinaí, Moisés subió de nuevo al monte con la respuesta del pueblo.

Vemos como todo el pueblo contestó a una sola voz.

Convencidos y seguros en sus corazones de que los términos del Pacto serían justos y buenos y deseosos de asegurar para sí mismos y para su posteridad las Bendiciones que YEHOVAH DIOS había prometido, de buena gana los ancianos aceptaron el Pacto antes de saber lo que serían sus estipulaciones exactas.

Era deseable que el pueblo expresara su disposición de entrar en un Pacto, tal como YEHOVAH DIOS proponía y que tuviera tiempo para pensar bien en el asunto antes de que fuera llamado a la ratificación formal del pacto.

El clamor espontáneo: “Todo lo que YEHOVAH ha dicho, haremos” sin duda, era una demostración superficial de entusiasmo religioso, una reacción momentánea ante una verdad gloriosa y sublime.

Faltaba el espíritu de una conversión profunda y verdadera, el “corazón” de hacer lo que YEHOVAH DIOS demandaba.

No es de extrañar, que el pueblo pronto apostatara y adorara el becerro de oro.

Versos del 9 al 13

Cuando YEHOVAH DIOS habla a los hombres, siempre debe velar su Gloria porque no la pueden soportar los pecadores.

Si el Altísimo se reviste de humanidad, la forma humana es el velo. Si aparece en una zarza ardiente, el fuego mismo es una envoltura.

Como muchos del pueblo eran impíos e impenitentes, aquí en el Sinaí fue aún más necesario que ÉL se cubriera.

La nube desde la cual hablaba YEHOVAH DIOS, era la columna de nube que acompañó a los israelitas al salir de Egipto y los dirigió en su marcha.

Al tercer día de llegar al Sinaí del tercer mes, YEHOVAH DIOS le comunicó estas palabras a Moisés.

Moisés baja y habla con el pueblo y luego sube otra vez, con las respuestas del pueblo en el cuarto día del mes tres de haber llegado al monte Sinaí.

Esto significa que Moisés tenía que ver que el pueblo se santificara, durante el cuarto y quinto días después de haberlos llamado YEHOVAH DIOS.

Según la tradición, la Torá (la instrucción) fue entregada en Shabbat, el día sies (6) del tercer mes, después de haber llegado al monte Sinaí.

Aunque fue el día seis (6) de su llegada, YEHOVAH DIOS usa la expresión “tercer día” en alusión a la resurrección del Mesías en la cual también manifestó Su Gloria de una manera extraordinaria.

Moisés había de erigir alguna clase de barrera al pie de la montaña.

Puede haberla extendido a lo largo de una línea de montículos bajos, que estaban al pie del cuerpo de la montaña.

Mientras el pueblo se abstuviera de cruzar esos “límites”, estaría seguro.

Este severo castigo, fue anunciado específicamente por YEHOVAH DIOS para impresionar al pueblo, con términos bien claros, lo que significaba estar en la presencia del único Dios quien es Santo.

La palabra hebrea que ha sido traducida como “bocina” es “yovel”, que significa “cuerno”, especialmente cuerno de carnero.

Versos del 14 al 25

La santificación consistía en tres cosas:

1. Santificación del cuerpo

Pasar todo el cuerpo por agua purificadora, la mikvá, para ser libres de toda contaminación en referencia al contacto con la muerte.

En primer lugar, por haber tenido un contacto físico con algún cadáver o haber tenido emisión seminal o flujo menstrual.

2. Santificación de la ropa

Lavar sus vestiduras, como un acto de purificación exterior de la ropa, que es una extensión del cuerpo humano.

3. No tener relaciones sexuales

Esto produce impureza ritual, por su relación con la muerte (por los espermatozoides que mueren sin producir vida humana, para lo cual fueron creados).

El hombre que tiene derrame seminal se vuelve ritualmente impuro.

Mientras que el semen esté dentro de la mujer no produce impureza ritual. Pero en el momento de ser expulsado de la matriz produce impureza.

Pero después del tercer día ya no lo hace, porque en ese día, los espermatozoides ya no podrán producir vida y no causarían impureza ritual.

Esa es la razón por la que no podían acercarse a mujer durante los tres días.

Esta fue la primera celebración de Shavuot, el primer Pentecostés. En Pentecostés fue entregada la Torá (la instrucción) desde el cielo.

Y en el Pentecostés que ocurrió cincuenta (50) días después de la resurrección del Mesías, fue renovado el Pacto y la instrucción fue escrita en el corazón de Israel.

El sonido del shofar es muy significativo.

El shofar de Shavuot (Pentecostés) es llamado “el primer shofar”.

El shofar de Yom Teruáh (Trompetas) , el primer día del séptimo mes, es llamado “el último Shofar”.

El shofar de Yom Kipur (Expiación) , el décimo día del séptimo mes, es llamado “el gran shofar”.

El pueblo es sacado para encontrarse con YEHOVAH DIOS.

YEHOVAH DIOS también salió a recibir al pueblo.

Cuatro veces está escrito que el pueblo no puede traspasar los límites de lo prohibido, Vs. 12, 21, 23 y 24.

Recordemos que la raíz de la palabra “Torá”, “instrucción”, es “yará”, que significa “lanzar”, “disparar”, “apuntar”, “marcar”, “señalar”.

Esto nos enseña, que la Torá es la instrucción que pone los límites necesarios para el bien del hombre y la naturaleza.

La Ley de YEHOVAH DIOS, es la que marca dónde está la diferencia entre lo permitido y lo prohibido. Pecar, es cruzar los límites marcados por la Palabra de YEHOVAH DIOS.

El hombre espiritual, no está dirigido por sus impulsos naturales y pecaminosos, sino por los principios que YEHOVAH DIOS ha marcado en su Ley.

Un hombre espiritual es un hombre de principios, no de impulsos. El que cumple por Amor ha llegado a la Perfección.

El placer permitido es un resultado de la Obediencia a los principios marcados por el Altísimo en la instrucción de la Ley.

El pecado ofrece placer sin límites, sin principios, sin Obediencia. Ese placer se convierte a la larga en amargura.

El placer sometido a los principios de la Ley de YEHOVAH DIOS, es duradero y no produce daño ni amargura.

El pecado, el traspaso de los límites, crea un desequilibrio en la creación.

Los sacerdotes eran los primogénitos de todo Israel. Ellos podían acercarse al Altísimo.

Esto nos enseña que hay diferentes niveles de santidad, entre las diferentes funciones dentro del pueblo del Todopoderoso.

Lo que hace que algo sea santificado es que tiene un límite. El monte fue santificado por los límites y la presencia del Altísimo, que estaba limitada dentro de esos límites.

Moisés podía acercarse más que Aarón, Aarón podía acercarse más que los sacerdotes, los sacerdotes podían acercarse más que el pueblo y el pueblo no podía traspasar los límites.

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