Versos del 1 al 6
Habla del respeto que merece el lugar sagrado; rechaza la incoherencia (Oseas 9, 4; Amos 5, 21-24) y valora la actitud obediente (Eclesiastés 4,17); subraya la trascendencia de YEHOVAH DIOS (vs 1; Deuteronomio 26, 15; Salmo 115, 3; Josué 2, 11), de ahí que el silencio sea la manera más respetuosa de dirigirse a ÉL.
Así la instrucción egipcia de “Ani”, de alrededor del año 1000 a.C; advierte del cumplimiento de lo que se promete vs 3-4.
Todo ello está coloreado con algunas sentencias que suenan a proverbios populares, “la obediencia es más aceptable que los sacrificios”, “en lo que soñamos asoman nuestras preocupaciones” y “muchas preocupaciones traen pesadillas”.
Por último, alude al “mensajero” (vs 5), que puede referirse al sacerdote (Malaquías 2,7) o al ángel ante el que no es posible disculparse, pues lleva la cuenta de las obras (Tobías 12, 12; Hechos 10, 4) y concluye que lo mejor es alejarse de las vanas ilusiones y temer a Dios.
El cumplimiento de los votos es algo propio de todas las culturas (Genesis 28, 20-22).
La importancia de la prontitud en llevarlos a cabo ya la encontramos en Deuteronomio 23, 22, cuya advertencia está dentro de la antigua tradición sapiencial que mantiene cierta distancia de los sacrificios rituales.
La argumentación es que la desgracia la da Dios, pero la provoca el hombre (Éxodo 32, 10-14; Salmo 106, 23).
Las palabras que hallamos en este apartado son lógicas y llenas de sentido común, para nuestra reflexión, sirva un ejemplo en la misma línea de las secciones anteriores.
Puesto que hay votos y promesas, la obediencia es más grande, porque actúan mal los que obran al contrario.
Versos del 7 al 8
Autoridades. En Eclesiastés 3,16, Qohelet se expresaba en un tono muy parecido al tratar de la administración de la justicia.
Aunque pueda aludir a acontecimientos históricos, como la colaboración con los tolomeos en la época helenística, las expresiones siguen siendo de carácter universal.
El verso 8 resulta enigmático, quizás su sentido sea exaltar el cultivo del campo por los gobernantes.
Puede verse una alusión a las injusticias cometidas, pretexto de obediencia a una autoridad superior, injusticias cuya consecuencia es privar a los pobres de las rentas de sus tierras.
El Predicador no se admira de la opresión del pobre o del que está en un grado inferior, ya que son situaciones de hecho.
Su reflexión parte, como siempre, de la experiencia, pero todavía queda una pregunta, ¿acaso pertenecen a la categoría de lo que hay que aceptar sin remisión las situaciones de injusticia y explotación?.
Versos del 9 al 19
En el verso 9 es una sátira, no del rico malvado, sino del dinero bien o mal adquirido y bien o mal empleado.
En los versos del 12 al 16 coincide con Job, obra que hemos de situar también entre aquellas que critican la tradición sapiencial clásica del Antiguo Testamento, en el destino trágico del ser humano se va como el vino, pues nada se llevará del trabajo de sus manos (Job 1, 21).
Paralelo al versículo 16 es Job 6,4; 14, 1 también coincide con Job cuando afirma que el aborto es mejor que el viviente (Job 3, 13).
La conclusión se encuentra en los versos del 17 al 19; no es una renuncia a la posibilidad de ser feliz, sino una llamada al realismo: comer, beber y disfrutar (Eclesiastés 2, 24-25; 3, 12-13).
Una vez más debemos situarnos ante la realidad de la conexión entre riqueza y felicidad desde el punto de vista que lo hace el Eclesiastés, es decir, no en sentido moral, sino simplemente como quien observa y experimenta.
De aquí parte su reflexión y desde lo que le ha enseñado la sabiduría tradicional. Está convencido de que la felicidad no consiste en acumular bienes (Mateo 6, 19-21. 24-34), sino en el don de Dios que consiste en disfrutar de las actividades cotidianas.