Versos del 1 al 16
La sección anterior tenía la particularidad de enrostrar los pecados a todos los pueblos, incluido Israel.
A cada uno le fue dictada su sentencia merecida. Esta nueva sección, aunque todavía forma parte de los oráculos, tiene la particularidad de que cada mensaje va introducido con la expresión “escuchen”.
Además, aquí se ignoran los otros pueblos para concentrarse exclusivamente en el heterogéneo pueblo del reino del norte.
Al final de la colección vamos a encontrar tres “ayes” (Amos 5, 7; 5, 18; 6, 1) que subrayan aún más la amenaza y la personalizan.
Les pediré cuentas. A la mención de que fue objeto Israel (Amos 3, 2) se contrapone una larga cadena de comportamientos contrarios, protagonizados por el pueblo elegido.
La elección no era motivo de privilegio ni signo de una seguridad especial, sino más bien motivo de responsabilidad.
Israel tenía que haber cultivado esa relación con YEHOVAH con un especial empeño.
El castigo que le sobreviene es fruto de su propia irresponsabilidad. Se prevé la destrucción total, tras la cual no quedará prácticamente nada (Amos 3, 12-15).