Versos del 1 al 7
Como resultado del pecado, el hombre había sido expulsado de su hogar en el paraíso, donde gozaba de la comunión directa con su Hacedor.
Por causa que el hombre no era apto para vivir con YEHOVAH DIOS, el Creador por su parte, se dignó descender y habitar con el hombre.
YEHOVAH DIOS le había mandado a Moisés: “Me van a hacer un santuario para que yo habite en medio de ellos” (Éxodo 25, 8).
Moisés había hecho esto, y “la gloria de YEHOVAH DIOS” llenó “la morada” (Éxodo 40, 34).
En su infinito amor YEHOVAH DIOS no podía estar separado de los suyos, formuló un Plan para que pudiese vivir entre ellos.
Los acompañaría en su peregrinaje por el desierto y finalmente los guiaría a la tierra prometida.
La palabra para “Ofrenda” es la palabra hebrea “qorban” del verbo “qarab” “acercarse”, “acercarse a”.
Había dos tipos de holocaustos: los obligatorios y los voluntarios.
Algunos de los Holocaustos obligatorios debían ofrecerse en determinadas ocasiones y eran presentados por los Sacerdotes para beneficio de toda la nación.
Entre éstos están el holocausto diario (Éxodo 29, 38-42; Números 28, 3-8)
El holocausto de Shabbat (Número 28, 9, 10).
Y los holocaustos de las Fiestas de Luna Nueva, de Pascua, de Pentecostés, de la Fiesta de las Trompetas, del día de Expiación y de la Fiesta de los Tabernáculos (Números 28, 11 al 29, 39).
Otros holocaustos obligatorios eran de naturaleza ocasional y eran presentados por las personas afectadas.
Tales eran los holocaustos en ocasión de la Consagración de un Sacerdote (Éxodo 29, 15-18; Levítico 8, 18-21; 9, 12-14), del nacimiento de un niño (Levítico 12, 6-8), de la purificación de un leproso (Levítico 14, 19, 20), de la purificación ceremonial (Levítico 15, 14.15.30) y cuando se tomaba el voto del nazareo (Números 6, 13-16).
Los holocaustos voluntarios podían ser presentados por una persona en cualquier momento, pero debían ceñirse siempre a los mismos reglamentos que regían los holocaustos obligatorios (Números 7; 1 Reyes 8, 64).
Los reglamentos de este capítulo atañen específicamente a los holocaustos voluntarios, aunque el ritual también era similar para los otros.
No hay manera de poder acercarse a YEHOVAH DIOS sin sacrificios.
El sacrificio es necesario para poder acercarse a ÉL y estar en su presencia, como está escrito en Éxodo 23, 15b; 34, 20b y Deuteronomio 16, 16.
Ya que el sacrificio era conocido por parte de Israel, estas instrucciones hacia los Sacerdotes no eran particularmente nuevas, en su mayoría, se requería simplemente dejar en claro lo que ya era conocido a Israel a través de las tradiciones de sus padres.
Dios escogió un buen tiempo para presentar la Ley del Sacrificio.
Antes que el Tabernáculo de Reunión fuera construido, no había ningún lugar para el sacrificio y los procedimientos para el sacrificio no podían codificarse.
Pero ahora, con la realización del Tabernáculo, Israel podía traer sus sacrificios hacia un lugar y seguir los mismos procedimientos para cada sacrificio.
Un adorador Israelita no podía traer un animal “salvaje”, solamente podrían traer ganado doméstico de sus animales.
Esto muestra que una ofrenda hacia YEHOVAH DIOS debe costar algo.
Tanto las ofrendas de ascensión como las oblaciones, son llamadas “korbanot”, plural de “corbán” y sirven para acercarse a “HaShem”.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “holocausto” u “ofrenda de ascensión”, es olá, como ya se ha explicado anteriormente en Éxodo 38.
La raíz de olá es alá, que significa “subir”, “ascender”, “escalar”, “remontar”, “levantarse”, “alzarse”, “brotar”, “surgir”, “crecer”, “disiparse”, “engrandecerse”, “aumentar”, “dirigirse”, “inmigrar a la tierra de Israel”.
Para que sea aceptado el sacrificio será sin defecto (Levítico 22, 21).
Esto hace resaltar el hecho de que YEHOVAH DIOS exige lo mejor que tenemos.
Posiblemente no seamos ricos, ni podamos presentar grandes ofrendas, pero lo que demos, debe ser Perfecto.
No debemos presentar nada que sea inferior a lo mejor que tengamos.
No debemos dar a YEHOVAH DIOS lo que sea de valor inferior, una moneda defectuosa, una propiedad imposible de vender, restos de tiempo libre, entre otros.
En cambio, debemos servirle a YEHOVAH DIOS, con lo mejor que esté a nuestra disposición.
Ahora bien, toda Ofrenda debe cumplir el requisito de ser voluntaria y alegre.
Por ello, los que la presentan ofrendas, deben traerlas ellos mismos por su deseo, no puede el Sacerdote, Ministro o Pastor exigir que las suministren.
La Ofrenda es aceptable si la motivación es la Obediencia.
Al poner las manos sobre la cabeza, es que estaba haciendo una “transferencia”, se ponía la mano sobre el animal y la persona confesaba sus pecados.
Esos pecados eran transferidos simbólicamente al animal, después era sacrificado y en ese momento se cumplía la Justicia Divina de YEHOVAH DIOS.
Algo muy importante, es que la persona tenía que “confesar sus pecados”. Esto no era para que YEHOVAH DIOS escuchara tus pecados, pues ya conoce tus pecados.
Confesar significa “estar de acuerdo”, “aceptar que hiciste lo malo” y “no buscar justificaciones, ni culpables”, “sino aceptar la culpa”.
Por ello, había que “pagar la culpa” y era ese animal quien pagaba el precio en estos sacrificios. Los pecados de la persona eran transferidos al animal.
La palabra Hebrea para expiación (Kopar) es “cubrir”, cada pecado individualmente es “cubierto” por la sangre de la víctima del sacrificio.
Vs 6 Luego procedería a degollar el becerro ante YEHOVAH DIOS.
Es imposible suponer que una persona sintiera placer, al clavar el cuchillo en una víctima inocente, aunque esa víctima fuese un animal.
Originalmente, degollaba la misma persona que ofrecía el sacrificio, pero más tarde, los Levitas realizaron esta tarea porque se fueron multiplicando, centenares y aún miles, llegaban a ofrecer sacrificios en un solo día.
Los Levitas, podían desollar el animal más prontamente que el pueblo común.
Vs 7 Siempre ardía fuego en un lugar designado sobre el altar de los holocaustos. Era el deber de los Sacerdotes asegurarse de que ese fuego nunca se apagara.
La leña que se usaba en los servicios del Santuario era cuidadosamente inspeccionada antes de ponerla sobre el altar, la que estaba dañada por insectos o comida por gusanos, era rechazada.
Era tarea de ciertos Sacerdotes, vigilar para que siempre hubiera leña disponible y una vez al año se le pedía al pueblo que ayudase a juntar leña para el Santuario.
Esta tarea para el pueblo, debe haberles servido de instrucción, al juntar la leña debían examinarla para asegurarse que los Sacerdotes la aceptarían.
Versos del 8 al 14
La lección de orden es la misma del Vs 7, todas las piezas de la víctima debían acomodarse sobre el altar, siguiendo la misma disposición que tenían en el animal vivo, encima de la leña que también estaba en orden.
Lo primero, que se ofrece del animal a parte de la sangre, es la cabeza.
La primera letra del alfabeto hebreo es la “alef”, que significa “cabeza de toro”, “uno” y “lo primero”. Así que lo primero que se da es la cabeza.
La cabeza del toro representa la mente del hombre, es lo primero que se debe entregar a YEHOVAH DIOS para ser quemada, como está escrito en Romanos 12, 1-2.
El sebo que protege las entrañas es el que se ofrece en el altar. Se coloca encima de la cabeza del toro para cubrir el corte, se hace para mostrar respeto hacia YEHOVAH DIOS.
Vs 9 En armonía con la orden que ninguna cosa sucia debía ponerse sobre el altar ni usarse en el servicio de YEHOVAH DIOS, las entrañas y las piernas eran lavadas con agua antes de colocar la víctima sobre el altar.
Podría argumentarse que esto era innecesario, puesto que el fuego pronto consumiría el sacrificio y todo lo sucio sería destruido.
¿Para qué, entonces, perder tiempo en lavar las partes del animal?
También este procedimiento debe haber servido para exaltar la Santidad de YEHOVAH DIOS, su aborrecimiento por el desorden y por todo lo que pueda ensuciar.
Todas las acciones y todas las ceremonias, servían para repetir la lección de la Santidad de la obra de YEHOVAH DIOS, de la Santidad del Carácter Divino.
Las entrañas y las patas son lavadas en agua y luego quemadas en el fuego del altar. Entonces el sacrificio es agradable para YEHOVAH DIOS.
No es que el Creador esté disfrutando del sacrificio de un animal inocente que es quemado hasta ser calcinado. ÉL no es cruel.
Tampoco, YEHOVAH DIOS tiene necesidades de los sacrificios, como está escrito en el Salmo 50, 7-13.
El olor grato delante de ÉL no mana del animal cruelmente sacrificado, sino del corazón de la persona que lleva el sacrificio a YEHOVAH DIOS.
Si el corazón del hombre no está entregado a ÉL, su sacrificio no es agradable.
Por esto está escrito que YEHOVAH DIOS, miró con agrado a Abel y a su ofrenda.
En primer lugar miró al hombre y luego miró a su ofrenda. La ofrenda es una expresión de un corazón que Ama.
Los holocaustos eran ofrecidos en muchas ocasiones y representaban Consagración a Dios y gratitud a ÉL.
No tenían por objeto pedir un favor especial, sino que expresaban la gratitud por favores ya obtenidos.
Se ofrecían en ocasión de la purificación de un leproso (Levítico 14, 19-20), de la purificación de las mujeres luego de dar a luz (Levítico 12, 6-8) y por una purificación general (Levítico 15, 15.30).
En muchos casos, una ofrenda por el pecado acompañaba al holocausto, pero no siempre.
Si el que presentaba el sacrificio no podía o no deseaba ofrecer un becerro, podía escoger un carnero o un macho de cabrío del rebaño.
Esto era aceptado por YEHOVAH DIOS, pero, cualquiera fuera el animal que escogiese, debía ser macho y no tener ningún defecto.
El ritual a seguirse era igual al que correspondía cuando se ofrecía un becerro.
En este caso, no se dice nada de poner la mano sobre la cabeza del animal, pero indudablemente también se realizaba esta parte de la ceremonia.
Como ocurría con el becerro, el Sacerdote recibía la sangre y la rociaba alrededor del altar y sobre él.
Se seguía el mismo ritual empleado con el becerro. El animal era desollado y dividido en partes, se lavaban las piernas y las entrañas.
Luego, se llevaban las piezas al altar y se las acomodaba en orden.
Vs 14 Las tórtolas y los palominos no eran caros, de modo que aun los pobres podían ofrecer este sacrificio. Debe recordarse que los sacrificios de este capítulo uno, eran voluntarios.
Un corazón rebosante de Amor, encontraría alguna manera de presentar a YEHOVAH DIOS una Ofrenda, por pequeña que fuese. Tales ofrendas, eran tan preciosas a la vista de YEHOVAH DIOS, como las más ostentosas.
Versos del 15 al 17
Comúnmente el que ofrecía el sacrificio debía matar el animal.
Pero en el caso, de sacrificarse un ave había tan poca sangre que era necesario que el Sacerdote mismo la matara para que pudiese tocar rápidamente el altar con la sangre de la víctima.
YEHOVAH DIOS no aceptaba cualquier tipo de ave, ÉL aceptaba tórtolas o palominos como sacrificio.
El hecho que YEHOVAH DIOS aceptara becerros, ovejas, cabras o aves, nos muestra que estaba más interesado en el corazón, que en el animal que era ofrendado.
Si el sacrificio estaba hecho con el corazón correcto, YEHOVAH DIOS aceptaba el ave del hombre pobre, mucho mejor que el becerro del hombre rico.
Al mismo tiempo, el sacrificio tenía que corresponder con lo que uno pudiera dar. Era incorrecto que un hombre rico, solo ofrendara un ave como un holocausto.
De esta manera, cuando YEHOVAH DIOS hizo Su ofrenda por el pecado. ÉL dio lo más costoso que pudo dar: a Sí Mismo.
Todo el servicio debía ser realizado encima del Altar, en su esquina sureste.
Por su parte, el buche y las plumas, eran echados sobre el montón de las cenizas, pues si se quemaban, hubiera producido un olor desagradable.
Las aves eran demasiado pequeñas para partirlas, para rociar la sangre como se hacía en el caso de las otras ofrendas y demasiado pequeñas como para ponerles la mano encima (Ver Comentario Vs 4), pero de todos modos constituían un olor grato a YEHOVAH DIOS.
El que presentaba el sacrificio no tenía casi parte en el ritual, sólo traía el ave.
El Sacerdote hacía todo lo demás, y aun así, el que presentaba el sacrificio había hecho lo que podía, esto era agradable y aceptable ante YEHOVAH DIOS.