Versos 1 al 14
José, lloró por la muerte de su padre. Lo curioso es que no se menciona aquí específicamente a sus hermanos.
Sin embargo, hace alusión a que él asumió el lugar de su Padre como primogénito y con él todos estaban afligidos.
Por otra parte, no se puede desestimar que José estuviera llorando también de agradecimiento a YEHOVAH DIOS, por haberle dado la oportunidad de ver a su padre antes de morir y reponer el tiempo que dejó de verlo mientras estuvo como esclavo.
Como José era gobernador de Egipto, él siguió la costumbre de los egipcios de embalsamar a los muertos, lo cual toma tiempo.
La técnica del embalsamamiento consistía en infundir una gran cantidad de sustancias resinosas en las cavidades del cuerpo.
Pero antes de eso, se extraían todas las entrañas. Ya relleno el cuerpo del bálsamo, se sometía a una temperatura alta regulada para secarlo.
Esta labor tomaba aproximadamente treinta (30) días, luego de lo cual se empleaban otros cuarenta (40) días para ungir el cuerpo con especies. Este procedimiento, dejaba el cuerpo curado.
Luego, se lavaba y era enrollado con tiras de lino y las orillas eran selladas con goma. Después el cuerpo era depositado en un ataúd de madera diseñado con forma humana.
Cuando el cuerpo de Jacob estuvo embalsamado, José pidió autorización al Faraón para que le permitiera enterrar a su padre en la Tierra Prometida, para cumplir la solicitud de Jacob y el Faraón accedió.
Por consideración a los egipcios, José cumplió las observancias de la costumbre del país. Pero cuando llegó a la Tierra Prometida, él cumplió con la costumbre del pueblo de YEHOVAH DIOS, guardando duelo por siete (7) días.
La procesión que acompañaba el ataúd de Jacob era imponente, cuando los cananeos vieron venir tal cortejo, se admiraron y pensaron que debía ser una persona muy importante.
Gorén-Atad estaba al este del Jordán, lo cual implica que el cortejo fúnebre tomó el camino más largo, posiblemente para evitar conflictos políticos.
La ruta más corta hubiera sido a través del territorio de los filisteos.
Algunas fuentes concluyen, que los egipcios que acompañaban a José, se detuvieron allí y no entraron a Canaán, para evitar que creyeran que los egipcios estaban “invadiendo” la región.
Entre el cortejo fúnebre iba gente importante de la sociedad egipcia (vs 6-9).
Todos los hijos de Jacob fueron a sepultar a su padre en Canaán, cumpliendo así con su último deseo. Posteriormente, todos retornaron a Egipto.
Ya muerto Jacob, los hermanos volvieron a tener miedo de José, considerando que ahora él se vengaría de todo lo que le habían hecho sufrir. Ellos seguían con ese cargo de conciencia.
Versos 15 al 23
Pero no habría razón para temer, pues José ya los había perdonado, quizás el problema radique, en que ellos no se habían perdonado a sí mismos.
José, fue el primero en comprender que no podía vengarse tomando el lugar de YEHOVAH DIOS.
No era su trabajo darles el castigo merecido a sus hermanos. Si YEHOVAH DIOS decidía hacerlo, ÉL tendría que encontrar otro instrumento y no José.
Desde una perspectiva humana, José tenía el “derecho”, la autoridad y la posibilidad de aplicar el castigo merecido a sus hermanos, pero él se caracterizó por ser uno que aprendió la mansedumbre propia, del que se sujeta porque vive la Piedad.
YEHOVAH DIOS usa todo para bien de los que le temen. Cualquier circunstancia que atravesemos, los que guardamos su Palabra, practicando la Piedad, es tornada en Bendición por el Altísimo.
José, se comportó como un verdadero primogénito y patriarca de la familia. Él les aseguró a sus hermanos que él cuidaría de ellos y lo cumplió con toda solicitud.
José vivió ciento diez (110) años. Pero antes de su muerte, instruyó a los israelitas que cuando salieran de Egipto exhumaran sus huesos y los llevasen para darle sepultura junto a los patriarcas en la Tierra Prometida.
Como servidor público del más alto rango, José fue embalsamado y enterrado en Egipto. Aun así, José no estaba aferrado a Egipto.
Lo impactante, de su humildad consiste, en que nunca perdió de vista el Pacto que YEHOVAH DIOS, hizo con Abraham, Isaac y Jacob.
Él sabía que YEHOVAH DIOS cumpliría su Palabra, su propia vida era testimonio de ello.
Por eso, hizo jurar a su familia que no saldrían de Egipto sin llevarse sus huesos, cuando regresaran a la Tierra Prometida.
Él tuvo la convicción de que el éxodo iba a venir y por eso, hizo jurar a los hijos de Israel, para que sus huesos fueran desterrados de Egipto y puestos en la tierra de Canaán.
La Fe sabe, que sabe, que sabe, que sabe, que lo sabe, que es seguro, que es así, porque el Altísimo YEHOVAH DIOS es fiel a sus Promesas y ÉL no puede mentir.
Efectivamente, así aconteció. Esta promesa se materializó cuatrocientos (400) años más tarde. Cuando los israelitas salieron de Egipto, se llevaron cargando sus huesos (Éxodo 13, 19).
No los depositaron en Hebrón, donde estaban sepultados los patriarcas, fueron sepultados en Siquem.
En otra propiedad adquirida por Jacob, la misma quedaba localizada en el territorio asignado a una de las tribus de los hijos de José.
Finalmente, ni Abraham, ni Isaac, ni Jacob, ni José, vieron con sus ojos físicos el cumplimiento de las Promesas de YEHOVAH DIOS, pero sí lo vieron con sus ojos espirituales.
AMADOS MUCHAS FELICITACIONES A QUIENES NOS ACOMPAÑAN PERSEVERANDO EN ESTE RETO DEL AÑO DEL REY. QUE INVOLUCRA LA LECTURA CON MEDITACIÓN COMENTADA DE LA PALABRA ETERNA DE NUESTRO PADRE CELESTIAL YEHOVAH DE LOS EJÉRCITOS. ES SOLO EL PRIMER LIBRO. PASEMOS DE INMEDIATO A LEER EL ÉXODO.
Gloria a YEHOVAH por su Palabra de vida!!!!!