Mosqueteros de Yehovah

2 Corintios Capítulo 12

Versos del 1 al 10

Revelaciones y flaquezas. Es probable que los adversarios de Pablo y quizás también a imitación de ellos algunos corintios, se jactaran de experimentar fenómenos extáticos y revelaciones extrañas.

Una vez más el Apóstol, de mala gana, tiene que hablar sobre sus experiencias espirituales a las que no concede demasiado valor; ya en 1 Corintios relativizó su don de lenguas.

Pablo se muestra aquí pudoroso de su intimidad espiritual, en fuerte contraste con las declaraciones sobre su actividad apostólica.

La “autobiografía espiritual íntima” es un género que ni el Apóstol ni otros autores del Nuevo Testamento cultivaron. Para ellos “vivir es Cristo”.

El acontecimiento a que se refiere no nos es conocido por ningún otro testimonio. Ciertamente no es el del camino de Damasco, pues la cronología hace catorce años lo sitúa en otro momento.

De esta manera da a entender que ha sucedido mucho antes de su llegada a Corinto y que, por lo tanto, no hace falta estar en ese ambiente religioso y cultural para llegar a tener una experiencia de lo divino.

Y como es un don Yehovah Dios, el beneficiario no puede vanagloriarse, ni mucho menos exhibirlo como credencial de su apostolado.

Para remachar la afirmación hace una confesión dramática a los corintios. Dice tener como clavado en la carne un aguijón, un emisario de Satanás que le abofetea.

¿Una enfermedad? ¿El rechazo del Evangelio por parte de sus hermanos de raza, los judíos, cuyo fracaso se atribuye Pablo personalmente (Romanos 9 al 11)?.

¿La permanente intromisión de los judaizantes en sus comunidades (Gálatas 1,7; Filipenses 3, 2)? No lo sabemos.

De todas formas, el Apóstol nos da en los versos 8-10 un bello ejemplo de petición no escuchada.

“No sabemos pedir como es debido”, dirá en Romanos 8, 26. Es que Yehovah Dios escucha a su manera, no reduciendo la carga sino duplicando las fuerzas.

Véase la súplica de Jeremías y la respuesta de Yehovah Dios (Jeremías 15, 20-21).

Así se remonta Pablo a un principio de gran trascendencia: Yehovah Dios demuestra su poder usando instrumentos débiles. La debilidad es el terreno en que se manifiesta y actúa la fuerza de Dios.

Versos del 11 al 21

El ministerio en Corinto. A modo de recapitulación, Pablo concluye que no es en nada inferior a los predicadores rivales.

Lamenta tener que defenderse cuando deberían haber sido los mismos corintios sus defensores.

Todavía agrega otra prueba más: los prodigios, milagros y señales que acompañaron su ministerio en Corinto y que acreditan el Evangelio según la promesa de Yeshúa (Marcos 16, 17).

La presencia de la cruz en el Apóstol lleva consigo también la fuerza de la resurrección.

Les anuncia a continuación una tercera visita. La primera fue la visita fundacional, y la segunda, aquella en la que alguien le insultó y amotinó a la comunidad contra él (7, 7-13), de lo que más tarde todos se arrepintieron.

Les advierte de antemano que en esta nueva visita no les ocasionará gastos, porque lo que busca no es su dinero sino a ellos mismos.

El empeño de Pablo en trabajar con sus propias manos para su sustento debió ser algo insólito que la minoría acomodada de la comunidad no acababa de digerir.

Algún malicioso podría pensar: ¿no será una estratagema para sacar un beneficio mayor con la colecta?.

¿Querrá, tal vez, aprovecharse por medio de otros, como Tito o el hermano enviado por las Iglesias para supervisar la operación?.

La respuesta de Pablo, en forma de preguntas retóricas, expresa indignación ante semejantes insinuaciones.

Ya les ha dicho que se ha comportado siempre como un padre (6, 13; 11, 2) y que lo propio de un padre es ayudar a los hijos y no aprovecharse de ellos.

Como preparación, pues, para la visita anunciada, Pablo les confiesa sus temores de encontrarse con lo que no desearía.

Expresar la sospecha es una manera sutil de denunciar una situación presente y, al mismo tiempo, una exhortación a poner remedio cuanto antes.

Sólo pensar que se va a encontrar con una comunidad dividida por rivalidades, envidias, lo llena de profunda tristeza; sería como sufrir una humillación personal, como estar de “luto” por unos muertos de los que se ha sentido siempre tan orgulloso.

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