Versos del 1 al 9
Sabiduría superior. Pablo tiene una idea casi obsesiva, la elección gratuita de los corintios por parte de YEHOVAH Dios.
Vuelve a la carga, insistiendo en cómo se presentó ante ellos sin prestigio ni sabiduría humana convincente y persuasiva, sino débil y temblando de miedo.
Su saber y sus credenciales eran solamente Yeshúa y éste crucificado. Pablo, por tanto, no fue el trasmisor de ningún conocimiento humano superior.
Su fuerza persuasiva procede del Espíritu y es el Espíritu el que dio a los corintios la sabiduría misteriosa de YEHOVAH Dios.
Para acercarse a este misterio, el Apóstol recurre a Isaías 64, 3: “ningún ojo vio, ni oído oyó, ni mente humana concibió…” completando las palabras del profeta con este final suyo: “lo que YEHOVAH Dios preparó para quienes lo aman” (vs 9).
Versos del 10 al 16
Revelada por el Espíritu. Pablo continúa ahondando en el tema con una comparación. Viene a decir lo siguiente, nadie conoce en profundidad a otra persona si ésta no revela su propia intimidad.
La intimidad secreta de una persona la conoce únicamente la persona misma (Proverbios 14, 10; 20, 27) y sólo ésta puede comunicarla.
Para que se realice esta comunicación debe existir sintonía entre la persona que abre las puertas de su intimidad y la persona que es invitada a entrar en este misterio humano ofrecido.
De modo semejante, dice Pablo, sólo el Espíritu conoce la intimidad de YEHOVAH Dios y a Él toca revelarlo y hacerlo comprender.
A Pablo, como intermediario, le toca comunicar oportunamente a otros lo que él ha recibido por revelación.
Por su parte, los corintios tienen que sintonizar con el Espíritu para que la comunicación se realice.
Esta sintonía, para el Apóstol, es poseer “el pensamiento de Cristo” (vs 16).
Sin esta sintonía y horizonte cristiano, todo lo que provenga del Espíritu aparecerá como una incomprensible locura.
Pablo insiste una y otra vez en el protagonismo del Espíritu de Cristo como revelador del misterio de YEHOVAH Dios.