Versos 1 al 11
La lección del ricino. Jonás no da su brazo a torcer. Él es de los defensores de YEHOVAH, de los que piensan y pelean para que nada ni nadie que no sea “digno” se le acerque, ni siquiera lo invoque.
Si tuvo que venir a Nínive, fue porque no le quedó más remedio, pero en semejante territorio y entre semejante tipo de gente, ni pensar siquiera en pronunciar el sacrosanto Nombre del Altísimo.
Nótese que su mensaje parece más una frase de cartel o anuncio.
Lo trágico de todo ello es que aún hoy encontramos Iglesias, corrientes teológicas y grupos cristianos cuyo proyecto vital es esta misma manera de pensar, mezquina y reduccionista.
Contradicen y desautorizan a Yeshúa de Nazaret, que sólo exige hacerse pequeños y pobres para acceder a YEHOVAH, a un DIOS que ciertamente no necesita defensores, guardianes o guardaespaldas que impidan el roce con Él.
Estas actitudes dan crédito que todavía subsisten aquellos viñadores de la hora primera que se indignaron con su señor, porque quiso darles igual paga que a los viñadores de la hora última (Mateo 20, 1-15)
Vemos la gran enseñanza qué vemos en el libro de Jonas para Yehovah Dios nada le es imposible no hay nadie que pueda esconderse mas si es llamado por Yehovah Dios a llevar el mensaje de la buena nueva debemos estar atentos ser obedientes a los mandatos y preceptos qué el señor nos a dado para vivir santificados libres de la contaminación del mundo vivimos en el mundo, pero no pertenecemos a el sino a nuestro Salvador a quien nos amó desde antes de nacer.
Es Magistral la enseñanza que YEHOVAH nos da a través de este libro; que siempre se arrepiente del castigo cuando evidencia en las personas un teshuvá genuino. El requisito es hacerse pequeño para pasar a depender completamente de Él.