Versos del 1 al 7
Yeshúa ante Pilato. La decisión de eliminar a Yeshúa ya está tomada por parte de los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del Templo.
El motivo es aparentemente religioso, Yeshúa se ha autoproclamado Hijo de YEHOVAH, lo cual constituye una herejía.
Pero sabemos que en el fondo hay motivos más que religiosos para quitar a Yeshúa de en medio; definitivamente su presencia y sus enseñanzas resultan demasiado incómodas y peligrosas para la “estabilidad” de la nación, para la “seguridad nacional”.
Con todo, Pilato no encuentra motivo suficiente para la condena a muerte (vs 4), de ahí que los acusadores tengan que convertir la acusación religiosa en otra de tipo político, de alcance nacional.
“Está alborotando a todo el pueblo enseñando por toda Judea; empezó en Galilea y ha llegado hasta aquí” (vs 5), insistiendo en lo peligroso que resulta para el imperio (vs 2).
Versos del 8 al 12
Yeshúa ante Herodes. Lucas subraya la alegría de Herodes al ver a Yeshúa; hacía tiempo que quería verlo, dados los comentarios que había escuchado de Él, incluso pensaba que podría verlo realizar algún milagro.
Lucas quiere dejar claro que éste no es el modo de conocer a Yeshúa y de ahí el silencio que guarda el Maestro delante del Tetrarca.
Herodes, que sabe de lo difícil y complicado que es ser rey bajo un dominio tan “omnipotente” como el romano, toma las supuestas pretensiones de Yeshúa como una broma.
Él y su guardia se burlan de Yeshúa y como “rey de burlas” lo devuelve a Pilato (vs 11).
Versos del 13 al 25
Condena de Yeshúa. De nuevo ante Pilato, Yeshúa es hallado inocente. Pilato insiste en que no ve necesario aplicarle la pena capital.
Propone que una buena reprimenda será suficiente, pero los enemigos de Yeshúa insisten que debe morir.
Pilato no tiene más remedio que ceder a la presión de los judíos.
Lucas deja claro que el juicio y la condena de Yeshúa son desde todo punto de vista irregulares e injustos.
En el juicio, Yeshúa no ha tenido oportunidad de defenderse; en la sentencia, ni Pilato ni Herodes han hallado culpa.
No obstante, debido a la saña de las autoridades judías, la sentencia es dada.
Versos del 26 al 49
Crucifixión y muerte de Yeshúa. De los cuatro relatos de la pasión, el de Lucas es el más sobrio.
Por todos los medios evita narrar los hechos sangrientos con que afrentaron a Yeshúa: las bofetadas, los azotes, la corona de espinas.
Tal vez, los motivos para que Lucas presente así su relato sean básicamente dos: primero, su sensibilidad humana y, sobre todo, su profunda veneración por Yeshúa no le permiten presentarlo a la manera de Marcos y de Mateo.
En segundo lugar, su mayor preocupación es subrayar la injusticia que se cometió con Yeshúa, a cuyo extremo puede llegar la intolerancia y la obstinación de una nación que no quiso aceptar que en Yeshúa, YEHOVAH se les estaba manifestando en su totalidad.
De ahí la expresión de Yeshúa en el momento de la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (vs 34)”.
De otro lado, Lucas considera que es mucho más importante la manera como asume Yeshúa este momento definitivo.
Cuando podría ser objeto de lástima y de compasión, Él está dispuesto a consolar y animar a quienes lo lloran (vs 28-31).
Cuando cualquiera respondería con violencia a las burlas y los insultos, Yeshúa responde con el perdón.
Tratado como malhechor y puesto entre malhechores, Yeshúa acoge al ladrón arrepentido y le promete su compañía en el Reino.
En suma, para Lucas el momento de la cruz es el momento cumbre de la vida de Yeshúa, aquí es donde queda a la vista de todos, demostrada y atestiguada la realeza de Yeshúa.
Rey justo que perdona, acoge y comparte su Reino con quienes quieran aceptarlo.
Lucas rodea la muerte de Yeshúa de acontecimientos cósmicos: la oscuridad por falta del sol (vs 44), y de un fenómeno de tipo religioso, pero también de connotaciones universales: el velo del Templo que se rasga (vs 45).
Con ello quiere indicar el evangelista que el tiempo escatológico se inaugura ahora.
El acceso a YEHOVAH obstaculizado por el velo del templo ha quedado roto.
Aunque injusta, la muerte de Yeshúa tenía que inaugurar esta nueva era.
El centurión confirma la muerte de Yeshúa. Fiel al Padre, Yeshúa no desconfía de ÉL ni siquiera en el momento definitivo de su vida, en sus manos confía su espíritu.
Y fiel al Hijo, al que había declarado predilecto en el bautismo y en la escena de la transfiguración, el Padre lo acoge.
Versos del 50 al 56
Sepultura de Yeshúa. Lucas, igual que los demás evangelistas, conserva el nombre de quien se ocupó del cuerpo sin vida de Yeshúa para sepultarlo: José de Arimatea.
Es curioso que sea él y no ningún discípulo quien se encarga de esta tarea.
También aquí, Lucas quiere subrayar el distanciamiento de los discípulos con el fin de darle muchísimo más realce al reencuentro con el Resucitado y el cambio de actitud, que acaecerá en la comunidad apostólica.