Versos del 1 al 7
Denuncia y amenaza. El Señor mismo denuncia la obstinación de su pueblo no sólo porque no lo busca, sino porque de continuo lo ha rechazado desviándose en prácticas paganas (vs 3-4).
Estos versos evocan el problema de los cultos paganos que florecieron en Israel y que, aún después del exilio, tuvieron que ser combatidos.
La alusión a los que se sientan en las tumbas o andan entre sepulcros es una forma de denunciar a los que consultaban a los muertos, una antiquísima práctica que se dio también en Israel (1 Samuel 28, 3-24).
La ley de Moisés prohibía la nigromancia (Deuteronomio 18, 11).
El verso 5 es una fórmula de advertencia, para el que había realizado el rito sagrado de iniciación.
Se creía que al realizar ciertos rituales se quedaba impregnado de carga sagrada que podía transmitirse por contagio, dicha carga era tan peligrosa para el poseedor como para el que se acercaba.
Versos del 8 al 16
Suerte de buenos y malos. Estos versos describen el cambio de suerte para los que se han mantenido fieles a cumplir los mandamientos de YEHOVAH Dios.
Versos del 17 al 25
Nueva creación. El desorden y el caos introducido por las infidelidades y la obstinación de Israel hacen que Dios decida intervenir y su intervención será la creación de un cielo nuevo y una tierra nueva.
Ésta es una figura muy frecuente en la literatura apocalíptica.
“Dios intervendrá”, “Dios recreará”, pero hasta que esto suceda, el hombre y la sociedad tienen que ir dando los primeros pasos.
Las posesiones y bienes de los israelitas habían sido usufructuados por los invasores y dominadores. YEHOVAH Dios mismo promete que eso no volverá a suceder.