Versos del 1 al 10
Fecundidad de la estéril. Los sufrimientos y humillaciones del pueblo personificado en Sión van a dar sus frutos.
Nadie esperaría que una nación reducida a servidumbre pudiera reconquistar siquiera su nombre.
El profeta describe los tiempos cercanos, llenos de gozo y de felicidad.
Semejantes al gozo y a la alegría que siente la mujer que era estéril y despreciada y que ahora es fecunda y de nuevo acogida (1 Samuel 2, 5; Salmo 113, 9).
Otra imagen también familiar para el pueblo, era la de la mujer repudiada y de nuevo acogida como esposa.
Oseas había utilizado en su tiempo la misma figura (Oseas 2, 16-17).
Dios promete amor eterno y no es que quiera reiniciar, en sentido estricto, esta relación con su pueblo.
YEHOVAH jamás lo ha abandonado, su aparente ocultamiento fue sólo un instante (vs 7).
El pueblo puede estar seguro y confiado del amor perpetuo de su Dios (Deuteronomio 4, 37; 10, 15; Jeremías 31, 2), sobre todo porque es un amor gratuito.
Versos del 11 al 17
Reconstrucción de Jerusalén. La nueva Jerusalén: no hay más de dos o tres alusiones a la parte física o material de la nueva ciudad: las murallas, las torres o atalayas y las puertas (vs 12).
En este libro de Isaías no se preocupa tanto el tema del Templo, como Ezequiel, también profeta del exilio, que llega a describirlo hasta el detalle (Ezequiel 40–48).
Isaías mantiene su empeño en vaticinar una ciudad futura, cuyos cimientos sean la justicia y el derecho, únicos capaces de repeler cualquier amenaza (vs 17).