Mosqueteros de Yehovah

Nahúm Capítulo 1

Introducción

El profeta y su época. De Nahúm sabemos que nació en Elcas, la época que refleja su libro es la de la caída del gran imperio opresor de naciones, “el león que hacía presas”, Nínive, en el año 612 a.C., bajo el empuje de babilonios y medos.

Es una fecha grande y terrible de la historia universal la que canta Nahúm. Desaparece Asiria, retorna Babilonia y se anuncia una tercera potencia, Media.

Describiendo con exaltada pasión la caída del imperio temido y odiado, Nahúm canta también al Señor de la historia, que hace sonar su hora a los imperios.

El estilo de Nahúm es un magnífico poeta en tono mayor.

Ninguno como él ha sabido evocar líricamente el asalto y conquista de una gran ciudad del pánico, la agitación, los lamentos, ninguno se ha atrevido a acumular esa serie alucinante de sustantivos y adjetivos.

El mensaje del libro se centra en el hecho de la caída del imperio odiado.

Habla en nombre de las víctimas de Nínive, una de las potencias más sanguinarias y despóticas de entonces, en términos apasionados donde resuenan el rencor y el odio.

Hace patente que YEHOVAH de la historia no es indiferente a la opresión de los tiranos. Todo poderío político, basado en la violencia y la injusticia, tiene sus días contados.

Capítulo 1

Verso 1

Título del libro. Oráculo sobre Nínive, de Nahúm. Nahúm significa “YEHOVAH consuela”.

Por el contenido del libro vamos a ver que el profeta más que un personaje consolado, es un “no-resignado”.

Alguien con una satisfacción casi morbosa porque ha visto caer a la que parecía invencible, Nínive.

El tono del libro es muy optimista hacia todos los pueblos sometidos bajo la bota imperial Asiria y es probable que haya suscitado muchos sueños e ilusiones de paz y tranquilidad en su pueblo.

Sin embargo, mientras Asiria caía, Babilonia comenzaba a levantarse. No fue muy largo el período de paz y tranquilidad, ni en Israel ni en su vecindario.

Versos del 2 al 14

Teofanía y juicio. El himno que abre el libro de Nahúm canta la grandeza y omnipotencia de YEHOVAH.

Al subrayar su potencia y majestad divinas (vs 3-8), el profeta busca relativizar los demás poderes, comenzando por quien en ese momento se sentía dominador absoluto del mundo, amo y dueño de bienes y personas, el rey de Asiria.

Los versos 11 al 14 nos dan idea de la decisión de YEHOVAH de hacer justicia, decisión ya decretada y sin apelación posible (vs 14).

Así nos prepara el profeta para “presenciar” las imágenes más impresionantes de la caída de Nínive.

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