Versos del 1 al 6
Las viudas de Jerusalén. El nivel de decadencia moral hacía que el orgullo de las mujeres fuera tal, que, para preservar su independencia, llegaban a acuerdos ilegales.
Consistía en ponerse de acuerdo de estar siete con un mismo varón, quien no iba a tener responsabilidad como cabeza, pero al mismo tiempo, ellas recibían a cambio la libertad social por la sujeción a sus padres o parientes cercanos para vivir en completa independencia.
Por otra parte, la población masculina había sido diezmada por los continuos combates de Israel contra sus enemigos.
De tal forma que la influencia de la decadencia moral, hacía que las mujeres para ser honradas como madres, solicitaran a los hombres que fueran sus esposos por grupos de siete, para engendrar hijos con ellos.
En el Verso 2 se utiliza la expresión “vástago”, traducido como “germen, brote, retoño y fruto”.
Muchos comentaristas ven aquí un claro anuncio del Mesías y de su obra completamente transformadora como lo indica también Jeremías 23, 5 y Zacarías 3, 9; 6, 12.
Pero antes de la aparición de ese vástago es necesario que Israel pase por el “castigo purificatorio”, castigo del cual ha de quedar un “resto”.
Este resto purificado, que ahora se encuentra en Jerusalén, está llamado a convertirse en un pueblo fuerte, sin embargo, sobrevino la catástrofe del 587 a.C.
Este resto había que buscarlo entre los deportados (Ezequiel 6, 8-10), quienes serían convocados por YEHOVAH DIOS para la restauración mesiánica: Isaías 11, 11.16; Jeremías 23, 3; 31, 7; 50, 20; Miqueas 2, 12-13.
Con todo, ocurrió que después del destierro, el resto cayó también en infidelidad y de nuevo tuvo que ser castigado: Zacarías 1 ,3; 8, 11; Ageo 1, 12.
La fidelidad hasta el final sólo será vivida y encarnada por Yeshúa verdadero brote y germen del nuevo Israel.