Versos del 1 al 9
La sabiduría es entendida aquí como un proceso en el cual está incluida la corrección. Por tanto, el discípulo del sabio demuestra su amor y su interés por la sabiduría en la aceptación gustosa de las correcciones de su maestro.
Se insiste en rectificar continuamente las actitudes y los comportamientos en la vida ordinaria, “más vale ser modesto y tener un criado, que presumir de rico y no tener pan” (vs 9).
Versos del 10 al 14
Una de las cosas que observa el sabio es la armonía que puede reinar si cada uno se ocupa diligentemente de lo suyo, de ser así, toda empresa y actividad humanas tienen que prosperar.
Lo contrario es el desorden y la improductividad, que sobreviene al desinterés de las personas cuando descuidan sus deberes, eso es lo que califica el maestro de sabiduría como “necedad” o “insensatez”.
Versos del 15 al 21
El obrar sensatamente es producto de una conciencia cultivada.
El sabio no actúa a la ligera, por eso, la sabiduría se puede encauzar por el camino de la justicia y sólo quien sabe caminar por la senda de la justicia puede estar seguro de estar andando detrás de la verdad.
Versos del 22 al 28
La sabiduría, el saber vivir bien y el tener conciencia de actuar correctamente, se ponen aquí en línea con la voluntad de Dios.
“El Señor aborrece el labio mentiroso” (vs 22), no se actúa según el querer divino cuando nuestras acciones o palabras dañan, perjudican a otras personas o cuando las relaciones con los demás resultan cuanto menos poco constructivas.
Las acciones del sabio conducen a la vida, son signos de vida, las del necio o insensato son signos de muerte y a ella conducen.