Versos del 1 al 12
Entramos en la parte central de esta breve carta: la venida definitiva de Yeshúa de la que ha venido hablando hasta ahora.
¿Cuándo se realizará?.
Es éste un problema que parece no preocupar demasiado a la mayoría de los cristianos de hoy, pero que era de candente actualidad en las primeras comunidades de creyentes como la de Tesalónica, dando lugar a un clima de ansiedad y a veces de histeria colectiva, debido a rumores de los profetas de turno o a la difusión de “cartas falsamente atribuidas a nosotros” (vs 2) con fechas precisas de la inminencia del gran acontecimiento.
Es comprensible que una comunidad pequeña que vivía bajo la extrema presión de poderes opresivos, no viera otra salida a su situación sino en una huida hacia adelante, en el mismo estilo del pueblo hebreo avanzando en medio del mar con el faraón detrás.
Esto solo se logró con la esperanza de la venida final de un poder superior que desenmascarara y derrotara definitivamente a las fuerzas del mal del orden establecido.
Esta visión apocalíptica de “final del mundo” se ha venido repitiendo a lo largo de la historia cristiana en períodos de máxima tensión producidos por guerras o catástrofes naturales.
Quizás hoy tampoco falten quienes vean en los males que afectan globalmente a nuestro mundo y que escapan a nuestra capacidad de comprensión, como el hambre, la violencia generalizada o las fuerzas desencadenadas de la naturaleza.
Signos premonitorios de un final inminente y que busquen en la Biblia fechas precisas y concretas.
El asunto se complicaba en la comunidad de los tesalonicenses con la difusión de falsas doctrinas que aseguraban que Yeshúa había venido ya definitivamente y que la supuesta resurrección final no era otra cosa sino la nueva realidad espiritual que estaban viviendo (1 Corintios 15, 15).
En este contexto de confusión e histeria, Pablo afirma que la parusía ciertamente vendrá y que la futura resurrección será una realidad, pero niega que esta segunda venida de Yeshúa esté llamando a las puertas.
Simplemente, ni el Apóstol ni nadie sabe el día ni la hora (Mateo 24, 43-44; 1 Tesalonicenses 5, 2).
Por eso les pide que “no pierdan fácilmente la cabeza ni se asusten… como si el día del Señor fuera inminente” (vs 2).
A continuación, en un mensaje enigmático (vs 3-12) y difícil de comprender para el lector de hoy a causa del lenguaje apocalíptico en que viene expresado.
Pablo hace una lectura cristiana, a la luz de la prometida venida de Yeshúa, de las circunstancias traumáticas que vivía la comunidad: persecución, apostasía de algunos, diseminación de falsas doctrinas, división interna.
Seguramente los tesalonicenses sabían identificar quiénes eran esos personajes de dentro o de fuera del grupo cristiano, ese sistema político o ese emperador “que lleva el nombre de Yehovah Dios o es objeto de culto” (vs 4), o esas doctrinas que estaban causando tanta maldad.
A lo que el Apóstol se refiere misteriosamente con títulos tales como “el hombre sin ley, el destinado a la perdición” (vs 3), “el Rival” (vs 4), “el Impío” (vs 9), títulos todos sacados del vocabulario apocalíptico.
¿Cuál es, realmente, su verdadero protagonismo en el mundo?.
Aunque parezca que acampan a sus anchas, “por acción de Satanás”, con todo el despliegue de su poder seductor, “con toda clase de milagros, señales y falsos prodigios” (vs 9), “con toda clase de engaños perversos” (vs 10) que hacen que se pierdan “los que no aceptaron para salvarse el amor a la verdad” (vs 10).
Todos serán destruidos y anulados por “ Yeshúa, con el aliento de su boca… en la manifestación de su venida” (vs 8).
He aquí el mensaje de esperanza de Pablo a los tesalonicenses, que es también una invitación a los creyentes de hoy a hacer nuestra lectura cristiana de las realidades de muerte que afectan a la sociedad global en que vivimos.
No para dejar, como si fuéramos impotentes, la solución de nuestros problemas para la futura venida de Yeshúa, sino para hacer que esa victoria futura y total se vaya haciendo ya realidad en nuestro comportamiento de cada día.
El cristiano lucha y se compromete con la ventaja de saber que, al final, la victoria será completa.
Versos del 13 al 16
Oraciones mutuas. El Apóstol, dirigiéndose ahora a la comunidad fiel, comienza a sacar las consecuencias prácticas de todo lo anterior, en un clima de oración agradecida.
Da gracias a Yehovah Dios por los tesalonicenses, a quienes llama “los primeros en alcanzar la salvación” (vs 13) por haber permanecido firmes en el Evangelio “que los llamó a poseer la gloria de nuestro Señor Yeshúa Ha Mashiaj” (vs 14).
Y esta “esperanza magnífica” (vs 16) debe darles ánimos y fortaleza, tanto para anunciar ellos mismos la Palabra de Salvación que han recibido, como para testimoniarla con sus vidas, es decir, con toda clase de palabras y buenas obras (vs 17).