Versos del 1 al 40
Historia de Heliodoro. El ambiente de paz que reinaba en la Ciudad Santa se ve interrumpido por dos razones, la actitud cainita de Simón que traiciona al pueblo y la opulencia del Templo que despierta la codicia de los reyes.
A pesar que el autor intenta justificar la riqueza del Templo con fines solidarios (verso 10), el resto del texto deja claro que es una especie de banco donde los “poderosos” guardan su dinero.
No tiene justificación hacer del Templo un centro financiero, pero tampoco lo tiene saquearlo.
La conciencia religiosa del pueblo, entendida en el contexto de aquella época, no permitía que nadie y menos un pagano como Heliodoro, confiscara los bienes del Templo.
La actitud orante de todo el pueblo que pide a Dios la protección del Templo, le permite al autor compartir algunas enseñanzas, Dios escucha la oración de su pueblo e interviene milagrosamente en la historia, esta vez a través de seres celestes (verso 25), típico de la literatura profética (Zacarías 1, 8-10; 6, 1-3) y apocalíptica (Apocalipsis 6, 2-8; 19, 11-16).
El autor, tal vez recordando un enfrentamiento de Dios con el faraón, resalta el contraste entre un Heliodoro que entra al Templo con poder, prepotencia y escolta, pero que sale en una camilla al borde de la muerte.
En la respuesta de Heliodoro al rey, “la fuerza divina rodea el Templo”, se confirma uno de los objetivos de 2 Macabeos, recuperar la importancia y centralidad del Templo de Jerusalén.