Versos del 1 al 38
Expedición de Lisias. Las batallas van subiendo de categoría, esta vez es con Lisias, jefe de gobierno, tutor y pariente del rey.
Su objetivo, como el de todos los imperios, es controlar:
1. Lo político/administrativo: la ciudad (vs 2).
2. La religión: el Templo y el sacerdocio (vs 3).
3. La economía: tributo (vs 3a).
Lisias pone toda la confianza en su ejército, miles de caballería y 80 elefantes (vs 4) mientras Judas Macabeo la pone en el Señor (vs 6. 8-9).
Dios es el mejor aliado para todas las batallas de la vida.
El triunfo aplastante de Judas Macabeo sobre Lisias (vs 11-12) obliga a los dirigentes imperiales a desarrollar una intensa agenda diplomática con los judíos, donde les conceden a éstos, libertad religiosa, restitución del Templo, vivir según las propias costumbres y regreso a sus casas.
Concretamente, los Sirios no tuvieron más opción después de ver diezmados sus esfuerzos y recursos económicos, por las constantes Victorias de los Macabeos, por lo que inteligentemente concluyeron que una cosa es pelear contra el hombre y otra distinta contra su Dios Único y Verdadero.
Por lo que la negociación era el recurso inteligente, al cual apelaron para evitar seguir deteriorando su autoridad en la región por los continuos y aparatosos fracasos militares.
Esplendorosamente se hace obligatorio reconocer la manifiesta ayuda de YEHOVAH Dios, enviando su ángel guerrero delante del ejercito de los Macabeos, para llenar de valentía sus Espíritus, unificándolos en el sentido de la Guerra Santa para combatir heroicamente a sus enemigos.
Sus ochenta mil soldados de infantería (vs 2), miles de caballería y 80 elefantes (vs 4), no fueron suficientes para derrotar al remanente de YEHOVAH DIOS de los Ejércitos.
Ellos peleaban con toda pasión contra la transculturización griega, en la lucha por la prevalencia de la Cultura del Reino de YEHOVAH DIOS en Jerusalén la Ciudad de David.