Versos del 1 al 2
David era el gobernante dominante de su región, pero no era un tirano cruel. Aquí mostró misericordia hacia un rey pagano en empatía ante la pérdida de su padre.
David no se contentó con sentir misericordia hacia Janún. Él hizo algo para llevar consuelo al hombre.
Versos del 3 al 5
Es difícil entender por qué estos consejeros de Janún le dijeron esto al rey de Amón.
Es común que los mentirosos siempre sospechen que otros mienten. Este fue un vergonzoso insulto contra los embajadores de Israel.
En esa cultura, muchos hombres preferirían morir que tener que afeitarse la barba, porque tener la barba afeitada era la marca de un esclavo, los hombres libres llevaban barba.
David no utilizó a estos hombres como herramientas políticas para levantar la ira contra los amonitas.
Se interesó más por la dignidad y el honor de esos hombres y les permitió esperar antes de regresar a Jerusalén.
Versos del 6 al 8
Ellos sabían que habían hecho esto. David no rechazó a los amonitas, ellos se habían hecho odiosos a Israel.
Esta era una práctica común en el mundo antiguo. Los amonitas no tenían esperanza de protegerse a sí mismos, así que contrataron ejércitos mercenarios.
Es importante entender que David no era nada sin sus hombres valientes, y ellos no eran nada sin él.
Él era su líder, pero un líder no es nada sin sus seguidores y David tenía un ejército de los hombres valientes que lo seguía.
Estos hombres no comenzaron necesariamente como hombres valientes, muchos de ellos eran de los hombres angustiados, endeudados e inconformes que siguieron a David a la cueva de Adulam (1 de Samuel 22, 1-2).
Versos del 9 al 13
Cuando el ejército de los valientes se acercó a la ciudad amonita se encontraron rodeados.
Frente a ellos estaban los amonitas a la entrada de la ciudad. Detrás de ellos estaban los reyes mercenarios en el campo. No se veía bien para el ejército de Israel.
Joab solo tenía una estrategia en batalla, atacar. Muchos generales hubieran considerado rendirse al verse rodeados por ambos lados por el enemigo, pero no Joab.
Él llamó al ejército a tener valor y fe y les dijo que siguieran adelante.
Este es un gran discurso de Joab antes de la batalla. Hace por lo menos tres grandes puntos.
Valor y fuerza no son cuestiones de sentimientos y circunstancias. Son cuestiones de elección, especialmente cuando YEHOVAH DIOS hace su fuerza disponible para nosotros.
Podemos ser fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza (Efesios 6,10).
Joab los llamó a recordar todo lo que tenían que perder. Si perdían esta batalla perderían a su pueblo y a sus ciudades.
Esta era una batalla más grande que ellos mismos, y el ejército de los valientes debía recordar eso.
Joab sabiamente se preparó para la batalla con lo mejor de su habilidad y trabajó duro por la victoria.
Al mismo tiempo, sabía que el resultado finalmente estaba en manos de YEHOVAH DIOS.
Joab confió en que YEHOVAH DIOS obraría, e hizo todo lo que pudo hacer.
Creer que YEHOVAH DIOS hará todo y por lo tanto no hacer nada, es tan malo como creer que YEHOVAH DIOS nos deja a nuestro propio esfuerzo, sin ayuda.
Versos del 14 al 15
Ni siquiera dice que Joab se enfrentó a los sirios en batalla. Este ejército mercenario huyó delante del ejército de los hombres valientes porque YEHOVAH DIOS estaba con ellos.
YEHOVAH DIOS prometió este tipo de bendición sobre un obediente Israel (Deuteronomio 28, 7).
Cuando los amonitas vieron que los mercenarios se retiraban, también se retiraron. Ellos no podían hacer frente al ejército de los valientes más de los que los sirios podían.
Versos del 16 al 19
Los enemigos de Israel no se rendirían después de una derrota. Eran un enemigo persistente y regresaron a pelear otra vez.
David reunió al resto del ejército de Israel para evitar que los refuerzos sirios destruyeran al ejército de los hombres valientes. El resultado fue glorioso: el pueblo sirio huyó delante de Israel.
El énfasis en todo Israel es importante. Todo el incidente muestra por lo tanto a “todo” Israel cooperando bajo el liderazgo de David y estableciendo el “resto” requerido para construir el templo.
El capítulo termina con asuntos inconclusos en Rabá. Los ofensores amonitas siguen en su ciudad y Joab ha regresado a Jerusalén.
En la primavera el rey David enviará a Joab y al ejército otra vez a lidiar con Rabá mientras le espera en Jerusalén. Mientras el esperaba cómodamente en Jerusalén cayó en pecado con Betsabé.