Versos del 1 al 16
Matrimonio y celibato. Aquí comienza Pablo a responder a las consultas de los corintios.
Primero se refiere a los casados (vs 2-7).
En el extremo opuesto de los que declaran el “amor libre” se encuentran los que excluyen el matrimonio o las relaciones sexuales dentro de él, de acuerdo con filosofías sectarias de corte ascético. Había de todo en aquella comunidad tan pluralista.
Pablo respalda la pareja. Reconoce, ante todo, la normal inclinación sexual de todo ser humano, también de los creyentes de Corinto, y considera el matrimonio como el cauce concreto de vivir dicha inclinación.
Posee como trasfondo el mandato bíblico de dejar la propia familia, vivir con la esposa o esposo y multiplicarse en los hijos (Génesis 1, 28; 2, 24).
Es claro el reconocimiento por parte de Pablo de la igualdad de los cónyuges en cuanto a sus derechos sobre el otro. La mujer no es posesión del marido.
En cuanto a la sexualidad compartida, es taxativo: “no se nieguen el uno del otro si no es de común acuerdo y por un tiempo, para dedicarse a la oración” (vs 5).
El matrimonio institución creada por YEHOVAH Dios como su familia santa.
Pablo no concibe el celibato como proeza del esfuerzo y control humano, sino que, al igual que el matrimonio, se trata de un carisma, un don gratuito de YEHOVAH Dios.
Entre los diversos dones y carismas que YEHOVAH Dios nos da, no hay categorías de inferior y superior.
Pablo, se dirige a los solteros y las viudas de la comunidad y viene a decirles que permanezcan como están, es decir célibes, si ése es su carisma.
Si no, “más vale casarse que vivir consumidos en malos deseos” (vs 9).
Al igual que Yeshúa lo plantea en Marcos 10, 1-12 la indisolubilidad del matrimonio, establece una excepción a la regla en el caso concreto de los matrimonios mixtos tan comunes, al parecer, en la comunidad de Corinto.
Detalla los casos posibles con minuciosidad, refiriéndose al poder de santificación que son portadores tanto el marido como la esposa, cristiana capaz de trasformar al cónyuge no cristiano y a los hijos e hijas de ambos.
Lo importante es pertenecer a Cristo que nos compró a un gran precio, el de su sangre. No obstante, dice Pablo, los esclavos que puedan obtener la libertad, que lo hagan.
Versos del 17 al 24
No cambiar de condición. Estos versos parecen ser una especie de resumen: como regla general, que los casados permanezcan como tales, las viudas como viudas y los solteros en su estado de soltería.
Pero Pablo aplica ahora esta regla general a otras situaciones socio-religiosas: el estar circuncidado o no, el ser esclavo o libre.
La llamada de Cristo, viene a decir, no está vinculada a ninguna clase o condición social. Las asume todas y al mismo tiempo las relativiza todas.
En un plano superior, la distinción entre esclavo y libre queda invertida con ganancia para ambos; ser cristiano es una “emancipación” para el esclavo (Gálatas 5, 1).
Ser siervo de Cristo es un honor para el libre. Lo importante es pertenecer a Cristo que nos compró a un gran precio, el de su sangre.
No obstante, dice Pablo, los esclavos que puedan obtener la libertad, que lo hagan.
El horizonte desde el que habla es el de los acontecimientos finales de la historia que ya están llamando a las puertas.
Desde esta perspectiva, lo absolutamente necesario, que es pertenecer a Cristo, relativiza todo lo demás.
Versos del 25 al 40
Matrimonio y virginidad. Estamos ante un pasaje que ha generado gran diversidad de interpretaciones. Además, algunas palabras de Pablo pueden ser traducidas de diferente manera.
El Apóstol parece sentirse como perplejo ante la respuesta que da, por eso comienza diciendo que no tiene mandato del YEHOVAH sobre el tema. Sólo puede ofrecer un consejo.
El carisma o don vocacional que YEHOVAH Dios da a cada persona es el mejor para él o para ella y cada cual tiene derecho a referir las ventajas del camino elegido.
El apóstol hace hincapié, en que el camino estrecho que debe recorrer cada discípulo debe ser dirigido por el Ruaj Hakodesh, centrados en la instrucción de Yeshúa Ha Mashiaj, por tanto, el celibato como el matrimonio entre cristianos se reconoce como un llamado vocacional de YEHOVAH Dios.
Por lo que no hay un camino entre ellos que tenga mayor perfección, ambos son llamados que se ejercitan por pura obediencia a caminar en el propósito descrito por el Ruaj Hakodesh para la vida de cada discípulo.
El vinculo matrimonial requiere la muerte del yo para agradar al conyugue por mandato de YEHOVAH Dios.
De igual forma, el celibato también involucra la muerte del yo, en una lucha encarnizada contra los pensamientos y deseos impuros para servir a YEHOVAH con un corazón integro experimentando completa realización en ello.
Gloria a YEHOVAH por su Palabra y por instruirnos a través de pastores que nos dan alimento puro. Tenía muchas inquietudes con respecto a este capítulo que fueron aclaradas!!!! Bendito es YEHOVAH