Versos del 1 al 3
Mercader. Con base en la observación del diario vivir, el autor da por sentado que mercaderes y comerciantes no se libran de la injusticia.
Al parecer nunca gozaron de buena fama estos personajes, pero el mal no está en que uno sea comerciante, sino en que se deje arrastrar por el afán del lucro (vs 1).
Ahora bien, la clave para no caer en la injusticia, la da el autor en el vs 3, hay que ser firme y diligente en temer al YEHOVAH DIOS.
Así, el temor del Señor no es solamente principio de la sabiduría, sino además principio fundamental de la justicia.
Versos del 4 al 7
Conocer a los hombres. Usando la imagen de los metales preciosos que deben ser cribados o la del árbol que si está bien plantado da buenos frutos.
Ben Sirá nos habla del hombre auténtico que se revela en sus actos y palabras.
El lenguaje, los razonamientos de un hombre nos revelan su calidad humana.
Versos del 8 al 15
Bien hablar. Continúa la idea anterior. El hombre debe buscar siempre la sinceridad y ponerla en práctica en todo instante.
El comportamiento del hombre sincero atrae a otros de igual calidad y busca también la compañía de otros hombres sinceros.
Su comportamiento externo es diferente al del hombre necio cuya compañía hay que evitar.
Versos del 16 al 21
Guardar secretos. Una vez más vuelve al valor de la amistad, cuyas características principales son la fidelidad y la lealtad.
Cuando un amigo nos abre su corazón, seguramente lo ha pensado más de una vez y lo habrá hecho como un signo de confianza hacia nosotros, y si por ligereza o por cualquier motivo nosotros hacemos públicas las confidencias de nuestro amigo, ¿no es ésta la peor de las faltas contra la amistad? ¿Confiará otra vez nuestro amigo en nosotros?.
Hoy es también muy válido el cuidado que debemos tener en el cultivo de una verdadera amistad, basada en el respeto y la lealtad a la otra persona.
Versos del 22 al 24
Falso amigo. En continuidad con el tema de la amistad, Ben Sirá hace notar cómo hay quienes se comportan de un cierto modo en nuestra presencia, pero adoptan otro comportamiento cuando damos la espalda.
De este tipo de personas no hay que fiarse, en palabras del autor, son detestables y también hay que evitar su compañía.
Versos del 25 al 30
Quien la hace la paga. Por observación y por ley natural, el mal que buscamos para los demás siempre revierte sobre nosotros, es como quien lanza una piedra hacia arriba: le cae encima.
Por eso es también sabia la enseñanza, “el mal que no quieras para ti, no lo hagas a los demás” (Tobías 4, 15; Jesús lo enuncia en positivo: Mateo 7, 12; Lucas 6, 31).
Así como tampoco está bien alegrarse del mal ajeno, pues mañana podemos ser nosotros los que tengamos que sufrir la misma suerte.