Versos del 1 al 4
Cuando aparecía tal síntoma, la persona debía ser llevada ante Aarón o uno de los Sacerdotes para ser examinada.
La expresión “será llevado” Vs 2 implica la renuencia de parte de la persona para ir por sí misma, sabiendo lo que esto podría significarle a ella misma.
Y también para su familia, si se encontraba con la inhabilidad producida por el “tzaráat”. Por esta razón debía ser traída.
La Torá, introduce el tema acerca de la impureza causada por una plaga que es llamada “tzaráat”.
Esta plaga, no tiene los mismos síntomas que la enfermedad llamada “lepra”. Por lo tanto, al traducir la palabra “tzaráat” en “lepra,” se crea una idea equivocada en los lectores.
Hay dos pensamientos fundamentales en cuanto a esta plaga, se trata de una enfermedad que ha sido extinguida o se piensa que es una plaga sobrenatural que YEHOVAH DIOS pone sobre las personas que cometen ciertos pecados.
El judaísmo le atribuye mayormente al pecado del “lashón hará”, definido como “calumnia”.
La “tzaráat” es descrita en dos largos capítulos, nos enseña que este tema es muy importante.
Hay algunos otros textos en las Escrituras que hablan de esta plaga. Esos textos nos pueden enseñar algo más sobre su origen.
Aquí no se trata de la enfermedad que comúnmente conocemos como “lepra”, sino de otra cosa. Leer Éxodo 4, 6-7; Números 12, 1-10; Deuteronomio 24, 8-9; 2 Crónicas 26, 16-19 y 2 Reyes 5, 1-27.
Moisés tuvo “tzaráat” en su mano como una señal. Él había hablado “lashón hará” (calumnia) contra el pueblo de Israel diciendo que no le iban a creer (Éxodo 4, 1).
En Números 12, muestra que la plaga que vino sobre Miriam es de la misma clase que la que aparece en este capítulo de Levítico 13.
Miriam, fue golpeada por YEHOVAH DIOS con esta plaga por haber hablado mal contra Moisés. Vemos como la “lashón hará” fue causada por esta intervención divina.
El Talmud menciona siete (7) pecados que traen la plaga de “tzaráat” sobre el que no se arrepiente de “lashón hará”, estas son, asesinato, inmoralidad, falso juramento, arrogancia, robo y avaricia.
La Biblia, no da ninguna información en cuanto al origen, al contagio o la curación de la enfermedad.
Se la consideraba, como un “castigo por el pecado”. Esto pareciera haber ocurrido en el caso de María en Números 12, 10-15, Giezi en 2 Reyes 5, 27 y Uzías 2 Crónicas 26, 16-21.
Cualquiera hubiese sido la causa, el paciente era aislado, expulsado de su casa, no se le permitía entrar en ninguna ciudad amurallada, era excluido del Santuario y ya no podía asistir a ningún tipo de reunión.
Cuando se le acercaba otro ser humano, debía cubrirse la boca y gritar: “tamé, tamé” “Inmundo, inmundo” .
Si entraba en alguna casa, ésta también quedaba “inmunda”. Cualquiera que lo tocara, le sucedía lo mismo.
No era necesario que el Sumo Sacerdote realizase el examen. Podía ser hecho, por cualquiera de los Sacerdotes.
Según el Talmud, aquellos Levitas que no pudiesen servir como Sacerdotes por tener defectos físicos, podían servir para examinar estos casos.
Debía examinar la zona infectada, porque podía tratarse de “tzaráat” o no.
Había dos señales que debía buscar: pelo blanco en la llaga y una depresión en la piel.
Debe recordarse, que los judíos generalmente eran de pelo oscuro. Si existían estos dos elementos, se declaraba inmunda a la persona.
Esta plaga tiene tres síntomas:
1. Los pelos son blancos y el área afectada parece más profunda que el resto de la piel, Vs 3.
2. La mancha se extiende sobre la piel, Vs 7.
3. Hay carne viva en la mancha, Vs 10.
Los Sacerdotes tienen la autoridad para declarar “tamé o tahor”, “habilitado o inhabilitado”, a una persona o un objeto.
Cuando la persona tiene esta plaga, no se vuelve inhabilitada, hasta que el Sacerdote haya hecho una declaración de impureza.
Tampoco se vuelve habilitada, hasta que el Sacerdote le declare habilitada.
Por lo tanto, es la palabra del Sacerdote que decide cuándo la persona es “tamé o tahor”.
La declaración del Sacerdote tenía una implicación social importante.
El afectado no podía vivir dentro de la comunidad, sino tenía que vivir sólo, fuera del campamento o fuera de una ciudad si estaba amurallada.
Versos del 4 al 7
Una enfermedad, necesita “Sanidad”, pero una persona que ha sido afectada por “tsaráat” necesita ser “limpiada”.
Aunque Moisés pide a YEHOVAH DIOS que sane a Miriam de esta plaga (Números 12, 13), en la gran mayoría de los textos no se habla de ser sanado, sino de ser limpio, en hebreo “tahor” (2 Reyes 5, 10).
En Mateo 8, 2-4, no se habla de “sanar una enfermedad” sino de “limpiar de la plaga” de “tzaráat”.
Yeshúa no dijo: “sé sanado”, sino “sé limpio”. Yeshúa no le “sanó” sino lo “limpió”.
Por ello, se puede pensar, que no se trata de una enfermedad como las otras, sino de una plaga sobrenatural, que viene sobre el que no se “arrepiente a tiempo”.
Versos del 8 al 11
El Vs 2 mencionó las dos formas principales de “tzaráat”, la afección y coloración del pelo en el área, luego la Torá trató la condición de la carne y los síntomas más comunes de la misma.
Ahora, la Torá analiza la coloración en la herida y sus síntomas característicos.
Sin duda, había casos de personas que no se habían presentado al Sacerdote al ocurrir las primeras manifestaciones de una posible plaga de “tzaráat”.
Personas, cuyas familias, no se habían atrevido a presentarlos al Sacerdote, sabiendo lo que significaría para ellos un informe desfavorable.
Cuando su condición ya no podía ocultarse más, iba o era llevada al Sacerdote.
Si había hinchazón, si el pelo en ese lugar se había vuelto blanco y había también “carne viva”, se trataba de “lepra crónica” y el Sacerdote debía inmediatamente declarar inmunda a tal persona.
No había necesidad de ponerla en cuarentena, ni en observación, para ser examinada posteriormente.
Versos del 12 al 17
En Isaías 1,18 se encuentra una referencia a este Vs está escrito:
“Ahora Yehovah les dice: “Vengan, para que arreglemos cuentas. Aunque sus pecados sean colorados, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, se volverán como lana blanca.”
De esto aprendemos que la “tzaráat” está simbolizando el pecado. El pecado es lepra, “tzaráat”, para la condición del hombre.
Versos del 18 al 25
Para los efectos de este pasaje, toda dolencia de la piel, debido a una enfermedad o a un golpe, es conocida como inflamación.
En tanto, no se haya curado y siga purulenta, no puede ser considerada como “tzaráat”, incluso si presenta algunos de los síntomas característicos.
No obstante, una vez que se ha curado del todo, es considerada como los padecimientos descritos anteriormente.
Los Vs siguientes tratan de la fase intermedia: cuando la herida ha empezado a curarse y se ha formado sobre esta una fina capa de piel.
La Torá, menciona aquí el color rojo, sólo en relación con inflamaciones y quemaduras, no porque se aplique exclusivamente a las mismas, sino, porque el rojo es más frecuente en tales casos.
Si el padecimiento, no se extendió durante siete días de encierro, no se requiere otro período de aislamiento y el Cohén dictamina de inmediato que no se trata de “tzaráat”, sino de una cicatriz, dejada por la inflamación.
Las Leyes de esta “tzaráat” son idénticas, a las de las inflamaciones mencionadas anteriormente.
No obstante, se enuncian por separado, sólo para enseñar que si una quemadura y una inflamación están una junto a la otra, se evalúan por separado y no conjuntamente.
Así, si una quemadura y una herida están contiguas y se desarrollan síntomas en ambas, no pueden ser combinadas con el propósito de lograr el tamaño mínimo requerido.
Si ninguna posee, individualmente el área de un gris, ambas son puras, incluso si ambas combinadas sumasen tal medida.
Versos del 26 al 30
La “tzaráat” del cuero cabelludo o de la barba es diferente a todas las descritas anteriormente.
La esencia del primer padecimiento descrito en este pasaje, conocido como “nétek” (llaga), es que provoca la caída del cabello en medio del cuero cabelludo o de la barba.
El área calva, debe ser por lo menos gris y estar totalmente rodeada de cabello.
Según el consenso de los comentaristas, no importa el color de esa área y no es necesario que haya una decoloración de la piel.
En este caso, la presencia de pelo blanco tampoco es prueba de impureza.
La única manera, en la que estas partes del cuerpo pueden llegar a tener “tzaráat” es si se produce, caída del cabello y se presentan los síntomas expuestos en este pasaje.
Un “nétek” puede llegar a tener dos períodos de encierro y dos señales de impureza: si crecen pelos cortos amarillentos o si la dolencia se extiende por la piel.
Versos del 31 al 36
Si el pelo es de cualquier color excepto amarillento, esto exenta al área calva de contraer “tumá” (impureza), incluso si el pelo fuera de un color anormal.
Ninguno de estos dos síntomas de “tumá” (impureza) apareció durante el período de siete días de confinamiento.
Más si el área calva ha crecido o ha brotado pelo amarillento, sería “tamé” (impuro), el pelo en derredor del área afectada hay que dejarlo como referencia para poder notar si la afección se extiende.
Versos 37 al 44
A pesar de que aún, están presentes los signos de impureza, es decir, la llaga no se ha reducido y hay aún pelo amarillento en el mismo, se abroga la misma si brotan dos pelos oscuros dentro del área calva.
Aunque el Vs sólo habla de pelo oscuro, cualquier color diferente del amarillento, abroga la impureza.
Manchas brillantes, manchas blancas. Se trata aquí de una erupción inofensiva en la piel, pero se la incluye a fin de que no hubiera confusión posible, entre este tipo de erupción y la lepra para no causar ansiedad a la persona afectada ni a sus familiares.
Tal tipo de “peca” o de “empeine” no era infeccioso.
La razón, es que cualquier cambio indeseable en la condición física o económica de la persona, incluso si es una molestia menor como una cortada, debe ser considerado como un eventual castigo por pecados cometidos.
La víctima debe procurar una opinión experta, sobre si su comportamiento ha sido deficiente y cómo podría mejorarlo.
Esos consejos pueden obtenerse de los “Cohanim”, quienes son los maestros de la nación y asimismo, modelos a seguir en su servicio a YEHOVAH DIOS.
En caso de que a alguien se le caiga el cabello de toda la mitad posterior de su cabeza, de toda la mitad anterior de la misma o de su barba.
La nueva piel calva es considerada de la misma manera que en el resto de su cuerpo, con una excepción: la presencia o ausencia de pelo blanco es irrelevante.
Tal y como destacamos, la característica distintiva de la llaga, es que el área calva está rodeada de cabello, más en este caso, todo el pelo en el área afectada se cae.
La calvicie no es una impureza. Pero la infección puede aparecer allí como en otros lugares.
Si aparecía una mancha debía tratársela, como en los otros casos. En este, se trata de una mancha blanca rojiza acompañada de hinchazón.
En todos los casos previos, la Ley emplea sólo el pronombre, más en este caso, se refiere a la persona misma.
Cuando YEHOVAH DIOS Misericordioso castiga a una persona, prefiere hacerlo de manera tal, que no le cause humillación pública.
El pecador debe saber lo que le sucede y hacer penitencia, más no tiene que ser avergonzado innecesariamente.
Versos del 45 al 46
El leproso llevaba vestimentas de luto. Debía comportarse como si la muerte ya hubiese obtenido la victoria sobre él.
Los vestidos rasgados, eran la señal acostumbrada de calamidad y profundo pesar.
Debía llevar la cabeza “descubierta” o más bien desgreñada. No debía cortarse el pelo ni peinarse. Debía presentar una apariencia de desaliño.
En las últimas etapas de la enfermedad, los párpados, las orejas y la nariz desaparecen, quedando expuestos algunas veces los huesos de la cara.
Sería difícil imaginarse un espectáculo más repulsivo.
Si el leproso buscaba refugio bajo un árbol, cualquier persona que estuviera sentada a la sombra del mismo árbol, se consideraba contaminada.
El leproso debía vivir solo, fuera del campamento y bajo ninguna circunstancia podía entrar en la ciudad.
El leproso, dependía de la caridad para vivir. La lepra era en verdad una “muerte en vida”.
Una persona afectada por esta plaga no podía vivir con los demás.
Si su pecado había sido el “lashón hará” (calumnia), tiene que ver con la relación social, ya no podía tener contacto con los demás, tenía que vivir solo.
Ni siquiera tenía el derecho, de asociarse con otras personas impuras. Así no podía pecar más, con su lengua.
Versos del 47 al 59
Las vestimentas llevadas por los israelitas eran mayormente de lana o de lino. Bajo ciertas condiciones climáticas, podrían aparecer manchas de moho en ellas.
La “lepra” en las paredes de las casas o en las vestimentas tomaba forma de manchas o vetas rojas y verdes.
Parece haber sido una forma de hongo y aunque era diferente de la “lepra” de los seres humanos, probablemente indicaba que la casa era insalubre.
La ropa infectada podría quizá extender a los seres humanos una enfermedad causada por hongos.
Pero la razón, de esta plaga de “tzaráat” ya sea en casas, ropas o personas era consecuencia de una persistencia en el pecado.