Verso 1
Rostro en tierra, consciente de la responsabilidad que había cargado sobre sus hombros, Judit se postró en tierra en actitud suplicante, echó ceniza sobre sus cabellos Vs 11 y quitándose las prendas exteriores con que se había revestido, dejó ver el vestido o túnica de penitencia que llevaba a raíz de su carne.
La Palabra de YEHOVAH DIOS presenta este momento solemne, del cual pendía la “Salvación de Israel”, con la hora en que se ofrecía en Jerusalén el incienso de la tarde (Éxodo 30, 7; 34, 3; Salmo 141, 2) y en la hora en que se encendían las lámparas del santuario (Éxodo 30, 8).
En todo el libro Palabra de YEHOVAH DIOS tiene el hagiógrafo (escritor) su pensamiento fijo en el Templo de Jerusalén (Judit 4, 2-3; 6-8, 11-15; 5, 19; 8, 21-25; 9, 8-13).
Versos del 2 al 5
Judit evoca el recuerdo del pasado, pertenecía a la tribu de Simeón.
Se recuerdan hechos del pasado que YEHOVAH DIOS permitió que sucedieran para bien de su pueblo.
Uno de ellos fue la manera como Simeón vengó el honor ultrajado de su hermana Dina (Genesis 34, 1-29).
Simeón fue en aquella ocasión instrumento de YEHOVAH DIOS para vengar a una virgen de Israel por el ultraje inferido por un extranjero.
El hecho de Dina y sus consecuencias tienen relación con la hora presente.
Dina y Judit se exponen a perder el honor, pero, así como Dina obró con ligereza al salir “sola para ver a los hijos de aquella tierra” (Genesis 34, 1).
Judit sale fuera de la ciudad por inspiración divina, después de un maduro examen y largas oraciones y penitencias.
Los hermanos de Dina, Leví y Simeón, se enfurecieron por el ultraje hecho a ella y espada en mano, penetraron en la ciudad y mataron a todos los varones.
Los otros hijos de Jacob se arrojaron sobre los muertos y saquearon la ciudad “por haber sido deshonrada su hermana” (Genesis 34, 27).
Jacob recrimina la conducta de los hermanos por la crueldad del hecho y por las funestas consecuencias que puede acarrearles (Genesis 34, 30; 49, 5-7).
Judit, en cambio, alaba aquella explosión patriótica y religiosa de su antepasado (Genesis 34, 31).
Para Judit, la violación de Dina fue un atentado al honor del alma judía. El malvado Siquem del Génesis es el prototipo de Holofernes y la joven viuda se imagina tener en sus débiles manos la fuerza y vigor de Simeón y como él, sabrá vengar la audacia y osadía del que pretende ahora destruir a Israel.
Lo que hizo Siquem “era una cosa que no debía hacerse” (Génesis 34, 7; 2 Sam 13, 12).
En el verso 3 se anuncia la ley del talión, al decir que sobre aquel mismo lecho en que se consumó el engaño y seducción de Dina, se perpetró también la muerte del seductor y de sus cómplices.
Judit se vengará del impío Holofernes dándole muerte en aquel lecho donde él pretendía abusar de ella.
De la hazaña de Judit se “hablará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza” (Judit 8, 32) y nadie se atreverá a reprobar su conducta.
Como en el caso de Siquem, saldrán de la ciudad todos los habitantes de Betulia y saquearán el campamento asirio, entonando a continuación grandes alabanzas a la que en adelante será llamada “el orgullo de Jerusalén y la gloria de Israel” (Judit 15, 9).
Versos del 6 al 8
Momento crucial tanto la historia de la humanidad en general, como la del pueblo elegido en particular, son obra de YEHOVAH DIOS. A ÉL pertenece el pasado, el presente y el porvenir.
Por voluntad divina, se han presentado los asirios en las puertas de Palestina. Como en otro tiempo los egipcios confiaban en sus armas y fueron aniquilados (Éxodo 14, 19-29), también los asirios se enorgullecen de sus infantes, caballos y jinetes.
Pero no saben que basta que YEHOVAH DIOS dirija su vista hacia el campo asirio, como hizo con los egipcios, para ser aniquilados.
YEHOVAH DIOS ama a los humildes y aborrece el orgullo de las naciones paganas (Ezequiel 25, 6-7; 28, 6-10; 30, 6; 31, 10).
A la viuda humilde, YEHOVAH DIOS la ensalzará, al general orgulloso lo humillará.
Versos del 9 al 14
Súplica anhelante en estos versos, la figura de Holofernes se describe con frases que se aplican a los agentes de Satanás.
¿Es posible que Judit triunfe de las fuerzas del mal coligadas? Ella es débil, es el símbolo de una raza indefensa ante la potencia de un imperio pagano que domina el mundo conocido.
Uno de los motivos que le mueven a depositar su esperanza en YEHOVAH DIOS lo encuentra Judit en las páginas de la Palabra de YEHOVAH DIOS.
En las cuales aparece como el protector de los humildes y de los pobres, amparo de los pequeños, refugio de los desamparados y salvador de los que no tienen esperanza (1 Samuel 2, 7; Isaías13, 11; 14, 4; Salmo 9, 10; 10, 14; 18, 28; 22, 25; 35, 10; 72, 12,).
No es la venganza personal lo que impele a Judit a obrar, sino un interés religioso. Pide “una palabra seductora” como única arma que puede blandir contra el impío Holofernes.
Que amenaza destruir todo lo que Israel considera como más santo y venerable, la alianza, el Templo, Jerusalén, este último lugar donde se reúnen los hijos de YEHOVAH DIOS (Deuteronomio 32, 5-19; Isaías 1, 2; Sabiduría 9, 7; 12, 19-21).
El discurso de Judit está a tono con la seriedad del momento. En todo él, en prosa rimada, se vislumbra su matiz poético, un estudiado patetismo, que va creciendo poco a poco hasta desbordar en las últimas palabras.
Las ideas se exponen atropelladamente a impulsos del fuego que consumía su corazón, abrasado, como su padre Simeón, por el celo de YEHOVAH DIOS y por el honor de su pueblo.
Al finalizar la última estrofa, tanto Judit como el autor del poema, tienen la seguridad de que la suerte del ejército invasor está echada.
En el libro de Judit YEHOVAH DIOS no habla y menos todavía en el de Ester, pero obra.