Versos 1 al 5
Judit explota su triunfo a fondo y rápidamente llama hermanos a los habitantes de Betulia (Judit 7, 30; 13, 18).
Como último acto de humillación y afrenta, recomienda que se suspenda la cabeza de Holofernes en la parte externa de la muralla (1 Samuel 17, 54; 1 Macabeos 7, 47; 2 Macabeos 15, 25).
Propone, además, una salida simulada, con el fin de que, al querer comunicar los soldados esta novedad a su jefe, caigan en la cuenta de que ha sido asesinado, lo que originará gran revuelo y desorientación en el ejército.
La estrategia de Judit no parece la más acertada, pero la YEHOVAH DIOS se encargará de superar las deficiencias de la ciencia humana.
Podía subsistir la duda de que Judit traicionara al pueblo, presentando como cabeza de Holofernes la de cualquier soldado u oficial del campo asirio, porque ningún ciudadano de Betulia había visto jamás al generalísimo de Nabucodonosor.
Pero allí estaba Ajior, que podía reconocer si se trataba o no de la cabeza de Holofernes.
Versos del 6 al 10
No fue necesario que Judit invitara a Ajior a certificar la autenticidad de aquel trofeo, su vista le impresionó tanto, que cayó desmayado en tierra.
Quien había sido testigo de la arrogancia y orgullo de aquel poderoso general, no podía comprender que fuera ahora su cabeza el escarnio del pueblo.
Con la muerte de Holofernes desaparecía la amenaza que pesaba sobre su cabeza (Judit 6, 6).
Una vez recuperado, entona un canto a Judit, inspirándose en el poema de Débora (Judit 5, 24) y repitiendo conceptos expresados por Ozías 13, 18 y repetidos más tarde por Joaquín (Judit 15, 9-10).
A petición de Ajior, repite Judit los pormenores de su proeza.
Él se encontraba impresionado por la intervención palpable de YEHOVAH DIOS, que guio los pasos de Judit, abjuró de su religión y creyó firmemente en el YEHOVAH DIOS de Israel. Con la circuncisión quedó incorporado al pueblo elegido él y toda su descendencia.
Versos del 11 al 13
Los asirios no podían divisar la cabeza de Holofernes colgada del muro, por hallarse fuera de su alcance visual.
Esta cruel exhibición tenía como finalidad primaria humillar al jefe vencido y enardecer el ánimo de los sitiados.
De conformidad al plan estratégico trazado por Judit en el verso 2, todo el pueblo empuñó las armas y salió a las subidas del monte.
Las avanzadas asirías dieron parte a sus jefes inmediatos, transmitiéndose la noticia ordenadamente hasta llegar a oídos del que estaba de guardia, al cual dijeron: “Despierta a nuestro señor, porque los esclavos se han atrevido a bajar contra nosotros en son de guerra”.
Versos del 14 al 19
Bagoas era el hombre de confianza de Holofernes, era él quien había preparado el banquete en busca de un pretexto para rendir la virtud de Judit.
Sabía él que, una vez celebrado el festín, quedaron solos en la tienda Holofernes y Judit (Judit 13, 3-4).
Estaba completamente convencido de que Holofernes “estaría durmiendo con Judit” verso 14.
Se llegó hasta la misma cortina que cerraba la alcoba, dio unas palmadas y agitó la cortina.
Como nadie le respondía, se atrevió a mirar dentro y cual no fue su estupor al contemplar el cuerpo de su dueño en el suelo, decapitado, bañado en su propia sangre.
En el paroxismo “exaltación de un sentimiento” del dolor, gritó, lloró, sollozó, dio fuertes alaridos y rasgó sus vestiduras.
La muerte de su señor suponía inminentemente la suya, por negligencia. Al hallar vacío el cuarto de Judit, sospechó que ella era la autora del crimen.