Versos del 1 al 5
El testimonio del Espíritu y de los discípulos. Los discípulos no están solos ni abandonados, el Espíritu les consolidará en su opción, ya que dará testimonio de Yeshúa y les moverá a ellos a dar testimonio también del Maestro: “para que no fallen” (vs,1).
El evangelista es más explícito en su descripción de la persecución, habla de una expulsión de la sinagoga (vs 2)m
Situación propia de la comunidad y de una perversión del culto a YEHOVAH: “llegará un tiempo en que el que los mate pensará que está dando culto a YEHOVAH”, como fue el caso de Pablo (Hechos 26, 9-11).
Versos del 6 al 15
La obra del Espíritu. Una profunda tristeza embarga el corazón de los discípulos porque se dan cuenta de que Yeshúa se marcha.
Ante la magnitud de esta desolación, Yeshúa conforta a los discípulos con la promesa del Espíritu.
El Espíritu confirma y fortalece la Fe de los discípulos a pesar de las circunstancias de crisis y persecución.
El Espíritu dará veredicto de sentencia contra el mundo en una triple dimensión:
1. A causa de un pecado: la falta de fe o infidelidad. No creer en Yeshúa, como el Hijo de YEHOVAH Dios, es el gran pecado para el cuarto evangelio.
2. A causa de una justicia: porque la exaltación de Yeshúa en la cruz es un triunfo.
La vuelta de Yeshúa al Padre es una recompensa y una victoria.
Se manifiesta también como una justicia legal ya que pronuncia y fija la última palabra, la sentencia contra el mundo culpable.
3. A causa de un juicio: juicio que se convierte en condena, pues está en proporción negativa al triunfo definitivo de Yeshúa.
Versos del 16 al 33
Alegría tras la pena. Yeshúa habla de un misterioso “dentro de poco”, ese poco tiempo se refiere a la pasión.
Tiempo de no visión y aflicción. Para explicar tan enigmático dicho el Yeshúa emplea la imagen del parto, después de los dolores viene el gozo del nacimiento, así será el gozo después de la resurrección.
De nuevo el Señor los verá y se alegrará su corazón con una alegría que nada ni nadie les va a quitar.
En el verso 25, Yeshúa declara que no hablará ya en enigmas sino a plena luz.
En esta segunda modalidad de revelación hay una indicación implícita a la acción del Espíritu.
Las Palabras de Yeshúa eran misteriosas y oscuras; el Espíritu quitará el velo de la incomprensión, las hará definitivamente inteligibles.
De ahí la continuidad y complementariedad de la obra del Espíritu Santo respecto a la de Yeshúa, porque es Yeshúa mismo quien continúa hablando hoy a la Ekklesía, pero de una manera nueva e interior, a través de su propio Espíritu.
El amor del Padre se vuelca también sobre todos los discípulos (vs 26-33), porque ellos creen en Yeshúa, el Hijo enviado.
Yeshúa presenta su vida contemplada siempre desde el Padre; de Él viene, está un tiempo breve en este mundo, y ahora sube de nuevo al Padre.
Él va a sufrir la pasión, pero no se siente solo. Aunque sus discípulos le abandonen, el Padre siempre está con Él.
Concluye estas recomendaciones con un grito de ánimo, a pesar de la crueldad de las tribulaciones padecidas, afirma: “Yo he vencido al mundo” (vs 33).