Versos del 1 al 24
Jeremías, juzgado y absuelto. Retoma las circunstancias en que Jeremías había pronunciado un discurso contra el Templo (Jeremías 7, 1-15) y las violentas reacciones que ello suscitó (vs 8-9).
Jeremías sostuvo enfrentamientos muy fuertes con las autoridades políticas y religiosas de Israel, pero quizá los más duros fueron con los llamados “falsos profetas” (23, 9-40; 28).
Las palabras de Jeremías generan conflicto y división, los sacerdotes y profetas lo acusan de blasfemo, por lo cual debe morir (vs 11).
Los jefes del pueblo reconocen que es inocente (vs 16), en medio está el pueblo, que al principio se muestra hostil a Jeremías (vs 7-9), pero posteriormente lo reconoce como verdadero profeta (vs 16).
Por encima de todo está el argumento del profeta de ser directa y legítimamente enviado por el Señor (vs 2).
Jeremías es librado de la mano de sus enemigos gracias a la intervención de un hijo del funcionario real.
Ajicán, hijo de Safán, cronista de la corte que leyó ante el rey Josías el rollo de la Ley encontrado en el Templo (2 Reyes 22, 8-10).
De esta misma familia recibirá el profeta un nuevo apoyo, se trata de Godolías, nieto de Safán, que fue puesto como gobernador por los babilonios en 587 a.C. (Jeremías 40, 5-6).