Versos del 1 al 9
Al rey. De nuevo, como en Jeremías 21, 11-12, encontramos un mensaje dirigido al rey para reclamar una mayor práctica de la justicia.
Ingenuamente, los antepasados de Jeremías y sus contemporáneos llegaron a creer que un rey (monarquía) , sería la salvación en los momentos difíciles, comenzando por la decadencia y corrupción de los jueces (1 Samuel 8, 1-5).
Aunque la monarquía dio en sus orígenes identidad política al país, consolidó sus fronteras y logró que Israel adquiriera peso en el plano internacional, se sabía que la situación interna iría de mal en peor.
Ya lo había advertido Samuel (1 Samuel 8, 10-20), cuyas palabras no hay que entender como una predicción del viejo juez, sino como la constatación histórica de los abusos y las injusticias que promovió la monarquía.
El profeta conecta estas sentencias puestas en boca del último representante del período tribal o de los jueces con el descuido de la población más vulnerable.
El emigrante, la viuda, los huérfanos y, en general, los débiles, a quienes denomina “inocentes”.
Versos del 10 al 12
A Joacaz-Salum. A Josías, muerto a manos de los egipcios (609 a.C.), le sucedió su hijo Salum (1 Crónicas 3, 15), llamado también Joacaz,.
Quien a su vez fue depuesto por el faraón Necó y llevado prisionero a Egipto, tras sólo tres meses en el poder.
El profeta llama al pueblo a que no lloren por el muerto “Josías”, sino por el cautivo “Salum”, quien tendrá que morir en el destierro.
Versos del 13 al 19
A Joaquín. Jeremías lanza un durísimo juicio contra Joaquín, hijo de Josías. Según el profeta, este rey se comportaba de un modo absolutamente contrario a su padre.
Para el profeta, como para otras corrientes de pensamiento teológico del Antiguo Testamento, “conocer a Dios” es lo mismo que comprometerse efectivamente con la causa del pobre y del oprimido (Isaías 58,1-12; Oseas 6, 6; Miqueas 6,8), y eso le falta a este rey.
Los versos 18-19 que auguran el final despreciable del rey no son confirmados por ninguna otra fuente bíblica (2 Reyes 24, 5-6; 2 Crónicas 36, 8).
De todos modos, aunque no haya sido así, se trata de la manera como el profeta concibe el final de un hombre que durante su vida solo practicó la injusticia y despreció la causa de los más débiles.
Versos del 20 al 23
A Jerusalén. Con los amantes de Jerusalén se está refiriendo a las alianzas que realizaron algunos reyes de Judá con otras naciones.
Según el modo de pensar del profeta, la ciudad era infiel al único Señor con el que debía estar perpetuamente unida.
Esos pueblos, cuyos dioses también fueron entronizados en Jerusalén, son los primeros en caer en manos de Babilonia, pero luego Jerusalén, sola y despreciada, también caerá.
Versos del 24 al 30
A Jeconías. Un nuevo y duro juicio contra otro rey de Jerusalén.
Esta vez se trata de Jeconías, también llamado Joaquín, quien tras rendirse a Nabucodonosor fue tomado prisionero y llevado a Babilonia junto con otros miembros importantes de su corte y de Jerusalén.
Al mismo tiempo fue saqueado el palacio real y el Templo, sus tesoros trasladados también a Babilonia (2 Reyes 24, 8-17).
Estas palabras se cumplieron cabalmente: ningún descendiente de Joaquín tuvo el honor de sentarse en el trono de David.
Sólo Zorobabel, su nieto, ocupó un cargo de alto dignatario al regreso de Babilonia después del 534 a.C.