Versos del 1 al 12
Navegando hacia Roma. La travesía marítima, con la tempestad y el naufragio, son una pieza de lucimiento del narrador.
Es un relato rico de datos precisos, dignos de un buen conocedor de la navegación de entonces.
Pablo lleno del Ruaj Hakodesh es una figura sobrehumana, sabe y aconseja, prevé y predice, no desfallece y anima, es el director de la navegación.
Al gran viajero, al náufrago salvado (2 Corintios 11, 25), Lucas dedica este homenaje marítimo.
Versos del 13 al 44
Tempestad. Se echaba encima el otoño, cuando los vientos occidentales hacían difícil y peligrosa la navegación por el Mediterráneo.
Estaba en el ayuno de la Fiesta de Expiación, aquí Pablo utiliza diez palabras técnicas del arte de navegar.
La primera intervención, sin éxito (vs 10), parece casi un discurso.
Cuando el peligro es serio y cunde el pánico, Pablo interviene por segunda vez (vs 21-25), como un profeta que recibe mensaje del Ruaj Hakodesh.
A beneficio de los paganos presentes, habla de la aparición en un sueño del ángel de YEHOVAH, el DIOS a quien pertenece.
YEHOVAH le salva la vida y, en atención a él, la de sus compañeros de navegación (Génesis 18, 23-33).
Después de una noche de angustia, con peligro de que la nave se estrellase contra los arrecifes, Pablo interviene de nuevo (vs 35).
Esta vez invita a todos a comer algo y vuelve a asegurarles que nada les ocurrirá.
El peligro mayor para los prisioneros surgió cuando los soldados, presos del pánico, decidieron matarlos para que nadie escapara.
De nuevo un oficial romano esta vez el centurión salva a Pablo de la muerte.
En el Antiguo Testamento el naufragio es una experiencia tan terrible que equivale a la muerte (Salmo 42, 8; 66, 12; 69, 2-3; Isaías 43,b2).
En el Nuevo Testamento la aventura marítima de Jonás es una imagen de la muerte de Yeshúa (Mateo 12,40; Juan 2,1).
Las tinieblas y las grandes aguas símbolo bíblico del paso por la muerte y que como Yeshúa no fue retenido por la muerte, sino que también él escapará del mar para resucitar en Roma.