Versos 1 al 20
Los celos carnales de los hijos de Labán potenciaron la avaricia en la iniquidad de su corazón para coartar la prosperidad de Jacob. Buscaban todas las mañas para que no dejase de ser su siervo por tiempo indeterminado, ya que toda su casa había prosperado por causa de ser el portador de la Promesa.
De todos modos, con el apoyo de su familia, Jacob inició preparativos para su salida de Harán. Sin embargo, emprendió el viaje, cuando su suegro se había ausentado, por miedo a su reacción aún cuando fue YEHOVAH DIOS quien le demandó volver a la casa de su Padre.
Lo que debió ser un traslado normal de tiendas buscando mejores pastos para los rebaños, resultó ser una fuga a toda prisa, más allá de las fronteras en las que ellos acostumbraban para apacentar los rebaños.
Las maldiciones pronunciadas por Jacob, para aquel que estando bajo su cobertura hubiera robado los ídolos de Labán, se ejecutaron sobre su amada Raquel, aunque no lo supo en el momento, la fornicación de ídolos fue la causa de su muerte prematura, después del nacimiento de su segundo hijo, Benjamín.
Versos 21 al 54
Definitivamente, el miedo es la certeza del mal que se espera, es lo opuesto a la Fe. Jacob recibió la dirección de YEHOVAH DIOS, pero el recurso que empleó para Obedecer fue la huida de la casa del hombre al que sirvió por veinte (20) años.
“Las decisiones tomadas por miedo no son buenas”.
Los Patriarcas poseían la debilidad de Adán, que consiste en engañar, acto seguido huir y posteriormente se excusaban, pero nunca llegaban al Arrepentimiento, por ello, en cada callejón sin salida, YEHOVAH DIOS interviene para cubrirlos con la piel del Cordero nuevamente.
Ahora bien, igual padecerá Jacob las consecuencias. Él será objeto de engaño, tanto por parte de Raquel, de una de las concubinas y también de sus hijos.
En paralelo, Labán siendo un hombre engañador, no creyó en la palabra de Jacob, por eso, se dispuso registrar todo lo que llevaban Jacob y su familia, para tomar lo que él creía ser suyo.
En concreto el Pacto de Paz que hicieron Labán y Jacob, no consistió en una Alianza de vivir juntos en armonía, sino, de respetarse viviendo separados de común acuerdo.
Finalmente, el montículo de piedras fue puesto por señal de un límite que no debe ser cruzado. Esta frontera representa la separación de la Casa de Jacob y la familia de Nacor, Betuel y Labán.