Versos del 1 al 15
A los montes de Israel. El mensaje esperanzador para las montañas de Israel deja ver el sentimiento que manifestaban sus vecinos.
La destrucción de Judá y de su capital fue un escarnio para quienes se sentían inmunes a los ataques y vejaciones de los poderosos.
Sin embargo, YEHOVAH DIOS no es ajeno a ese padecimiento moral, la hora del desquite está próxima.
Versos del 16 al 38
Castigo y reconciliación. La suerte de Israel no fue algo fortuito, sino algo que él mismo propició dada su mala conducta.
Con la cual no sólo se degradó en su propia calidad de vida, sino que profanó y puso en ridículo el mismo Nombre de YEHOVAH DIOS entre las demás naciones (16-21).
Pero YEHOVAH DIOS ha decidido reparar el ultraje de su propio Nombre santificándolo del siguiente modo, hará volver a su tierra a los israelitas debidamente purificados de sus manchas pasadas (24-25).
Infundirá en ellos un corazón y un espíritu nuevos (26) para que sean capaces de mantener los compromisos de la nueva alianza (27-28) y así puedan saborear de modo definitivo las promesas (29-30).
Las culpas y desviaciones del pasado serán un continuo referente para la conversión y la fidelidad (31-32).
Sólo entonces, una vez purificados, podrán los hijos de Israel repoblar felices y en paz la tierra de sus antepasados (33-38).
Pero, eso sí, Israel nunca podrá argumentar sus propios méritos para disfrutar de todas estas bondades, pues es una “casa de rebeldía”.
Esta idea la va a ilustrar Ezequiel con la visión de los huesos secos.