Versos del 1 al 11
Nostalgia de los ídolos. Muchos de los exiliados reconocían el carisma profético de Ezequiel, con todo, no se habían convertido porque tienen a sus ídolos arraigados en su corazón (vs 5).
Cuando van a consultar al profeta lo hacen con un fin muy utilitario, para resolver sus problemas inmediatos.
La respuesta divina ignora los matices, Ezequiel no los convertirá haciéndose útil y simpático.
Versos del 12 al 23
Cuatro casos de intercesión. Es conveniente leer estos versículos junto con el capítulo 18 y 33, 10-20, donde se recoge la doctrina de Ezequiel sobre la responsabilidad personal en el bien y en el mal.
Hay que olvidarse del tiempo en que las personas valían menos que el clan.
La infidelidad de Acán mereció que toda su familia fuese lapidada (Josúe 7, 25), la tribu de Benjamín no podía entregar a los violadores de Guibeá sin faltar a la solidaridad del clan (Jueces 19).
La vigencia de la intercesión Paternal para la Salvación de los hijos, sigue vigente.
Lo que el profeta alude con respeto a la descendencia de Noe, Daniel y Job es que si ellos son justos, sus hijos deben ser enseñados en ser tambien justos.
De lo contrario, el juicio que se cierne sobre todos los impíos, se da de igual forma sobre los hijos del justo que practican el paganismo, YEHOVAH no hace acepción de personas.
Contrario a lo que muchos exegetas piensan, la capacidad de la Salvación Paternal como la hecha por Abraham y demás patriarcas, aplica el día de hoy para los justos que interceden por sus hijos justos.
Por otra parte, el Sumo Sacerdote Elí no pudo salvar intercediendo por sus hijos, ya que éste tampoco procuró ejercer la corrección activa, por lo que fue despreciado él y su descendencia del real sacerdocio.