Mosqueteros de Yehovah

Ezequiel Capítulo 1

Introducción

Vivió y profetizó en el exilio y si bien anunció un futuro prometedor para su pueblo arruinado, lo hizo después de haber denunciado, durante años, las falsas esperanzas a las que se aferraban sus compañeros.

YEHOVAH mismo le ha impuesto largos ayunos y pruebas, además de la humillación de pertenecer a grupos marginales, en una ciudad segura de sí misma.

Mientras que el “segundo Isaías” busca contemplar la tropa de los exiliados desde la altura que le inspiran sus grandes perspectivas.

Ezequiel comparte la vida de un suburbio escuálido donde se enfrenta cada día a las miradas escépticas u hostiles de los exiliados.

Ezequiel es sacerdote y YEHOVAH Dios sale a su encuentro cuando tenía treinta años, la edad legal para comenzar su servicio en el Templo.

Como Jeremías, Ezequiel será a la vez sacerdote y profeta, lo que nos invita a no oponer demasiado estas dos funciones complementarias.

El ministerio del sacerdote no se agota en el Templo, el sacerdote enseña, juzga y precisa la aplicación de las leyes.

El profeta, por su parte, es un carismático capaz de discernir a través de sueños, visiones y signos diversos, la Palabra más actual de YEHOVAH Dios.

Los profetas que Dios ha llamado de una manera especial suelen tener su personalidad propia.

Jeremías, por ejemplo, es un solitario y apenas se percibe en él al sacerdote, fuera de su primera predicación.

Ezequiel, por el contrario, sigue muy preocupado acerca de lo puro y lo impuro, ejerce una actividad pastoral y la restauración del Templo constituye para él un elemento esencial del nuevo Israel.

Ezequiel estuvo entre los primeros grupos de deportados en el 597 a.C. y toda su vida conocida la pasó en Babilonia.

La llamada de Dios la recibió estando aun en Jerusalén y que esta llamada, que se puede leer en 2, 9; 3, 9, habría sido fusionada después con la visión del capítulo 1.

La predicación de Ezequiel se ha conservado mejor que las de otros profetas bíblicos, ya que se desarrolló en una comunidad viva cuya condición de exiliada en una ciudad prospera, ha protegido las enseñanzas del profeta.

Él hablaba a “ancianos” de los que la mayoría debían ser conocidos suyos, preocupándose de darles una formación adecuada.

Los primeros que regresaron del Exilio habían tomado su enseñanza como regla de vida y no tenían razón alguna para revisarla.

Tanto Ezequiel como Jeremías han dejado en la Biblia una de las más altas perspectivas, desde la que contemplar la historia del pueblo de Dios.

Ser infiel y rebelde parece que forma parte de la vocación de este pueblo.

Es asimismo parte de la acción de Dios el destruir lo que se había construido con él, desde el momento en que el pueblo quiere instalarse en este mundo, siguiendo las huellas de los otros pueblos.

Jeremías pertenecía al grupo de judíos que habían tenido la suerte de escapar a la deportación y sabía que nada se podía esperar de ellos.

Por esta razón, desconoce la etapa siguiente, la del regreso y va directamente a lo esencial, es decir, a la Alianza Nueva.

Ezequiel, por el contrario, acompaña a los exiliados que constituirán el retoño del nuevo Israel. El profeta está bien anclado en su tarea pastoral y prepara la etapa siguiente.

Con esto corre el riesgo, tal vez de creer que los regresados del exilio serán mejores que sus predecesores y que se construirá un pueblo de Dios con leyes o con piedras y cemento.

Esdras y Nehemías serán los herederos de Ezequiel y construirán el Judaísmo.

Jeremías se ha convertido en la gran figura del profeta perseguido, Ezequiel en cambio no tiene brillo ni belleza y a veces desearíamos que fuera un poco menos excesivo y grosero, pero esto no puede disimular la fuerza que lo anima.

El Espíritu lo llenó, igual que a Elías, de un amor celoso al YEHOVAH Dios no reconocido.

Esto libro se divide fácilmente en seis secciones:

1. La vocación del profeta: 1, 1 al 3, 27

2. Actividad profética antes del segundo sitio de Jerusalén: 4, 1 al 24, 27.

– El sitio y el juicio (4, 1 al 8, 2).

– Las abominaciones en el templo (8, 3 al 11, 25).

– Mentiras de los profetas y responsabilidad personal (12, 1 al 14, 23).

– Los pecados acumulados de la historia de Israel (15, 1 al 24, 27).

3. Profecías contra las naciones: 25, 1 al 32, 32.

4. La salvación de Israel: 33, 1 al 37, 28.

5. Gog y Magog: 38, 1 al 39, 29.

6. La visión del nuevo Israel: 40, 1 al 48, 30.

– El nuevo templo (40, 1 al 43, 27).

– El nuevo culto (44, 1 al 46, 24).

– El nuevo Israel (47, 1 al 48, 35).

Capítulo 1

Versos del 1 al 28

Sólo al final del capítulo (28), el lector encuentra lo que representa la visión que ha tenido el profeta, la aparición de la Gloria de YEHOVAH Dios.

Para el creyente actual, la convicción más profunda y natural es que “Dios está en todas partes”, a nadie se le ocurre decir lo contrario.

Sin embargo, en la época del profeta Ezequiel ningún creyente afirmaría eso que para nosotros es tan obvio.

Con Ezequiel empieza a intuirse tímidamente esta gran verdad.

La intuición es tímida, porque en el mundo antiguo cada localidad, reino o nación era el espacio de una divinidad.

Babilonia era el espacio exclusivo del gran Marduk, ¿cómo era posible entonces que el YEHOVAH después de haber sido derrotado en su propia ciudad, Jerusalén, se hiciera presente en el territorio del dios vencedor?.

Para el judaísmo que nace después del 534 a.C., el problema de la aparición de la Gloria del Altísimo en Babilonia no radica en que se haya aparecido en el territorio de otro dios.

Sino en el hecho que se haya dado fuera de los límites de Israel, en tierra pagana, he ahí la pequeña dificultad que tuvo este pasaje junto con 3, 23 y 10, 18-19 para ser admitido en el canon judío.

El hecho es que en la llanura, junto al río Quebar, Ezequiel dice haber contemplado la Gloria de YEHOVAH.

A través de unas imágenes cargadas de simbolismo, el profeta pretende plantear que Dios supera cualquier límite propio de la creación humana.

Que su presencia no está limitada a un espacio, por más sagrado que éste sea, que allí donde hay alguien necesitado de su presencia, allí está ÉL.

Jesús lo dirá sin tener que recurrir a ninguna imagen extraordinaria: “donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy allí, en medio de ellos” (Mateo 18, 20).

Superando, cualquier expectativa, YEHOVAH Dios se hace presente en medio de la tragedia de Su pueblo.

Es la marginación, el dolor, la muerte el lugar donde Dios se hace presente por una razón muy simple, esos son lugares necesitados de su presencia.

Si para Ezequiel y sus compañeros de destierro contemporáneos esto parece difícil de asimilar, a nosotros nos resulta hoy lo más normal.

Con todo, ahí está el desafío del evangelizador actual, hacer que en esos espacios las personas que sufren la marginalidad, la exclusión y el empobrecimiento, vean a YEHOVAH Dios.

Al Dios que no soporta esa situación y que busca erradicarlas con el concurso y compromiso propios del creyente, obedeciendo su Palabra.

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1 comentario en «Ezequiel Capítulo 1»

  1. Que extraordinario es ver como también la revelación de quien es YEHOVAH para con su pueblo, es progresiva. YEHOVAH no es como los dioses de las naciones; no está limitado a una nación, Él es el Creador y Dueño de todo el universo………. Gloria a su Santísimo Nombre!!!!!

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