Verso 1
Probablemente, la muerte por causas naturales se había descartado y era evidente que el difunto había sido asesinado, sin embargo, no se sepa quién lo mató.
Esto era importante basándose en un principio de Números 35, 33-34.
Este pasaje enseñaba que las muertes no resueltas, el asesinato sin venganza mancha y contamina la tierra.
Por lo tanto, si hay un asesinato por el cual no se ha tomado venganza, es necesario un tipo de limpieza, para que la tierra no sea contaminada.
Versos del 2 al 6
Primero, el asunto de la jurisdicción tenía que arreglarse. Estos ancianos eran responsables de hacer un sacrificio para expiar y limpiar la tierra contaminada por homicidio.
Entonces, se tenía que hacer un sacrificio apropiado. Esta ternera era sacrificada por los hijos de Leví en presencia de los ancianos de la ciudad, quienes lavaban sus manos sobre la ternera del sacrificio.
Este lavamiento de manos, hecho en presencia de los hijos de Leví, quienes por la palabra de ellos se decidirá toda disputa y toda ofensa, era una proclamación poderosa por estos ancianos:
“Hemos hecho todo lo que podemos para arreglar este asunto, pero no lo logramos. Estamos limpios de toda culpa de la muerte de este homicidio”.
Por supuesto, esta ceremonia de lavarse las manos sobre el animal del sacrificio no significaba nada si los ancianos no habían hecho todo lo posible por vengar esta muerte.
Este lavamiento de manos era un gesto tan vacío como el lavamiento de manos de Pilato en el juicio de Yeshúa Ha Mashiaj (Mateo 27, 24).
Versos del 7 al 9
Nuevamente, Números 35, 33-34 hace el principio claro que los homicidas que no han sido vengados manchan, contaminan la tierra y se debe hacer una expiación por la tierra.
Cuando Israel siguió las instrucciones de YEHOVAH DIOS para la expiación, ÉL honraba su palabra quitando la culpa.
No obstante, el remover la culpa siempre se basaba en el sacrificio de sangre, en una expiación sustitutiva, con la vista hacia la futura obra de Yeshúa Ha Mashiaj en la cruz por todo el mundo.
Versos del 10 al 14
En el mundo antiguo, era común para un hombre tomar a una esposa de entre los cautivos, especialmente si era una mujer hermosa.
Sin embargo, obviamente, esto era abierto a un gran abuso, así que YEHOVAH DIOS dio señalamientos específicos para gobernar sobre esta práctica de Israel.
Primero, la mujer cautiva tenía que ser purificada y humillada. Esto denotaba una separación de su pasado y la voluntad de comenzar de nuevo, humildemente como un niño.
Segundo, la mujer cautiva debía de demostrar un cambio de alianza. Esto demostraba que la mujer cautiva ya no consideraba su antigua nación, ni su familia, ahora era una ciudadana de Israel.
Tercero, la mujer cautiva tenía que llorar por sus asociaciones pasadas. Este tiempo sería cuando ella arreglaría los asuntos de su corazón con respecto a su familia y su futuro esposo viviría con ella por un mes entero, sin relaciones íntimas.
Lo anterior, es con la finalidad de que él pudiera constatar si realmente quería tomar a esta mujer como esposa y asegurarse de que no estuviera tomando una decisión basada en apariencia física o por su atractivo.
Después de un mes de luto, el futuro esposo tenía la libertad de casarse con la mujer cautiva, no obstante, no tenía que hacerlo.
Sin embargo, si decidía casarse, tomándola como su mujer, ella pasaba a tener plenos derechos de israelita, puesto que la genética patriarcal estaba en ella.
Aunque tenía el derecho de repudiarla, tenía que dejarla en libertad con dignidad. No la podía vender como esclava, porque se había hecho una sola carne con ella.
Esta era una protección extraordinaria para los derechos de las mujeres vírgenes cautivas, que luego, habiendo sido tomadas por esposa, al ser repudiadas tienen derechos plenos de manutención, por cuanto, en su sangre porta la genética patriarcal, no pueden ser esclavizadas.
Versos del 15 al 17
Obviamente, habrá problemas si un hogar está en esta situación, especialmente si hay una amada y la otra aborrecida.
Sin embargo, YEHOVAH DIOS ordenó que los derechos del primogénito fueran respetados, aunque él fuera el hijo de la esposa aborrecida.
Este era el derecho de la primogenitura en el antiguo Israel, el primogénito debía de recibir el doble que cualquier otra persona dentro de la herencia.
Por ejemplo, si habían tres hijos, la herencia se dividía en cuatro partes, el primogénito recibiría dos partes y los otros dos recibirían una parte cada uno.
Versos del 18 al 21
Esto no se refiere a un hijo pequeño, ni siquiera a un hijo adolescente, sino un hijo que ha pasado la mayoría de edad, quien se decide a estar constantemente en rebelión contra su padre y madre.
Los padres debieron haber hecho un buen trabajo criándolo, llamándolo a la obediencia y habiéndolo castigado apropiadamente delante de YEHOVAH DIOS.
El hijo “contumaz” es “desvergonzado, hereje, impenitente y rebelde a pesar de la corrección y consejos de sus autoridades” tenía que ser puesto a juicio delante de los jueces de la ciudad.
Si ellos determinaban que él era crónicamente rebelde, entonces el hijo debía ser apedreado a muerte.
Es importante notar que los padres no podían, por si solos, ejercer esta pena de muerte. Tenían que traer a su hijo a juicio ante los jueces imparciales.
Esto es un contraste contra la ley antigua griega y romana, las cuales les daban el completo derecho a los padres de la vida o la muerte de sus hijos, también era un control de autoridad parental.
Los padres tenían que llevar a su hijo a los ancianos de la ciudad, no solamente para quitar de sus manos la decisión de vida o muerte, sino porque la culpa del hijo contumaz y rebelde, no solamente cometía pecado contra sus padres, sino contra toda la comunidad.
Sembró las semillas para suicidio cultural en Israel. Ninguna sociedad puede permanecer, cuando a los jóvenes le es permitido generar guerra contra los adultos.
Esta Ley claramente tenía la intención de mantener el orden social en la antigua Israel.
Esta Ley era bastante disuasiva porque no hemos visto un ejemplo en las Escrituras de un hijo siendo apedreado a muerte, porque era un hijo contumaz y rebelde.
Sin embargo, los referentes históricos alegan que esta Ley nunca se llevó a la práctica y que por ende se hizo solo para difundir terror, prevención y considerar la autoridad de los padres más sagrada y poderosa.
Ser apedreado, era el castigo determinado para los que blasfemaban y para los idólatras, parecía severo, pero debe de considerarse que los padres están en el lugar de YEHOVAH DIOS.
Es a los padres a quienes se les ha confiado en buena medida por YEHOVAH DIOS, su autoridad sobre los hijos.
Las familias son la materia y cimiento de la Ekklesía y de la comunidad, los miembros malcriados e hijos rebeldes, suelen demostrar la perdición y la plaga, por eso no debe de extrañar que sean cortados de la raíz.
Si tal Ley se aplicara hoy y fuera debidamente aplicada, ¡Cuántas muertes de hijos libertinos y desobedientes habría en cada esquina de la tierra!.
Versos del 22 al 23
En la mentalidad de la antigua Israel, existía algo que era peor que ser puesto a muerte.
Peor que ser condenado a la muerte, era que después de morir tu cuerpo fuera colgado y expuesto a la vergüenza, humillación, dejado para los animales y pájaros carroñeros.
Colgar en un madero no conlleva la idea de ser ejecutado por medio de la estrangulación, sino de montar el cadáver sobre un árbol o algún lugar prominente, de exponer al ejecutado a la deshonra.
Por lo tanto, si alguno era ejecutado y considerado digno de tal desgracia y lo cuelgan en un madero, la humillación para él mismo y su familia no debe ser excesiva.
Esto era para atenuar con misericordia, incluso el juicio más severo.
El castigo de ser colgado del madero y ser expuesto, era considerado tan severo, que solo era reservado para aquellos que se habían declarados “maldito por YEHOVAH DIOS”.
Pablo expone en e Vs 23 que “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición”, porque está escrito: “Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la obediencia recibiésemos la promesa del Espíritu”.
Yeshúa no solamente murió en nuestro lugar, sino que Él también tomó el lugar del maldito por YEHOVAH DIOS, siendo colgado del madero para vergüenza y denigración pública.
Él recibió esta maldición, la cual nosotros merecíamos, para que nosotros pudiéramos recibir la bendición de Abraham, la cual Él merecía y nosotros no.