LECTURAS
DEL SHABBAT
EVANGELIO
Lucas 3, 15-16.21-22
1RA LECTURA
IsaÃas 42, 1-4.6-7
2DA LECTURA
Hechos 10, 34-38
SALMO
29, 1-3.9-10
Reflexión de la Palabra Semanal
El mundo exalta a los orgullosos, a los fuertes, a los más inteligentes, a las personas más bellas según el standard griego, dicho de otro modo, el mundo exalta a los que sobresalen en el poder de su carnalidad, adora a sus Ãdolos mortales por explotar alguna habilidad en que aventajan a sus semejantes.
Incluso las escrituras mencionan que los héroes de la antigüedad eran precisamente los de la raza de lo nefelines, con habilidades portentosas seres arrogantes tenidos por dioses a los ojos de sus seguidores, ignorantes paganos reos de muerte eterna bajo esclavitud de la ley del pecado y de la muerte.
- ¿Habrá alguna verdadera gloria en la carne del hombre que llegada a su plenitud no hace más que comenzar a debilitarse con los años?
- ¿Acaso eran verdaderos dioses los emperadores romanos o solo estaban embriagados de un ego diabólico?
- ¿Realmente conquistaron la inmortalidad los faraones egipcios?
Todos fueron como la flor del campo con todo su esplendor en la mañana y totalmente marchita en el ocaso del mismo dÃa.Â
- ¿Quién se hace verdaderamente inmortal?Â
1 Juan 2, 16-17. 16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos de la carne, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida—, proviene del Padre, sino del mundo. 17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
 Diametralmente opuesto a las consideraciones del mundo, los hijos de Yehováh Dios, estamos convencidos que todo lo podemos en Comunión con la Unción del Santo Yeshúa Ha MashÃaj, ya que en nuestra condición humana somos tan frágiles como el resto de la raza humana, solo somos invencibles cuando el EspÃritu de Yehováh en nosotros ejecuta Sus obras, Su Voluntad.
Hoy las lecturas revelan que el éxito de Yeshúa radica en su completa sumisión a la Voluntad de Yehováh para ejecutar sus obras de Amor en medio de la humanidad, para que ésta se convierta, volviendo a la Comunión con su Creador.
En el Bautismo en el Jordán, la voz del Padre Creador rompió el silencio para declarar a los cielos, a la tierra y a los abismos que Yeshúa es el Hijo que Ha Engendrado en el Poder de Su Logos y Rhema con origen, identidad, propósito y destino Eterno.
En el Bautismo, Yeshúa fue confirmado en el poder del Ruaj Hakodesh en Comunión con el Padre Creador ya que en Su Cuerpo es la Palabra hecha carne para rebatir las tinieblas e instaurar la justicia del único Dios Vivo, mediante la estrecha Comunión como adorador en espÃritu y verdad, que le llevan a obedecerle fielmente para servirle con integridad.
Ahora bien, la Comunión con el EspÃritu de Yehováh no se limita a la vanagloria carnal nacionalista IsraelÃ, que se hacen llamar los hijos de la promesa, mientras rechazan abiertamente al ungido Yeshúa, por lo que, se mantienen en excomunión con quien Es la Salvación.
En el poder del Amor de Yehováh, Su Gracia es dispensada en quienes se esfuerzan por ser humildes que buscan de continuo su rostro, tal como lo practicaba Cornelio que, sin ser descendiente de Jacob según la sangre, presentaba sacrificio de adoración cada atardecer y cada amanecer, hasta que el EspÃritu de la Ley le fue comunicado por Pedro, por el ejercicio de la SoberanÃa del Dios Eterno.
Yeshúa y su Ekklesia son eternos por caminar en la Voluntad del Todopoderoso destruyendo toda la obra del diablo.
Yeshúa recibió el espÃritu sin medida y lo da sin medida en aquellos que anhelan como EkklesÃa conocerle, porque la verdadera eternidad solo está disponible para aquellos que aceptan pagar el precio de morir en el cumplimiento de la Voluntad del Creador, para que Su Palabra de vida llegue y transforme a toda la humanidad.
El Bautismo en EspÃritu santo y fuego está disponible para quienes caminan en el centro de la Voluntad de Su Hacedor con el deseo de agradarle en todo tiempo.
Todo esto será ampliado en la Hermenéutica del Shabbat Semanal, que el Padre Eterno dispone para nosotros por su gran misericordia. A continuación…