Versos del 1 al 5
Preparativos de Judit confortado su espíritu con la oración (Judit 9, 2-14), adorna su cuerpo para seducir a Holofernes y prenderle en las redes de sus encantos femeniles.
Arranca de su cuerpo cualquier prenda que recuerde el hábito penitente de su viudez, baña su cuerpo, se unge con mirra (Cantar 5, 5; Ester 2, 12), adereza su cabellera (Cantar 4, 1), que “prendió con la mitra” (Judit 16, 10; Isaías 3, 20) o turbante,y se viste el traje de fiesta que llevaba en vida de su marido.
Este vestido consistía en una “túnica de lino” y “sus sandalias arrebataron los ojos de los asirios” (Judit 16, 1).
Las sandalias de las mujeres de alcurnia eran preciosas, con adornos de oro y púrpura.
Sabía Judit que sus planes debían realizarse en el plazo máximo de cinco días (Judit 7, 31; 8, 30).
Si carga su alforja con algunos productos alimenticios, no es tanto por la incertidumbre sobre el tiempo que permanecerá entre los asirios, sino para no contaminarse con los alimentos extraños e impuros (Judit 12, 2; Tobias 1, 10; Daniel 1, 8).
Preveía ya desde ahora que las alforjas tendrían una finalidad trágica (Judit 13, 10).
Por “panes de cebada” debe entenderse la cebada tostada, producto llamado “qalí” (Josué 4, 5; Rut 2, 14; 1 Samuel 25, 18), muy apropiado para los viajes.
En cuanto al “pan limpio”, podemos conjeturar que se refiere al “pan cocido” a la manera judía, bajo la ceniza.
Judit se muestra más exigente que la misma Ley (Levítico 17, 10-14; Número 19, 14) en la cual no se habla de panes rituales. A estas provisiones añade el queso o leche para beber (Job 10, 10).
Versos del 6 al 10
Una ciudad amurallada tenía diversas puertas, pero una era la principal.
En ésta se hallaban los jefes de Betulia preparados para desear feliz éxito a Judit en la empresa que iba a llevar a cabo.
Barruntaban, conjeturaban, discernían, ellos que el arma que debía esgrimir Judit era su belleza y por lo mismo, le desean que YEHOVAH DIOS aumente sus encantos para que pueda llevar a cabo sus proyectos.
Los centinelas de los muros seguían atónitos sus pasos y no sabían qué admirar más, la belleza de la joven viuda o su valentía y arrojo.
YEHOVAH DIOS guiaba sus pasos para que no encontrara tropiezo alguno en su hazaña.
Versos del 11 al 13
Entre los asirios señala la Vulgata que ambas mujeres descendían de la montaña hacia las primeras horas de la madrugada “circa ortum diei”.
Las avanzadas de los asirios estaban bastante lejos de Betulia, de manera que los centinelas de la ciudad no pudieron divisar el momento del encuentro de Judit con los soldados de Holofernes.
A las preguntas de éstos respondió Judit, que era una mujer judía huyendo de Betulia antes de que la ciudad fuese entregada a ellos y que deseaba entrevistarse con Holofernes.
Las palabras de Judit, que no corresponden a la verdad, no se diferencian de las estratagemas que se consideraban lícitas por aquel entonces.
El autor sagrado alaba y recomienda lo que hay de virtud, patriotismo, piedad y fortaleza, en las obras de Judit y suspende su juicio al referir los medios que utilizó para salvar a su pueblo.
Versos del 14 al 23
Hacia la tienda de Holofernes, la belleza de Judit pone en movimiento a todo el campamento asirio.
A su paso hacia la tienda de Holofernes despertaba Judit oleadas de entusiasmo y los soldados se alineaban delante de sus tiendas, fijando sus ojos sensuales sobre el desconcertante rostro de la viuda de Betulia.
Obligada a esperar ante las habitaciones privadas de Holofernes, pronto un grupo de oficiales y soldados rodeó la comitiva.
La guardia de Holofernes y sus ayudantes de campo, interrogaron a Judit en la tienda del general.
Se componía el edificio de diversos departamentos (Isaías 54, 2), ocupando el lecho del generalísimo el lugar más aislado del mundo exterior.
El uso de lámparas demuestra que los hechos sucedían de noche (Judit 11, 3) o a primeras horas de la madrugada, antes de la aurora.
Ahora bien, si Judit llegó de noche a la tienda de Holofernes, ¿Cómo pudieron los soldados admirar su rostro a su paso hacia la tienda de Holofernes?.
Dice el autor sagrado que a los soldados el rostro de Judit “les pareció maravilloso por su extraordinaria belleza”.
Se pasó inadvertido este detalle en su afán de pasear a su heroína por entre los soldados del campamento y rodear los acontecimientos con detalles dramáticos, que únicamente tenían en su mente el valor de medios para un fin.