Versos del 1 al 6
Discernimiento de espíritu. Los falsos maestros, los anticristos, hablan el lenguaje del mundo; el cristiano no debe escucharlos.
Contra aquellos influidos por las corrientes gnósticas que negaban la humanidad del Mashiaj y el valor de su sacrificio en la cruz, Juan afirma que Yeshúa crucificado, y no solamente el Yeshúa glorioso, es parte esencial del mensaje cristiano.
Versos del 7 al 21
Yehovah Dios es amor. La afirmación “Yehovah Dios es amor” (vs 8. 16) no pretende ser una definición abstracta de la esencia divina, se trata más bien de la revelación que Yehovah Dios ha hecho de sí mismo a lo largo de la historia, mediante obras y palabras cargadas con el peso del amor y que ahora, en la plenitud de los tiempos, culmina en Yeshúa.
El envío de su Hijo que se ofrece en sacrificio por nuestros pecados (vs 10) ha manifestado este amor, haciéndolo presente en medio de nosotros.
Juan exalta la gratuidad y trascendencia de este amor. Afirma la prioridad, aún más, la primacía absoluta. El cristiano no puede amar sino con la fuerza de este amor “primero”.
La presencia del amor en el creyente es el signo de que “ha nacido de Yehovah Dios y es hijo de Yehovah Dios”.
Yehovah Dios permanece y actúa en él. Se puede decir que es verdaderamente engendrado en Yehovah Dios, pues por este amor “ha conocido a Yehovah Dios” (vs 7-8).
Una idea importante se desprende de la carta. En contra de la opinión que el amor (por Yehovah Dios y por los hermanos) está al alcance del ser humano como “un sentimiento natural”, que brota espontáneamente desde su propio corazón.
Juan enseña y subraya el origen divino del amor y la incapacidad humana para alcanzarlo con sus propias fuerzas.
Ha sido necesario que el mismo Yehovah Dios venga en su ayuda y no solamente le revele el amor, sino que haga alumbrar esa fuente en su corazón por medio del Ruaj Hakodesh, que el Padre y el Hijo nos dan. El verdadero amor siempre es de Yehovah Dios.
Hay que permanecer en el estado de recibir el amor de Yehovah Dios. Esto se llama en lenguaje de Juan, Fe. Quien no acoge el amor, no podrá dar amor.
Es preciso aceptar ser amados. Se pide al cristiano creer firmemente en el amor de Yehovah Dios manifestado en el Mashiaj.
Ésta es la verdadera roca en la que puede sostenerse una vida cristiana, hecha de generosa donación a los hermanos.
Este amor no pasa nunca, no cambia, no se muda. Es eterno y se convierte en fuente abierta para el cristiano, brota desde el costado del Mashiaj en el agua viva de su Ruaj Hakodesh. “Sólo el amor de Yehovah Dios es digno de Fe”.