Versos del 1 al 2
La sentida conciencia de nuestro pecado no debe llevarnos a la desesperación, sino a renovar la Fe en el Mashiaj.
Es nuestro “Abogado” Parakletos. En el evangelio se aplica al Ruaj Hakodesh (Juan 14, 16. 26), aquí se refiere Yeshúa Ha Mashiaj, el que intercede por nosotros en el tribunal de YEHOVAH Dios.
Es “Justo”, no tanto en su esencia, sino en cuanto a la manifestación de su obra de salvación, puesto que perdona y justifica a los pecadores.
Es “Víctima” de expiación (Éxodo 29, 36-37), indica el sacrificio voluntario del Mashiaj sobre la cruz (Apocalipsis 5, 9-10), que posee eficacia permanente y universal.
Versos del 3 al 11
Verdadero conocimiento de Yehovah Dios. En antítesis con el pecado está la observancia de los mandamientos, fruto y señal de la comunión con Yehovah Dios.
Conocer a Yehovah Dios, según la acepción bíblica (Jeremías 31, 34) no es tener de ÉL una noción abstracta, sino entrar en una relación personal y vivir en comunión con ÉL.
Para Juan este conocimiento se muestra de manera muy concreta: es sinónimo de estar con Él (vs 3. 5) de observar los mandamientos (vs 3).
Por tanto, quien peca no lo ha visto ni lo ha conocido (3, 6; Tito 1, 16). Mediante la observancia de los mandamientos, o por la confesión de nuestros pecados, conocemos la verdad o la falsedad de nuestras bellas declaraciones de amor (“si decimos”: 1, 6. 8. 18; 2, 4).
Versos del 12 al 17
Vencer al Maligno. Vencer al Maligno significa vencer también al mundo, que “pertenece al Maligno” (5,19) y dominar los poderes que en él actúan.
El mundo queda reducido a estas tres potencias: “Los malos deseos de la naturaleza humana” (Juan 3,6; Efesios 2,3; 1 Pedro 2,11).
La “codicia de los ojos” (3,17; Santiago 4,16).
El “orgullo de las riquezas”.
Para el creyente la victoria sobre el mundo y sobre el Maligno es un don de Cristo, pero también una tarea: “un indicativo” (2, 13; 4, 4; 5,4) y “un imperativo” (vs 15a).
No hay camino intermedio, ni otra alternativa: o el amor del Padre o el amor del mundo (vs 15b; Santiago 4, 4; Mateo 6, 24).
Pero toda decisión lleva un destino: quien sigue la vanidad de este mundo “pasa”, como la oscuridad ante la luz (8.17; 1 Corintios 7, 31), pero quien obedece al Padre, como ha hecho el Mashiaj (Juan 4, 34; 6, 38), “permanece por siempre” (vs 17; Juan 12, 34).
Versos del 18 al 29
Cristo y los anticristos. La “última hora” de la historia, de la que habla el Nuevo Testamento (vs 18; 2 Tesalonicenses 2, 5; 3,1-3), ha aparecido con la primera “manifestación” de Cristo (1, 2; 3,5.8) y concluirá con la segunda “manifestación” en la parusía (vs 28).
Se caracteriza por la “manifestación” de los anticristos (vs 18-19; 4, 1. 3; 2 Juan 7).
En esta hora de batalla decisiva se destaca la figura central del Mashiaj. A Él se opone el anticristo, el mentiroso (vs 22; Juan 8,44), que representa la negación de Cristo y de su verdad.
Porta un nombre colectivo, “muchos” (vs 18). Éstos se caracterizan por su apostasía (vs 19) y su incredulidad (vs 22; Hebreos 4,2).
Por la parte de Cristo están los “fieles” (Apocalipsis 17,14), quienes profesan con el corazón y la boca que Yeshúa es el Hijo de Yehovah Dios vs (20-23).
Su signo de identidad es el crisma o unción, a saber, la Palabra de Yehovah Dios asimilada en la Fe.
El crisma instruye en la virtud del Ruaj Hakodesh (vs 27; Juan 14,26), proporciona el instinto de la verdad y el sentido de la Fe.
Mientras que el cristiano vive, se encuentra orientado entre el ser (indicativo) y el deber ser (imperativo).
El crisma, es decir, la Palabra de Yehovah Dios ya “permanece” en nosotros, y por eso nosotros “permanecemos” en Cristo (vs 14. 28) liberándonos de los anticristos (vs 26).