Introducción
Corinto. Capital de la provincia romana de Acaya desde el año 27 a.C. Era por su posición geográfica estratégica, sus dos puertos de mar y sus edificios suntuosos una ciudad cosmopolita, la tercera más grande del imperio con una población de casi medio millón de habitantes, entre los que se encontraban gran número de esclavos y una importante minoría de judíos.
Su templo principal estaba dedicado a Afrodita, la diosa del amor y en el se practicaba la prostitución sagrada (1 Corintios 6,15-20), haciendo de Corinto la ciudad del placer.
Era también confluencia de religiones y cultos dispares acarreados por pobladores heterogéneos y por predicadores itinerantes.
En la ciudad se celebraban periódicamente importantes acontecimientos deportivos llamados “Juegos Ístmicos”.
La comunidad cristiana de Corinto. A Corinto llegó Pablo, después de su aparente fracaso en Atenas (Hechos 17-18), para entrar inerme, solo con su evangelio, en aquel hervidero humano de culturas.
Pablo era para ellos un predicador más de otro culto oriental aún más extraño.
Lo acogieron Áquila y Priscila, un matrimonio de judíos convertidos al cristianismo, desterrados de Roma por el edicto del emperador Claudio (año 49).
Allí se quedó el Apóstol año y medio. Rechazado por los judíos, reclutó conversos sobre todo entre los plebeyos y esclavos de la ciudad y los cuidó para formar con ellos una comunidad cristiana.
El mensaje de Pablo era para ellos la “Buena Noticia” que les devolvía dignidad humana y les infundía esperanza.
Corinto fue la comunidad paulina por excelencia. Evangelizar en Corinto era anunciar la “Buena Nueva” a todas las naciones, congregadas y revueltas.
Era experimentar el encuentro o choque entre cristianismo y paganismo; era seguir de cerca, con ansiedad y celo apostólico, el rápido y azaroso crecimiento de una comunidad de neófitos, plantas tiernas expuestas al paganismo envolvente con sus doctrinas y costumbres decadentes y que, aunque bautizados, aún no se habían desprendido del lastre de un pasado pagano reciente.
Pablo se encontraba en Éfeso (año 54-57) evangelizando la gran capital marina de Asia, cuando le llegaron malas noticias de Corinto.
Les escribió una primera carta, hoy perdida (1 Corintios 5,9); se sumaron otras noticias alarmantes de divisiones internas y de escándalos en la comunidad.
A las noticias acompañaban consultas sobre puntos de doctrina y comportamientos a seguir.
Pablo contestó a todas estas inquietudes de la comunidad con la que hoy llamamos Primera Carta a los Corintios. Carácter y contenido de la carta.
La carta es una respuesta a los problemas planteados, Pablo, atacando abusos y respondiendo a dudas, nos va dejando las líneas maestras del Evangelio que predica.
Rescatando la auténtica y completa “memoria de Yeshúa” para una comunidad que estaba olvidando una parte esencial de la misma, quizás a consecuencia de la euforia propia de recién convertido.
La cruz de Cristo, que es la otra cara inseparable de su resurrección gloriosa.
Estructura:
Los capítulos del 1 al 6 son reacciones de Pablo a los informes acerca de cuatro problemas en la iglesia de Corintio:
1. Las divisiones (Capítulo 1, 10 – 4, 21).
2. El incesto (Capítulo 5, 1-13).
3. El litigio (Capítulo 6, 1-11)
4. El problema de acudir a las prostitutas (Capítulo 6, 12-20).
Los capítulos 7 al 16 contiene respuestas a siete preguntas que la iglesia en Corinto le envió en una carta:
1. El matrimonio (Capítulo 7).
2. La carne sacrificada a los ídolos (Capítulos del 8-10).
3. Las mujeres en el culto (Capítulo 11, 1-16).
4. Los abusos de la Santa Cena (Capítulo 11, 17-34).
5. Los dones espirituales (Capítulos del 12-14)
6. La resurrección final (Capítulo 15)
7. La colecta y la llegada de Apolos (Capítulo 16).
Capítulo 1
Versos del 1 al 9
Saludo y acción de gracias. La introducción a la carta consta, como de costumbre, de saludo y de acción de gracias.
Lo primero que llama la atención en esta breve introducción es la mención del Nombre de Yeshúa ha Mashiaj, nueve veces en nueve versos.
Es, esta referencia constante a Yeshúa la que califica al que escribe la carta, a los destinatarios, y al contenido de la misma.
Pablo necesita, ya de entrada, presentar sus credenciales como “llamado por voluntad de YEHOVAH Dios a ser apóstol de Cristo Yeshúa” (vs 1).
Su autoridad había sido cuestionada entre los corintios y el Apóstol tendrá que acreditarla.
El Apóstol se dirige después a los destinatarios como a la “Iglesia de YEHOVAH Dios de Corinto” (vs 2).
La intención es clara: los corintios no están solos, son miembros de la gran asamblea convocada por YEHOVAH Dios a la que pertenecen todos los hombres y mujeres de cualquier raza o nación que han sido “consagrados al Mashiaj Yeshúa con una vocación santa” (vs 2) y que, por tanto, invocan el nombre de Yeshúa sea donde sea.
Es interesante resaltar el altísimo concepto que Pablo tiene de los cristianos.
Naturalmente, el Apóstol no los canoniza, como después se verá cuando denuncie los problemas concretos de aquella comunidad de Corinto.
Pablo se refiere a la acción salvadora de YEHOVAH Dios por medio de Yeshúa que se derramó gratuitamente sobre aquellos hombres y mujeres, como también sobre nosotros, elevándolos a la dignidad de hijos e hijas de YEHOVAH Dios.
Este don gratuito de YEHOVAH Dios, sin embargo, no es estático, sino dinámico. Pablo lo llama “vocación santa” (vs 2).
“Misión” de todo cristiano de construir, el Reino de YEHOVAH Dios. Ser hijos e hijas de YEHOVAH Dios es lo mismo que ser misioneros y misioneras de su Reino.
Para realizar esta labor no estamos con las manos vacías. YEHOVAH Dios nos regala dones, aptitudes y carismas.
Pablo reconoce esta realidad en la comunidad de Corinto. Se congratula por ello y les anima a seguir fieles dando testimonio y confiando en la fidelidad de YEHOVAH Dios que completará lo comenzado.
Entre los dones que la comunidad ha recibido, Pablo menciona la elocuencia y la sabiduría, cualidades muy estimadas en el mundo griego.
Estos carismas tienen una función en el presente, pero están orientados a la manifestación última de Yeshúa ha Mashiaj, cuando llegue su día, la segunda y definitiva venida inminente.
Versos del 10 al 17
Discordias en Corinto. Después de esta introducción densa y programática, Pablo va enseguida al grano, es decir, al problema fundamental de la comunidad de Corinto: las divisiones y las rivalidades, pecados constantes de la Iglesia de YEHOVAH Dios de todos los tiempos.
La exhortación a la unidad es solemne y enérgica, hecha en Nombre de Yeshúa y apelando a sus títulos de Cristo y YEHOVAH.
Pablo no entra ahora en detalles sobre las divisiones y rivalidades pero, por el tono de toda la carta, la alusión es clara:
La discriminación y las diferencias entre cristianos ricos algunos y pobres la mayoría.
Esclavos y libres, mujeres y hombres, cultos alguno y sin estudios la mayoría.
Carismáticos y conservadores, judíos y griegos, pecadores públicos y personas honestas.
De todo esto había en aquella comunidad cristiana tan compleja, conflictiva, cosmopolita y pluralista de Corinto, reflejo casi exacto de muchas de nuestras comunidades de hoy.
Es posible que cada grupo se identificara con un personaje de la Iglesia como Pablo, Cefas o Apolo sin que estos personajes fueran en realidad los jefes de fila de los diversos bandos.
Ante situación tan compleja, el Apóstol lanza, de momento, una poderosa llamada de atención a la conciencia de todos en favor de la concordia, que termina con preguntas tan incisivas como éstas:
¿Está dividido Cristo? ¿Ha sido crucificado Pablo por ustedes? (vs 13).
Cristo y la Iglesia se identifican de tal modo (1 Corintios 12, 27) que las divisiones en la Iglesia son tan absurdas como si Cristo estuviese dividido.
Versos del 18 al 31
El mensaje de la cruz. Entramos en la sección más importante de la carta donde Pablo, quien antes nos ha dicho que su misión principal es evangelizar, nos va a comunicar en qué consiste su evangelio, el mensaje que anuncia como embajador de Cristo.
No es exagerado afirmar que estamos ante uno de los textos claves de todo el Nuevo Testamento, que ya en adelante va a legitimar o desacreditar todo lo que pensemos, escribamos, hablemos o practiquemos en Nombre de YEHOVAH Dios a lo largo de la historia.
Su mensaje es la cruz de Yeshúa.
A través de una serie de contrastes audaces y contundentes, Pablo nos acerca al misterio de Cristo crucificado: es un “escándalo”, dice, para los judíos que esperan a un Cristo triunfador.
Es una “locura”, añade, para los griegos que buscan y se apoyan en la razón y la sabiduría.
El misterio de la cruz sólo puede expresarse ante los ojos de la sabiduría y razón humanas como “locura y debilidad de YEHOVAH Dios”, y precisamente por eso, es “fuerza y sabiduría de YEHOVAH Dios” (vs 24) para los creyentes.
Pablo se opone decididamente es a todo proyecto humano de la índole que sea incluso religiosa que deja de lado a YEHOVAH Dios que se revela en la cruz de Yeshúa.
Es interesante resaltar la insistencia de Pablo en poner de relieve en estos versos (26-29) la iniciativa de la elección de YEHOVAH Dios, repitiendo cuatro veces el término “elegir” o “llamar.
Ellos serán, sigue afirmando Pablo, los que humillarán, lo dice dos veces a los sabios y poderosos y anularán a los que se creen que son algo.
Esta salvación de YEHOVAH Dios, se hace realidad en Yeshúa que comunica a los suyos, la sabiduría, la justicia, la consagración y el rescate “liberación”, comenzando ya aquí y ahora.
En definitiva, Pablo no hace sino presentar a los corintios el proyecto que Yeshúa anunció en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4, 14-21).
Pablo escribe con la pasión y la lúcida percepción de quien ha comprendido la esencia del Evangelio, es decir, la “memoria” de Yeshúa, que el Apóstol quiere dejar clara para la Iglesia de Corinto y para quienes leemos hoy su carta.